A diferencia de Cristina Kirchner que arrasó el 1º de marzo pasado, Urtubey inauguró las sesiones ordinarias de la legislatura con un discurso sin mucho contenido, ante casi nada de militantes y de sólo 1592 palabras que nos permiten reproducirlo íntegro.

 “Este año me toca abrir las Sesiones Ordinarias de la Legislatura Provincial en un momento muy especial: los salteños estamos en pleno proceso electoral. Por este motivo, y por el respeto que merecen mis adversarios, he decidido decir unas pocas palabras y no valerme del ámbito más importante de la provincia, sostén y guardián de la democracia, para dar un discurso que pueda ser entendido como proselitista. Me ceñiré estrictamente a lo institucional y no haré nuevos anuncios. Nunca utilicé en forma artera las  atribuciones de mi cargo.

Como  ha ocurrido otros años, encontrarán en sus bancas lo hecho por mi Gobierno en el año 2014. Considero que es la forma más transparente para que cada uno de ustedes pueda evaluar, acordar o disentir con lo realizado.

El 2014 fue un año difícil para la Argentina. La inimaginable extorsión de los fondos buitres generó un clima difícil para la economía que, si bien nunca se tradujo  en la crisis que muchos pregonaban, trajo problemas a los argentinos.

Y ciertamente los salteños no somos la excepción. Nuestro pueblo tiene preocupaciones concretas. Creo interpretarlas correctamente si menciono a la seguridad, al desempleo y a la vivienda como las principales.

Tan concreto como estos problemas ha sido nuestro trabajo en estas áreas. Este trabajo no fue resultado de la improvisación, sino de la permanente planificación. Tienen ustedes los números y los cuadros comparativos de los últimos diez años. Nunca un gobierno entregó tantas viviendas como éste. Al terminar esta gestión habremos entregado un 46% más que en períodos anteriores. Hoy se están construyendo 4075 nuevas viviendas y más de 1500 soluciones habitacionales.

Nunca un gobierno mejoró la formación policial como el nuestro, nunca hubo tantos policías recorriendo ciudades y pueblos de la provincia ni tanta tecnología al servicio de la seguridad de los ciudadanos.  Contamos con más de 11 mil policías, casi 5 mil más que hace 7 años. Los móviles policiales llegan a 850 y cuando comenzó nuestra gestión eran solamente 337 los que estaban en condiciones de operar.  Además ya contamos con 724 cámaras de seguridad en pleno funcionamiento. Antes de fin de años serán 1000.

Quiero mencionar el trabajo conjunto de los tres Poderes del Estado en la lucha contra el microtráfico de drogas. En poco más de un año se detuvieron a 478 personas y se juzgaron y condenaron a 186 delincuentes. No debemos menospreciar al microtráfico. Es ese delito el que envenena a nuestros jóvenes al amparo de un barrio, de un bar, de una casa. El que facilita y promueve un camino que lleva a un daño severo y muchas veces irreparable. Y los salteños, juntos, vamos contra ellos.

Nunca un gobierno luchó tanto por la generación de empleo genuino, el trabajo en blanco o los derechos de los trabajadores a un empleo digno. Hemos y seguiremos apoyando al sector productivo de bienes y servicios a través de créditos, subsidios de tasas, leyes de fomento, asistencia a pequeños productores, creación de empresas sociales, fortalecimiento de las cadenas de valor, capacitación, inversión en infraestructura productiva en caminos, electrificación y riego.  Esto permitió que en la provincia crezca la cantidad de asalariados registrados en el sector privado en un 21%, y que la tasa de desempleo de los últimos dos trimestres del año 2014 se ubique entre las más bajas desde el año 1991.

Pero sé, y no hace falta que nadie me lo diga, que lo hecho no basta. Sé que la droga es un flagelo que corroe a cualquier sociedad y mata a nuestros jóvenes. Que la inseguridad existe pese a todo lo que hacemos. Y tengo muy en claro que la falta de empleo en muchos hogares es una llaga y que decirles a quienes están desocupados que los índices de desempleo bajan auspiciosamente parece una burla.

Mi reconocimiento de esta situación no debe ser entendido como resignación. Todo lo contrario. Conocer todo lo que falta me obliga, me compromete y me da fuerzas para seguir dando batalla sin tregua a lo que aqueja a nuestro pueblo.  No lo hago solo. Lo hago con ese mismo pueblo que me puso en este lugar.

Nuestra calidad democrática vuelve a ser un ejemplo para el país. Las elecciones provinciales de 2015 se realizarán íntegramente con voto electrónico, un sistema transparente que evita el fraude. Un sistema que ha sido criticado por algunos pocos dirigentes pero aceptado por el pueblo y reconocido por prestigiosos expertos argentinos y extranjeros.

En todos mis discursos anteriores ante esta Honorable Asamblea he hablado de la desnutrición. En todos, pueden chequearlo. Jamás oculté el sufrimiento inenarrable de muchos de nuestros hermanos. El hambre no comenzó en el 2007.

Por el contrario, ahí comenzó la lucha en serio y a fondo. No se hablaba de hambre en Salta, simplemente se moría de hambre. Año tras año hemos hecho más y más. Y año tras año han muerto niños. Me desvelan esas muertes. Nos queda muchísimo por hacer. Porque empezamos desde muy atrás. Y el trabajo que iniciamos deberá ser continuado y profundizado durante muchos años. Frente al enorme dolor que producen estas muertes escuchemos a quienes más saben, a quienes son respetados en el mundo entero,  y su opinión sobre lo que estamos haciendo en Salta. No siento ningún orgullo al escucharlos. Simplemente el tenue alivio de haber elegido el camino correcto en esta lucha.

Vivimos en un mundo donde los corruptos hablan de corrupción, donde los ladrones hablan de honestidad, donde los desforestadores hablan de ecología, donde la inequidad parece lo justo. Pero en este mismo mundo están los que nada tienen pero tienen todavía la esperanza, los que muy temprano suben la persiana de su comercio con una sonrisa, los que enseñan y los que aprenden, los que en oficinas o en un taxi trabajan sin parar por los suyos, los que en el campo y contra todo trabajan y dan trabajo digno. Quiero que sepan que yo elijo este mundo y trabajo a destajo por él y por todos los que lo habitan.

Y esta opción, esta decisión indeclinable, nos ha llevado, por ejemplo, a que el transporte público automotor sea gratuito para niños, jóvenes estudiantes y jubilados. Y por cierto nadie verá en un colectivo esas frases lamentablemente usuales del tipo “Gestión Urtubey”. No es un logro mío. Es un derecho de la gente y una obligación para quien gobierna. En ese mismo camino se inscribe la creación del Ministerio de Primera Infancia, la entrega de libros y útiles escolares, el sistema de becas y estímulos a jóvenes que hoy, ahora, están haciendo futuro. En ese camino también está el agua, la luz y el gas que nunca llegaban. Entre las obras que llamaremos a licitación en una semana se cuentan las obras de agua y cloacas para el barrio Floresta, San Lorenzo, Atocha, La Almudena y la 11ava colectora. Y seguiremos trabajando para que lleguen urgente a quienes aún no los tienen.

Algunos se preguntan aún dónde están las obras.  Las obras están en kilómetros de caños bajo tierra, en tendidos de luz, en escuelas y hospitales, en caminos, terminales, parques. Las obras están, cómo dije hace tiempo en este recinto, haciendo que Salta la linda sea también Salta la justa. La obra pública en este gobierno es para la gente, para que toda la gente viva mejor.

Por eso la recuperación de nuestra empresa de aguas. Por eso la recuperación de nuestro hospital. Por eso una provincia sin peajes que nada daban y sólo cobraban. Por eso la recuperación de tierras. Por eso creer en los salteños como artífices de su destino. Esta provincia no necesita gerenciadores, necesita simplemente de todos nosotros.

Mi único compromiso ha sido siempre con los salteños. No me he aliado con ningún sector en particular ni con grupo económico alguno. No acepté el lobby de nadie. Pero creo haber escuchado a todos, aún en el disenso. Y lo hice sin preconceptos ni prejuicios.

He cometido errores. Y me duele haberlo hecho. Y no dudaré en corregirlos hasta la última hora de mi gestión. Les habla un hombre común con una responsabilidad extraordinaria. Y este hombre común sabe que su responsabilidad lo obliga a cambiar lo que se ha hecho mal y a profundizar lo que se ha hecho bien.

Muchos de nosotros nos preguntamos qué aleja a la gente de los políticos. Creo que hay muchas respuestas. Pero sin duda la mentira es la principal frontera. La gente no es tonta. La gente nos escucha. Pero después nos ve. Y el que no sostiene en su vida privada lo que dice en un acto público no tiene retorno. El vínculo se rompe y la confianza se extingue.

Creo, con toda humildad, que debemos trabajar para restablecer ese vínculo que sólo la verdad puede sostener.

Hace algunos años, un sacerdote dijo: “Hay que indignarse contra la injusticia de que el pan y el trabajo no lleguen a todos. Qué triste es cuando uno ve que podría alcanzar perfectamente para todos y resulta que no. En la vida hay muchos que tiran cada uno para su lado, como si uno pudiera tener una bendición para él solo o para un grupo. Eso no es una bendición. Es una maldición. Y fíjense qué curioso: el que tira para su lado y no para el bien común suele ser una persona que maldice, que maldice a los otros y que maldice las cosas. Las dice mal, miente, inventa, dice la mitad.” Ese sacerdote se llamaba Jorge Bergoglio. Hoy Es Su Santidad Francisco. Cuanto debimos escucharlo. Cuanto debemos escucharlo.  Muchísimas gracias.”