La fiscalía pidió prisión perpetua para Gustavo Lasi y Santos Clemente Vera, pero la absolución de Daniel Vilte. El abogado de Michel Bouvier sólo acusó a Lasi pero el resto de la querella pidió la máxima pena para los tres acusados. Todas coincidieron en que se investigue el aporte de pruebas falsas de la policía. (Maximiliano Rodríguez)
El principio del fin del juicio oral y público, fueron los alegatos de cada una de las partes. La jornada es la anteúltima antes de la sentencia y el tribunal fijó para el comienzo de la semana próxima la fecha del veredicto.
El día se desarrolló prácticamente a sala llena. Al igual que los primeros días del debate penal, las dos filas destinadas a la prensa están completas. A diferencia de lo que se prevé para la lectura de la sentencia, cuando se espera a la prensa internacional, los periodistas presentes son salteños. En ambos extremos de la sala los lugares destinados al público muestran muy pocos espacios vacíos. Con esta audiencia, se da apertura a la décima semana de juicio oral.
El comienzo de los alegatos arrancó, como era previsible, por la acusación. El único familiar de las víctimas presente en la sala fue Jean Michel Bouvier, padre de Cassandre. El hombre es ante la sociedad de Salta un símbolo. Una suerte de ejemplo humano. Es lo que se debería ser en la dramática posición en la que le toca estar. Un hombre que convirtió el dolor por el crimen de su hija, en el reclamo de Justicia de prácticamente toda una sociedad sedienta de equidad. Su reclamo, imperioso y medido, estuvo siempre basado en la lógica, la legalidad y sobre todo en la justicia del corazón: de no buscar venganza o solo culpables. De no acusar a inocentes desde el dolor desgarrador de su perdida, sino desde las pruebas y la investigación seria. Por eso su búsqueda fue acompañada por toda la ciudadanía salteña, quizás desde el silencio mismo. La gente, el pueblo, ve en el crimen de Houria y Cassandre a tantos otros crímenes impunes de una provincia que espera en algún momento ser Salta “la justa”, tal como le habían prometido. La imagen de Jean Michel sentado solo, en primera fila, es devastadora para quien quiera mirar lo que pasa. Ese padre representa a toda una sociedad que reclama dar un paso adelante. Una sociedad que necesita dejar atrás a esa comarca semifeudal donde los acomodaticios y los mediocres son los que mandan. Su figura correcta y ciudadana es el tatuaje de un pueblo que quiere ser mejor. Un pueblo que quiere dejar atrás a los Martín Pérez, los Pablo Kosiner, los Aldo Saravia. Una sociedad que merece algo más que los policías torturadores y los encubridores de turno disfrazados de periodistas. Eso y mucho más, causa la presencia solitaria de este padre del dolor. Más allá de ser francés, parece ser también un poco salteño. Jean Michel escuchó los alegatos y presenció la audiencia en soledad. A su hija no se la devuelve nadie. Su dolor no se lo quita ningún juicio. Aunque no lo percibiera en el cuerpo, muchas almas lo acompañaron en este momento.
Todos acusados
Los primeros en hacer uso de la palabra fueron los abogados Nicolás Ortiz y Nicolás Durrieu, quienes sostuvieron la acusación en contra de los tres acusados, tal como se le pidieron los familiares de Houria Moumni y parte de la familia Bouvier. El transcurrir de estos alegatos estuvieron dentro de lo previsible. A su entender los crímenes se produjeron en el mirador de San Lorenzo, el 15 de julio el 2011 entre las 19.30 y las 20 de ese día viernes.
Ortiz argumentó sobre los hechos y Durrieu fundamentó jurídicamente la solicitud de penas. En su alegato, Ortiz se basó en las pruebas existentes: ADN y pericias telefónicas. Todas pruebas que incriminaron a Gustavo Lasi desde el comienzo de la investigación. El abogado solventó sus dichos con el informe psicológico del acusado donde se destacaron sus características psicópatas y sádicas.También dio cuenta de los propios dichos de Lasi, cuando admitió al menos una violación y el robo de los elementos de valor. Hasta allí más o menos la acusación era un tanto sencilla.
El problema llegó a la hora de acusar a los otros dos imputados. Respecto a Santos Vera, el querellante se basó fundamentalmente en los dichos de Lasi y en sus declaraciones. Ortiz repitió que los autores deberían ser conocedores de la zona aunque no fundamentó del todo el por qué de estas afirmaciones. Así como los criminales podían ser gauchos conocedores del lugar, también el matador podría ser un salteño hoy radicado en Buenos Aires. Por momentos fue endeble la acusación. Sobre el jardinero destacó que en un careo con Gustavo Lasi, Vera se mantuvo en sus dichos y no contrarrestó las acusaciones del principal imputado. Por momentos, la acusación pareció olvidar que prima el principio de inocencia. No bastan las sospechas para condenar a un acusado que por el momento es considerado inocente.
Como era previsible más tarde el abogado hizo referencia a la prueba de ADN realizada por Daniel Corach y el “posible” registro genético en una de las víctimas de Santos Clemente Vera. El abogado en sus alegatos intentó derribar la coartada de Vera afirmando que las empresas telefónicas no registraron comunicación alguna entre María Brañes y el acusado. “Si bien no ponemos en duda el testimonio de Brañes, sí nos resulta muy dudoso el testimonio de David Tolaba porque es el único que vio a Vera en el lugar”, dijo Ortiz. Otra vez las dudas para acusar, cuando es sabido que se necesitan pruebas y certezas para condenar. En el caso de Santos Vera, la querella también se basó en el informe psicológico. El abogado se refirió al escandaloso informe donde se trazó un paralelismo entre la doma de caballos y la violación de mujeres. El informe motivó una reprimenda de los jueces a las peritos judiciales. Sin embargo, el letrado usó las pocas pruebas con las que contaba para sostener la acusación.
Al llegar el turno de acusar a Daniel Vilte, la situación fue aún más difícil de sostener por el abogado querellante. La falta de pruebas contra el albañil es tan abrumadora que debió utilizar todo lo que tenía a la mano para mantener la acusación: pero todo lo que tenía eran las palabras de Gustavo Lasi. Para Ortiz, fue importante que Lasi no dudó nunca en acusar a Daniel Vilte a lo largo de los últimos tres años. También para el abogado fue importante decir que Vilte conocía el lugar, por haberse criado allí. Lo último destacable fue el ofrecimiento de un arma por parte de Daniel Vilte en aquellos días de julio de 2011. Tal vez lo más interesante sobre Daniel Vilte fue el análisis que hizo el abogado respecto a los días en que el acusado visitaba San Lorenzo. Ortiz en forma muy inteligente destacó que Daniel Vilte ofreció el arma en San Lorenzo un día de semana y no en un fin de semana. La defensa de Vilte siempre sostuvo que el acusado sólo iba a San Lorenzo con su familia y cada quince días los fines de semana. Para Ortiz “su coartada fue ensayada por su pareja Laisa Serrano”. A entender del abogado todas las contradicciones en esa coartada permiten destacarla como tal. Para el querellante hubo premeditación para el robo y posterior ataque a turistas. Ortiz fue concreto al afirmar que no le creyeron a Lasi, cuando dijo que no participó de los homicidios. Por último se refirió a los acusados por encubrimiento y los consideró culpables del delito acusado.
Acento francés
La intervención de Nicolás Durrieu, fue menos de lo que se esperaba de él. El mismo abogado que pidió en la sala la declaración de Francisco López Sastre y que luego no estuvo presente para su interrogatorio fue el encargado de pedir las condenas. El mismo abogado porteño que originalmente contrató a Horacio Aguilar como abogado querellante durante la instrucción, fue el responsable de imponer la calificación jurídica de los argumentos expuestos por Nicolás Ortiz. En una extensa alocución, habló de violencia de género y de un ataque barbárico. Disparó mucha pirotecnia verbal para tan poca prueba científica. “Salvaje y brutal”, fueron los términos usados, antes de comenzar a llenar el silencio con palabras vacías. Se refirió a la supresión de libertad que sufrieron las víctimas y reafirmó la idea de un crimen de género. El mismo abogado que contrató al amigo del gobernador como abogado para la instrucción, dijo en un tramo de su exposición que “no cree en la casualidades”. Posteriormente el abogado con sede en Buenos Aires argumentó que el crimen de Casaandre y Houria fue un crimen contra los Derechos Humanos. A nadie en la sala se le pudo escapar pensar que alguna vez su estudio jurídico defendió a Jorge Rafael Videla, quien algo entendía del tema.
El abogado habló de la violencia del ataque y puso muchos términos sobre la mesa, antes de pedir las condenas que cree convenientes. El letrado participó de apenas un 10% de las audiencias públicas realizadas en Salta pero fue el encargado de solicitar las penas por robo doblemente calificado, por los ataques sexuales también agravados y por los homicidios doblemente agravados. Un ABC del derecho argentino. Quizás lo más interesante fue su planteo sobre la coautoría de los crímenes. Para el abogado no se pudo determinar qué rol le tocó a cada uno de los imputados en cada uno de los tres delitos pero consideró que los tres son responsables por igual de los tres delitos imputados.
Lo argumentó bajo lo que denomino el “dominio funcional del hecho”. Para esta línea de pensamiento no hace falta premeditación sino simplemente un acuerdo tácito previo. El letrado aportó jurisprudencia sobre este dominio funcional. En su alocución el abogado afirmó que son coautores penalmente responsables los tres por igual, independientemente del rol de cada uno. En su discurso hubo varias inexactitudes, propios de quien no siguió personalmente el desarrollo del juicio oral en estas 32 jornadas. Para Durrieu tampoco es creíble la versión de Lasi. Sin embargo, se basó en esa misma versión para acusar a Vilte y Vera. De estos dos acusados y de las escasas pruebas en su contra, Durrieu no dijo casi nada. La querella a su cargo pidió prisión perpetua para Gustavo Lasi, por robo agravado en despoblado y en banda, con uso de arma de fuego, por doble abuso sexual doblemente agravado por ser varias personas armadas y por los homicidios también agravados.
El letrado pidió la misma prisión perpetua para Santos Clemente Vera e idéntica pena en contra de Daniel Vilte, por los mismos delitos. La sala escuchó en total silencio. El abogado con apellido francés fue el primero en decir las palabras prisión y perpetua. La máxima pena para el peor de los delitos.
Encubrimientos varios
En sus alegatos finales Nicolás Durrieu afirmó que fue evidente la participación de Antonio “chato” Sandoval y Omar “pajarito” Ramos en el encubrimiento del arma homicida. Para él, los acusados sabían que la carabina venía del crimen de las turistas francesas. A su entender existió dolo eventual en el encubrimiento. En el caso de Ramos pidió la pena de un año y seis meses de prisión y lo mismo solicitó para Sandoval. Ante la consulta del presidente del tribunal, el abogado aclaró que ambos pedidos son de prisión en suspenso. Sin embargo sus solicitudes sobre los encubrimientos no habían terminado.
Durrieu recién finalizó con sus alegatos cuando pidió que se investigue en el juzgado correspondiente el accionar de la policía salteña y en particular de la Brigada de Investigaciones. El abogado textualmente explicó que la querella a su cargo no valoró las pruebas “plantadas” por la mejor policía del país. Durrieu en su acusación dejó en claro que no valoraron los dos milagros de la Brigada de Investigaciones sencillamente porque los consideraron pruebas nulas: ni los dos plomos secuestrados en el mirador el 1 de agosto de 2011, ni el revólver enterrado en el jardín de Raúl Sarmiento el 4 de agosto, fueron considerados válidos. El único que creyó en esos milagros fue el juez de instrucción. Tanto creyó que luego participó del ascenso de esos policías. La otra parte de la querella también adhirió a este pedido.
Sin acusación
Federico Rodríguez Spuch representó en este último tramo del juicio oral sólo a Jean Michel Bouvier. El letrado fue escueto en su participación, pero dentro de la acusación fue el más artero. Lejos de la solemnidad que lo caracterizó a lo largo del proceso, el abogado fue concreto al representar al padre de CassandreBouvier. Rodríguez Spuch compartió las pruebas destacadas por la otra parte de la querella y también el relato de los sucesos acreditados por su colega y socio en el estudio jurídico que encabeza. El abogado destacó que Cassandre fue asesinada vilmente con un disparo a escasa distancia mientras la joven estaba sometida. Calificó el crimen como una “ejecución” y al ataque en sí mismo, como “un acto cobarde acometido en contra de las dos chicas indefensas”. Enfatizo también que que se trató de “un hecho cometido porpersonas despreciables”. Al igual que la otra parte de la querella, Rodríguez Spuch también pidió que se investigue a la Brigada de Investigaciones. El abogado directamente habló de “pruebas presuntamente plantadas”.
Bajo el oído atento de una sala en completo silencio, el abogado destacó la resistencia de Cassandre y Houria al momento del ataque sexual. Rodríguez Spuch acusó a Ramos y Sandoval por el encubrimiento del arma y coincidió con sus colegas al afirmar que los dos acusados sabían que se trataba de un arma y que en esos momentos se investigaba el doble crimen.Para los dos acusados pidió un año y seis meses de prisión condicional. La contundencia de la acusación fue firme cuando se refirió al principal acusado. Sobre Gustavo Lasi aseguró que existen pruebas contundentes en su contra y reconoció el trabajo del comisarioLuis Ríos. El reconocimiento fue oportuno porque Ríos fue el único policía que trabajó científicamente y lejos de las torturas y la prepotencia de sus pares. El oficial de policía fue quien analizó los teléfonos de las víctimas y logró la ubicación del equipo y de sus poseedores, lo que permitió las detenciones del 6 de agosto de 2011.
Al igual que la otra parte de la querella el representante de Bouvier destacó que en los dichos de Lasi hay verdades y mentiras. Consideró que el violador confeso estuvo presente desde el comienzo y hasta la finalización del crimen. Reiteró el análisis del psiquiatra del poder judicial sobre el acusado y afirmó que esa personalidad fría y psicópata se reflejó en su declaración en el juicio. Para el letrado estuvo acreditado “por lo menos el uso de un arma de fuego en los hechos”. Se refería a la carabina Batán 45 de Walter Lasi. Según Rodríguez Spuch, Lasi cometió un robo doblemente calificado en despoblado y en banda y con arma de fuego. Para el abogado participaron por lo menos tres personas en los hechos. También lo acusó de doble abuso sexual agravado y doble homicidio criminis causa que intentó ocultar los dos delitos previos. Independientemente de quienes hayan disparado y quienes hayan violado, el abogado afirmó que todos fueron coautores del hecho.
Pese a esto, no pudo determinar quienes acompañaron a Gustavo Lasi en la orgia de sangre. El letrado dijo ante el tribunal que respecto a Santos Vera y Daniel Vilte se tuvieron en cuenta los análisis de ADN, las detenciones, los testimonios, los allanamientos y todo lo aportado en el juicio. Según dijo, no pudieron concluir en establecer un grado de certeza sobre la participación de Santos Vera y Daniel Vilte. Por eso, esta parte de la querella no formuló acusación en contra de Vera y Vilte. El no formular acusación no significa pedir absolución. Únicamente no acusó. El letrado se basó en el artículo 4 del Código Procesal Penal de la provincia para no acusar a estos dos imputados. En cambio para Gustavo Lasi, el representante legal de Jean Michel Bouvier pidió prisión perpetua.
El padre de la víctima cumplió con su palabra y con lo que su corazón le dictó.
Vox populi
El fiscal siempre actúa en nombre de la sociedad. Tal vez por eso Félix Elías se dirigió a esa misma sociedad que representa. Lo hizo hablando de pie y con el micrófono en la mano. En una extensa intervención, se refirió a las redes sociales afirmando que allí se armó el mito y la ola de rumores respecto a este caso. Félix Elías olvidó por momento la notoria intromisión de la política y su larga mano, en una investigación policial y judicial claramente deficiente. Se refirió al periodismo en igual sentido. También habló de Dios. “Llegué hasta aquí invocando a Dios, fuente de toda razón y Justicia”, dijo al comienzo de su intervención.
En honor a la verdad el fiscal fue el único que se refirió a la empresa turística Puma Expeditions y su actuar “negligente”. Por defecto también se refirió a quienes habilitaron a esa empresa que solo gastó en “una fotocopia un sello”. Entre otros reconocimientos, el fiscal homenajeó al CIF, dependiente del mismo Ministerio Público del cual depende su propio cargo. También reconoció a algunos policías, “porque no todos fueron golpeadores”. Señaló en especial al comisario Ríos y reiteró que el juicio oral sólo analiza lo que le elevó la instrucción. Remarcó que el revólver plantado por la Brigada de Investigaciones en el jardín de Raúl Sarmiento nada tiene que ver con la causa. “No acuso a nadie, pero cada uno y su conciencia sabrán si están tranquilos”, afirmó. Sus palabras sonaron como un eco en los pasillos judiciales. Tal vez esas palabras hayan llegado a oídos del ex fiscal Eduardo Barrionuevo y del entonces juez Martín Pérez. Al igual que los querellantes, el fiscal admitió que la base fundamental de la acusación fue la confesión de Gustavo Lasi.
En medio de su intervención requirió que se inicien actuaciones por falso testimonio en contra de Maximiliano García, Juan José Lasi, Daniel Rivadera y Paola Andrea Gutiérrez. Los cuatro testimonios fueron brindados en el juicio y alguno de ellos dejó más dudas que certezas. El fiscal argumentó que el ataque se produjo a las 17.30, porque ese es el horario de la última fotografía tomada por la cámara de Houria Moumni. La misma deducción mágica que durante la investigación sostuvo la policía ante un juez apurado por la política. La hora del crimen difiere con la adoptada por el juez de instrucción, quien dató el momento del ataque a las 18.28, hora de Salta. Tanto Martín Pérez, como Félix Elías, analizaron la misma fotografía pero difieren en el huso horario entre Francia y el mirador de San Lorenzo. En el medio dos crímenes atroces.
Subjetivamente arremetió contra Daniel Vilte, por no carearse con Gustavo Lasi sobre el final del juicio y fue minucioso respecto a los estudios de ADN. El fiscal detalló la comparación entre los tres estudios. Acertadamente, Elías señaló que ni el estudio de parte realizado por el Dr. Eduardo Raimundi, ni el trabajo realizado por los peritos franceses, desacredita el único estudio que detectó el rastro genético de Santos Clemente Vera. Para el fiscal no se contradijeron nunca esos estudios de ADN sino que cada especialista evaluó lo que tenía a su alcance. Palabras racionales y puntillosas. Sin embargo, calificó como “folclore” a las versiones sociales que involucraban a los hijos del poder en el doble crimen. En este tramo, el fiscal reprochó a la sociedad salteña.
Luego volvió sobre la instrucción y señaló que Walter Lasi, padre del principal acusado, “debería estar sentado detrás de sus defensores” como un acusado más. Calificó de “Inmerecido sobreseimiento” el recibido por el padre de Gustavo Lasi en la etapa de instrucción. También dio su parecer sobre los acusados por encubrimiento. Dijo que tanto Sandoval como Ramos, en actitud dolosa, encubrieron premeditadamente el arma homicida. Para ellos pidió tres años de prisión.
El problema en su discurso llegó al momento de referirse a Vilte y Vera. En ambos casos consideró fundamental la acusación de Gustavo Lasi. Que ambos conocieran la zona para Elías no es tampoco un dato menor. Por tramos repitió los argumentos de la exitosa investigación del juez de instrucción. Entre otras cosas el fiscal ratificó que una de las víctimas tenía un corte en un omóplato. Ese corte según la hipótesis del juez de instrucción, sería producto del desprendimiento con un machete del corpiño de la joven. Para el fiscal ese machete es el mismo que se le secuestró a Vera en su casa. El mismo fiscal reconoció que todo hombre de campo tiene machetes y puñales como herramientas propias de su vida rural. Sin embargo, valoró profundamente que Santos Vera haya admitido ante el psiquiatra del poder judicial que Gustavo Lasi le entregó un bolso, un rifle y una bala. Para el fiscal Vera es también culpable de los hechos juzgados. Por decantación Daniel Vilte también debería haber estado en el lugar de los hechos. Si Gustavo Lasi estuvo en el lugar y dice que Vera y Vilte también estuvieron. Y si Vera estuvo en el lugar, sería lógico que Vilte también estuviera. Sin embargo, el fiscal supo que no tenía pruebas suficientes. Ante esto Félix Elías sorprendió a todos pidiendo la absolución de Daniel Vilte y requiriendo prisión perpetua para Gustavo Lasi y Santos Clemente Vera.
Palabra de Lasi
La defensa de Gustavo Lasi fue la primera de las partes acusadas en plantear sus alegatos. Lentamente pero con voz firme el abogado defensor del principal imputado, Matías Adet, fue desgranando una estrategia que sin dudas se vino articulando en los últimos tres años. Para el letrado debería ser valorada la confesión de Gustavo Lasi por su aporte a la resolución del caso. A su entender, lejos de ser condenado por violador y asesino, su cliente debería ser valorado como un colaborador del juez que fue reconocido por “cerrar” el caso. “Desde la reconstrucción del hecho, todo el camino fáctico en la causa lo hizo Gustavo Lasi”, sentenció su abogado defensor. Acertadamente Adet dijo que el juez de instrucción Martín Pérez resolvió la causa en base a las palabras de su defendido. Reconoció las deficiencias probatorias de la instrucción y dijo que estas quedaron expuestas ante el tribunal. Pidió que Gustavo Lasi sea absuelto de los cargos de homicidio. Una estrategia que hasta aquí fue clara quedó expuesta a la luz después de tanto tiempo: reconocer las violaciones y negar los asesinatos. El otro abogado, codefensor del acusado fue más allá, e intentó tirar abajo la acusación del agente fiscal.
Para Horacio Morales técnicamente no hubo acusación fiscal contra Gustavo Lasi. Para Morales, el fiscal sólo requirió una pena para el imputado pero no esgrimió una acusación formal en contra de su cliente. El letrado remarcó que la acusación de la querella no suple lo que consideró la falta de acusación del fiscal Félix Elías. La incompleta y fallida investigación policial. Recordó los apremios ilegales en contra de otras personas, quienes incluso brindaron su testimonio en este juicio. Horacio Morales fue claro en afirmar que “se plantaron balas en el mirador”. Hablo de pruebas fraudulentas que tendían a desviar la investigación y pidió la absolución de Gustavo Lasi por la acusación de homicidio criminis causa y requirió que en caso de ser condenado por los asesinatos, se le imponga la calificación de homicidio simple y su respectiva pena. Para el abogado solamente se puede condenar a su cliente por una sola violación y por lo tanto requirió la pena menor del código. A entender de Morales, la sentencia justa para Gustavo Lasi serían seis años de prisión. Para terminar su alegato y mostrar que siempre se puede ir más allá, el abogado defensor anunció que pediría la inconstitucionalidad de la pena de prisión perpetua.
Vera vs Lasi
La defensa de Santos Clemente Vera apostó en sus alegatos a hacer lo que mejor podía hacer para sostener la inocencia del jardinero. La representación legal buscó derribar la palabra de Gustavo Lasi a sabiendas que en esas declaraciones se basa buena parte de la acusación en contra del gaucho y de Daniel Vilte. El abogado José Vargas fue el primero de los dos defensores en hablar. El letrado detalló paso a paso las distintas declaraciones de Lasi ante el juez de instrucción Martín Pérez. Vargas es consciente que el magistrado en 2011 tomó esas declaraciones de buena gana, para resolver el ardiente caso. Para el abogado de Vera, Gustavo Lasi fue enderezando sus dichos para su beneficio a los fines de quedar solamente imputado por el delito de abuso sexual y alejarse de los homicidios. En el tramo final de la alocución, el letrado destacó que el mismo informe de Daniel Corach sobre las muestras de ADN que fueron utilizadas por la fiscalía para acusar a Santos Vera, es el mismo informe que se utilizó para sobreseer a Walter Lasi en la etapa de instrucción. El defensor pidió la absolución del jardinero.
Lisa y llana
La palabra de Marcelo Arancibia fue una de las esperadas entre los defensores. El abogado defensor de Daniel Vilte fue uno de los más enérgicos detractores de la etapa de investigación y en su exposición ante el tribunal, el penalista mostró estar en el cenit de su carrera: pidió la absolución de Daniel Vilte en forma lisa y llana. Con este pedido, rechazó la solicitud de parte de la querella que requirió la absolución en base al artículo 4 del Código Penal de la provincia. Arancibia no quiso absolución por la duda. Quiere la certeza de la inocencia. El letrado afirmo que sus colegas Ortiz y Durrieu solicitaron “sin fundamento” la condena de su defendido a la pena de prisión perpetua. Según la palabra de Arancibia “se pretendió condenar a Daniel Vilte por ser antisocial”. En este marco exclamó la ausencia de pruebas en contra de Vilte.
El abogado defensor dedicó su párrafo a la instrucción comandada por Martín Pérez. “Esta defensa busca que los verdaderos culpables vengan a rendir cuentas como debe ser”, dijo. Marcelo Arancibia fue escuchado con total atención por una sala en silencio absoluto. El letrado parafraseó al juez federal Miguel Antonio Medina en su libro sobre investigaciones penales complejas. Recomendó su lectura para los buenos investigadores y no para aquellos que sostienen la tortura y el palo y a la bolsa como método de investigación. Calificó la investigación inicial como “un delito incompleto”. El abogado destacó la no acusación del fiscal y también el criterio de Jean Miche Bouvier, advirtiendo que no se constituyeron en “acusadores ciegos”.
A entender del defensor la falta de pruebas se evidenció en esta noble actitud de no acusar. “Daniel Vilte es un humilde ciudadano que vive en Sanidad II con su mujer y sus hijos. No es un vago, como la Brigada de Investigaciones quiso mostrar desde un primer momento. Jamás abandonó sus hijos ni sus sentimientos que están en San Lorenzo”, espetó el abogado defensor. También enfatizo que nadie puede desconocer los apremios ilegales en contra de varios detenidos. El abogado pidió que los Derechos Humanos no sean sólo hasta 1983, sino también para la actualidad.
En todo el alegato el defensor hizo referencia a dos personas inocentes. Sin decirlo Arancibia defendió además de Daniel Vilte a Santos Clemente Vera y también acusó de “arbitrariedad y de negación de justicia” al entonces juez Martín Pérez, al relatar que el juez recién citó al presunto comprador del arma de Daniel Vilte el 27 de diciembre de 2011 cuando Vilte había relatado el 2 de agosto de 2011 ese requerimiento por parte de un conocido. Con sus argumentos, el abogado destrozó parte de la versión policial y del armado de Martín Pérez. Algunos de los presentes en la sala asentían con la cabeza ante muchas de las afirmaciones de Marcelo Arancibia al detallar el accionar de la policía premiada por el gobierno provincial. “Bonitos, premiados, bonitos premiados”, reflexionó en voz alta el abogado.
El letrado afirmó que el juez de instrucción debía resolver rápido el caso porque la presidenta se iba de viaje a Francia. Arancibia relató los milagros de la Brigada de Investigaciones y nadie en la sala pudo desconocer el fraudulento accionar de los policías condecorados. El nombre del oficial Walter Mamaní sonó en este tramo de su relato como el de un santo todopoderoso que secuestró dos plomos falsos y un arma homicida que a nadie habían matado. Las palabras de Arancibia retumbaron una tras otra en la pobre imagen del juez de instrucción quien mereció un ascenso a entender del poder político reinante. El alegato del abogado fue una ametralladora de verdades escuchadas en la misma sala a lo largo del juicio oral. Sus disparos -aunque no lo buscaran- llegaron a la cumbre del gobierno salteño. Los policías de los cuales habló Arancibia son los mismos que el gobernador y sus ministros condecoraron. Un verdadero bochorno.
Fue la intervención más extensa pero la que demandó la mayor atención de los presentes. En todo su discurso Arancibia fue lapidario con el poder político con la mejor policía del país y con sus funcionarios judiciales. El abogado elevó el tono y sentenció: “olvidarse de la independencia del poder judicial es comprometerlo. Hay tres poderes. Cuando la política entra por la puerta de la Justicia, esta huye despavorida por la ventana. Se le faltó el respeto al pueblo francés y ni que hablar de los familiares de estas turistas”.
También se detuvo por momentos en el triunvirato que a su entender compusieron durante la instrucción el juez Martín Pérez: el abogado querellante Horacio Aguilar y su contratante, Nicolás Durrieu. De los tres, el único presente en la sala fue el abogado porteño. Una y otra vez Marcelo Arancibia señaló que entre Durrieu y Aguilar gestaron la acusación en contra de Daniel Vilte. Acusación que firmó Martín Pérez para cerrar la investigación. Acusación que ni siquiera el fiscal puede sostener en este juicio oral. Su molestia del letrado al otro lado de la sala era propia de quien cobró y quiere irse con la alforja cargada. Pese a esto, Arancibia continuó y no se olvidó del fiscal de la instrucción, Eduardo Barrionuevo quien también fuera ascendido por el poder político luego de acusar a los tres detenidos.
El fiscal de cámara Félix Elías no podía soportar más tanto Arancibia junto. El letrado sumaba más de dos horas de alegato cuando el fiscal pedía la finalización de la jornada. El abogado mientras tanto afirmaba que Daniel Vilte demostró su inocencia y ratificó que en este juicio se enfrentaron la verdad y la mentira. “No hay una prueba, nunca hubo una prueba”, sentenció Arancibia. Párrafo aparte dejó el recuerdo que hizo de los poderosos de siempre: “el Secretario de Seguridad le mintió al Ministro de Seguridad, al hombre de Ley. El Ministro le mintió al Gobernador, y -para decirlo suave- el Gobernador fue a la Presidenta y le faltó a la verdad”. Contundentes fueron las palabras del abogado defensor.
Voz de mujer
La defensora oficial Clara Castañares fue la última de las partes en alegar, antes de terminar la jornada a altas horas de la noche. Su representación respecto a los dos imputados por encubrimiento agravado fue la única voz femenina que se escuchó en la sala en todo el día. Las palabras de la abogada fueron sinceras y denotaban cierta molestia con la parte acusadora, tanto con la querella como con la fiscalía. Para Castañares no fueron justos los pedidos de prisión en contra de Omar “pajarito” Ramos y Antonio “chato” Sandoval. Claramente, la defensora explicó que para ambos hombres, oriundos de San Lorenzo, este juicio es algo grave y de suma importancia por lo que representa la palabra y la honestidad para la gente de campo. Sin dudarlo la defensora explicó que los acusados se sienten segregados en sus comunidades por esta acusación cuando se trata de personas más que apreciadas por el pueblo sanlorenceño.
Ni siquiera pueden pensar en ser condenados, por lo que eso significaría para sus vidas. Clara Castañares arremetió en su alocución contra Nicolás Durrieu y afirmó que nunca existió el dolo. La funcionaria judicial le recordó firmemente al abogado porteño que no deben ser los acusados quienes demuestren su inocencia, sino la parte acusadora la que demuestra la culpabilidad. Lo que en este caso es evidente que no ocurrió. El mismo Jean Michel Bouvier explicó que es irracional enjuiciar a los dos gauchos por encubrimiento agravado, mientras el dueño del arma homicida se negó a declarar en el juicio y sin mirar a nadie se retiró a su casa. La defensora oficial explicó que Ramos conocía a Walter Lasi desde hacía más de treinta años y que tomó el arma porque sabía que no tenía papeles registrales, y que ante esto creyó que esos eran los motivos por los cuales Lasi quería ocultar un arma, recuerdo de familia. Su alegato fue puro sentido común. La defensora pidió la absolución lisa y llana de los dos acusados, y expresó tener mucha coincidencia con las palabras de Marcelo Arancibia, respecto al accionar policial y la investigación de Martín Pérez. Sus palabras tuvieron la contundencia de la misma gente que defiende. Para la Defensora Oficial este también es un paso culmine en su carrera judicial. La jornada terminó pasadas las 23. Prácticamente 14 horas de audiencia acumuló este día 32. El juicio terminó. Sólo queda por conocer la sentencia. Y sobre todo queda saber quién mató a Cassandre y Houria.