La economista feminista Teresa Lara nos acerca al panorama laboral en Cuba y sugiere medidas que mejoren la condición de las mujeres.

En Cuba, las mujeres representan casi la tercera parte del empleo remunerado, tanto estatal como privado. Antes de 2010, más del 90% de las mujeres trabajaba en el sector estatal. Después pasaron al privado, por elección propia y porque el gobierno planteó la necesidad de reducir el empleo estatal en el sector servicios, fundamentalmente. “Ahí es donde, sobre todo, están las trabajadoras cubanas, igual que las latinoamericanas y las europeas, como consecuencia de los roles de género tradicionales: educación, cuidados, limpieza…”, analiza la economista feminista Teresa Lara. De 2009 a 2015, alrededor de 82.000 mujeres abandonaron el sector estatal.

Y se ponen por cuenta propia, pero eso no significa que tengan su propio negocio.

En Cuba, no todas las personas que trabajan por cuenta propia son propietarias. Cuenta propia significa que no trabajas en el sector estatal, no que seas autónoma, como le dicen en España, y cuentes con un negocio propio. La mayoría de las mujeres no son dueñas, sino contratadas para prestar servicios por parte de los que tienen el capital, hombres, por lo general. Por ejemplo; si haces una renta para el turismo, la propiedad de la casa de huéspedes puede ser del hombre. En los transportes, otro de los servicios que está avanzando bien porque el sector público es deficiente, casi no hay mujeres, ni como dueñas de autos ni como conductoras.

“LAS MUJERES NEGRAS NO ESTÁN DONDE ESTÁ EL DINERO. 500 AÑOS DE ESCLAVITUD HACEN QUE LA POBLACIÓN NEGRA NO COMPITA EN IGUALDAD DE CONDICIONES”
Entonces, las mujeres se ubican en las actividades de cuidado y gastronómicas. Muchas veces, cuando buscan en la clasificación de actividades aprobadas por el Estado para ejercer por cuenta propia, no encuentran su profesión. Aunque más del 60% de las mujeres cubanas se gradúa de las carreras universitarias, en la lista aprobada para ejercer el trabajo por cuenta propia, hay actividades como manicure, forradora de botones, peluquera o cuidadora de niños, que no requieren de un alto nivel profesional.

¿Y son empleos sostenibles?

En general, este tipo de actividad se realiza principalmente por motivos económicos, en el corto plazo. Las mujeres que han emprendido sus propios negocios y son dueñas suelen tener resultados exitosos y sostenibles. Las contratadas son más inestables. Muchas mujeres están ahí por un tiempo, para resolver algo que necesitan, por ejemplo: construir, comprar o reparar la vivienda, completar el gasto familiar, gastos necesarios para emigrar o inmigrar de una región a otra del país.

Dentro del 30% de mujeres que trabajan en el sector no estatal, ¿la presencia de las negras es proporcional?

El sector no estatal paga más que el estatal y las mujeres negras no están donde está el dinero. 500 años de esclavitud hacen que la población negra no compita aún hoy en igualdad de condiciones. Además, funciona el estereotipo de la mujer ideal y bonita, que es blanca, con una talla tal y la carita cual, para la atracción del turista. No obstante, hay que ver por regiones. En la provincia de Santiago de Cuba, donde hay un porcentaje mayor de población negra, sí vas a ver mujeres negras despachando en los bancos o de camareras. De todas formas, también hay que tener en cuenta que, si la representación de personas negras en el país es un 9,3%, no podemos aspirar, por ejemplo, a que haya un 50% en la universidad. No obstante, se debe destacar que, según el Censo de Población Viviendas del 2012, el 39% de las mujeres ocupadas son negras y mestizas.

¿Cuál es el salario medio en el sector estatal y cuál en el cuentapropista?

Quienes trabajan en una cafetería privada pueden ganar hasta 30 CUC [Peso cubano convertible, equivalente al dólar] en una semana, 120 CUC al mes, frente al salario medio (alrededor de 687 pesos cubanos [CUP], [30 CUC]) que se ganan en el sector estatal. Es decir; quienes trabajan por cuenta propia ganan en una semana lo que ganan en un mes quienes lo hacen para el Estado.

¿Qué determina que el salario del Estado sea tan bajo?

La baja producción de bienes y servicios, la baja eficiencia productiva, la tasa de cambio y las dos monedas que hay en circulación.

“TENEMOS UN CAPITAL HUMANO CAPAZ DE ABORDAR LAS TRANSFORMACIONES NECESARIAS SI SE LES DA LA OPORTUNIDAD DE APLICAR SUS CONOCIMIENTOS A LA INDUSTRIA, LA AGRICULTURA, LA CONSTRUCCIÓN”
Cuando aumente la producción eficiente, el Estado pueda dejar solamente una moneda nacional y la tasa de cambio se ajuste a los niveles de eficiencia productiva que justifiquen el poder de compra del peso cubano, los salarios corresponderán al pago por el trabajo realizado. Llevamos más de 20 años con dos monedas y bajos niveles de eficiencia productiva. Por eso hay un deterioro del salario real. Ahora, volver a una moneda única conlleva un riesgo inevitable, pero se pueden adoptar medidas económicas para que ese riesgo sea mínimo y para mantener el socialismo y sus logros.

¿Qué medidas?

El Plan Nacional de Desarrollo Económico hasta 2030 prevé trasformaciones muy sensibles. La industria farmacéutica se priorizó y hay resultados de una tecnología moderna. Sin embargo, la industria de la manufactura, la construcción, la agricultura y la ganadería están muy obsoletas. Ese desarrollo soberano, independiente, socialista, sostenible y próspero que se quiere para 2030 necesita cambios económicos sensibles, abarcadores y audaces. Como es conocido, el bloqueo económico está presente, pero también la falta de recursos y de desarrollo de las exportaciones. Cuba tiene todavía mucha dependencia de las importaciones de alimentos. Por ejemplo, importamos gran parte del arroz que consumimos. En este país hay un capital humano preparado, tanto mujeres como hombres, capaz de abordar las transformaciones necesarias si se le da la oportunidad de aplicar sus conocimientos a la industria, a la agricultura, a la construcción. Para eso hacen faltan recursos. Además, Cuba tiene la Ley de Inversión Extranjera, que hay que aprovechar en estas actividades prioritarias y para hacer alianzas con el sector no estatal, donde las mujeres también tienen muchas posibilidades de desarrollarse, de asociarse. Al mismo tiempo, las empresas estatales tienen que buscar la inversión de los cubanos que viven en Cuba. La Ley ahora no te lo permite pero pienso que, camino al 2030, esto va a cambiar.

Y mientras…

Tratamos de encontrar oportunidades en lo gris: la disminución de los precios del petróleo, el bloqueo que sigue, el decrecimiento de la economía en el 2016, Trump en la Casa Blanca, la gente que aún sigue pensando en la migración como única salida… Queremos que el sector no estatal avance pero tenemos limitaciones, como la falta de un mercado mayorista. ¿Por qué el Estado no se lo facilita a los trabajadores del sector no estatal y provoca, así, que los precios bajen? Si dejan de comprar a precios minoristas, tienen que bajar su precio y entrar en una competencia, con mejores resultados para la población. En eso Carlos Marx no se equivocó. Han creado una ley de cuentapropismo, pero no la infraestructura necesaria para que se desarrollen los negocios por cuenta propia.

Eso está lejos de pasar…

Ahora, como el Estado no mantiene una oferta de mercancías de calidad y estable, el dueño del negocio no estatal compra toda la mercancía y se mantienen altos los precios a la población. La asistencia social subsidiada de alimentos es una prioridad: la leche de los niños, las dietas de los enfermos y el pollo de las embarazadas. Para el otro subsidio, el que te dan por ser cubana y vivir aquí, no te alcanza. Es la famosa ‘libreta de abastecimiento’: azúcar, arroz, pollo, aceite. No hemos logrado un nivel de desarrollo económico que no sea de subsistencia. Por eso es necesaria la transformación económica. Para garantizar la dieta de los niños y de los ancianos, ¡hace falta más dinero! ¡Hay que producir más! La universalidad del presupuesto del Estado es una maravilla, pero el país tiene que producir para mantener eso; no puede vivir del crédito eternamente ni sostener gastos universales.

Entonces, no eres partidaria de dar la libreta a todas las personas.

No; solo a las más vulnerables y a menores de edad, adultos mayores, discapacitados, estudiantes y quienes trabajan en el sector estatal. El Estado tiene que seguir dando, pero debe ver a quién y qué repercusión tendrá eso para toda la sociedad. De hecho, está trabajando en la focalización de la asistencia social, más allá de la universalidad, para que los productos lleguen a las personas que más los necesitan.

Fuente: pikaramagazine