El fin de semana pasado tocaron en Salta dos bandas de colgadura lisérgica del conurbano bonaerense: Mantra y Limardos, se venían de gira por estas latitudes a presentar sus discos. Estuvimos la noche de la tocada previa a su viaje por Jujuy, tomamos cerveza, escuchamos música y conversamos con los changos. (R.E.)

A estas alturas ya no debería parecernos extraño que unos compadres del sur se peguen un viaje para estos valles a compartir lo que hacen con un público que cada vez se presenta menos hostil a experimentar sonoridades que van más allá de las que siempre suenan en los escenarios locales. Pero de todas maneras el efecto de extrañeza y curiosidad puede hacer que nos preguntemos ¿a qué carajo se vinieron de tan lejos? Por suerte, la respuesta puede ser más simple de lo que cualquiera pueda intuir. Uno viaja porque tiene ganas de hacerlo, de moverse, de establecer una frontera mental fácilmente desdibujable y qué mejor manera de lograrlo si no a través de la música.

La noche del viernes pasado tocaron en Coyah Bar Limardos y Mantra, dos bandas del norte de la provincia de Buenos Aires, integradas por: Mariano Keller (charango, guitarra, teclados, percusión). Ale Pailos (acordeón, balafón y teclados), Maxi Keller (guitarra eléctrica), Rodrigo Lammardo (Bajo), Benjamín Brusa (Batería); y Ale Pailos (bajo y guitarra), Cristian Enriquez (guitarra), Gabriel Lillio (batería), respectivamente.

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Los primeros en tocar la fría noche que se convertía en sábado fueron los Mantra, banda cuyo nombre nos puede dar una idea de hacia dónde apuntan su sonido, una interpelación casi zen que juega con muchos climas instrumentales, sin escatimar la intervención por momentos de la voz que acompaña el viaje, más que guiarlo. Hicieron los temas del EP que sacaron hace un año, dando el pie justo para el inicio de otro viaje, el propuesto por los Limardos, que se venían con un disco recién salido del horno bajo el brazo, Memoria del Viento, que según nos contó Rodrigo Lammardo, luego de su retorno a tierras del sur, se vendió hasta agotar la primera tirada que traía tres tapas distintas, una en alusión a cada tema de la grabación.

El público no fue de lo más numeroso, pero si tenemos en cuenta que el sonido propuesto por ambas bandas no es necesariamente el más accesible al escucha desatento, la casi veintena de personas que presenciamos el recital íntimo, copamos el lugar, por decirlo de alguna manera. Al final hasta hubo un amague de pogo en una mesa, pero luego constatamos que era una gresca por la birra y nada más. Tal vez el no contar con una banda local les jugó en contra a los muchachos, cosa que no sucedió en Jujuy y Purmamarca, donde metieron alrededor de cien personas en su presentación junto a los locales de 12pesitos Dub.

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Todo terminó abruptamente alrededor de las dos de la mañana, el bar cerraba su lado pub dandoa paso a la música electrónica y al fondo se armaba la pachanga, entonces aprovechamos para salir a tomar un poco de aire y conversar con los integrantes de ambas bandas, que nos contaron por ejemplo, cómo es que terminaron emprendiendo el viaje rumbo norte: “teníamos ganas hace bastante de salir de la provincia y el norte es un lugar que nos gusta. Se fue dando que el grupo fue encontrando su sonido, incorporando instrumentos como el charango, el bombo legüero y fuimos haciendo como guiños al norte argentino. Y con esto de hacer recitales, la autogestión, juntamos plata y emprendimos esta locura de mil quinientos kilómetros para tocar presentando el nuevo disco; y con Mantra, más allá de que compartimos un integrante, es una banda hermana, compartimos movidas, shows, amistad, formamos parte de la misma escena musical instrumental de Escobar”, dice Rodrigo, a lo que Mariano agrega: “pasa que ahora hay muchas bandas instrumentales, como más progresivas o experimentales y en ese camino empezamos a preparar paisajes en la música, agregar por ejemplo un charango pero con nuestra influencia, porque queríamos ser sinceros tocando ese instrumento a nuestra manera y se fue dando ese sonido que no sabemos qué es… Yo vengo bastante al norte porque tengo amigos, y veo que acá en el norte es bastante folclore o electrónico, es muy raro y lo que es a veces bandas de rock son más tradicionales, de metal de rocanrol. Lo de nosotros es una propuesta más arriesgada, más personal.”.

En cuanto al sonido que proponen, dejamos que sean ellos los que cuenten cuál es el mambo, y Rodrigo nos comenta: “Es música honesta, tanto la de Mantra como la de Limardos, no hay ninguna visión comercial, digamos, porque sabemos cómo es. A veces pensamos que el rock argentino ha perdido un poco esa libertad que tenía antes, esa cuestión medio contracultural de experimentar que muchas veces se pierde por pegar un tema en la radio, o porque un sello lo dice, o un productor… Nosotros estamos en busca de otro tipo de rock, como una búsqueda de libertad y no como una cuestión mainstream”.

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“Eso lo ves en Buenos Aires, todas las bandas peinaditas, pulidas en sonido y son todas iguales, porque están procesadas con la misma computadora, qué se yo. Pasa eso, que lo que mueve en Capital Federal es eso, y en el Conurbano hay bandas como nosotros, mucha movida más arriesgada que lleva gente. No lo muestran en ningún lado pero está, hay un under interesante”, asegura Mariano y luego agrega: “la música habla por sí sola, cada uno va tomar un paisaje que le va a remitir a algo y eso define lo que es la banda, porque no somos autóctonos de ningún género, hacemos rock, reggae, folclore, no nos cerramos y a la vez no tocamos a la manera tradicional”.

En cuanto al contacto con las bandas de Salta, los changos nos cuentan que todo lo hicieron gracias a las redes sociales, “fue buscando en internet, luego pegamos una buena relación, y Juan (Soto, integrante e Nagoba, banda también instrumental salteña) tocó la trompeta como invitado en un tema que se llama La Selva. Pero fueron todos contactos por Facebook, Bandcamp, Youtube. En Jujuy fue lo mismo, en el transcurso de meses, unos seis meses de laburo para una gira de cuatro días”.

Al final nos quedamos con ganas de más música, pero a la noche todavía le quedaban un par de sorpresas, alejadas de la zona de la Balcarce y más cercanas a las ahora verdaderas orillas del canal al que le cantaran Castilla y Leguizamón, y no nos referimos al antro turístico que lleva por nombre Balderrama, sino al otro antro que se yergue media cuadra más allá, donde pinta el pool y la cerveza a deshora. Hacía ahí nos dirigimos en caravana, casi todo el público y las bandas, pero esa ya es otra historia.