El músico salteño fue visto por última vez hace 10 años. Su familia recibe llamados telefónicos anónimos. La investigación continúa estancada y el nombre de un empresario al que varios apuntan, en las sombras. (Andrea Sztychmasjter)

¿Qué sucede con las personas desaparecidas en Salta? ¿Quiénes las buscan? ¿Cómo se activan los protocolos de búsqueda? Las respuestas están en los casos de personas que todavía son buscadas como el de Cristhian Fernando Luna Carrera, visto por última vez el martes 11 de marzo de 2008. Durante 10 años la investigación sobre su paradero no avanzó. No se sabe nada de él y su familia no tiene certezas sobre lo que le podría haber ocurrido. Al momento de su desaparición tenía 32 años, trabajaba como diseñador gráfico y vivía solo en el departamento que su familia tenía en la zona sur de la ciudad, en el barrio Intersindical.

Cristhian figura en el sitio web del Ministerio de Seguridad de la Nación, que brinda poca información ya que su propósito es invitar a que se proporcionen datos sobre su paradero. Sólo mencionan el día que desapareció en Salta. La estatura: 1.70 metros; tez blanca; cabello largo crespo y tatuajes en ambos brazos. Era bajista de la banda local llamada War Angels.

Miriam Carrera, madre de Cristian e integrante de la Comisión de Familiares contra la Impunidad, señaló a este medio que todo sigue igual desde que su hijo desapareció: “La justicia no hizo nada y nunca investigó”. Miriam fue una de las impulsoras de la ley para la búsqueda de personas desaparecidas, de autoría de la exsenadora provincial Gabriela Cerrano, del Partido Obrero (PO). Como muchos familiares que se movilizan cada viernes contra la impunidad, está convencida que la falla principal en estos casos es la tardanza en la búsqueda.

La ley estipula la creación de un protocolo de búsqueda de personas desaparecidas en territorio provincial. El proyecto presentado en el senado por Cerrano en 2015 se aprobó recién el año pasado, y sólo después de que otro legislador lo copiara y lo presentara como propio. El diputado Guillermo Martinelli, autor del proyecto que finalmente se aprobó por unanimidad, señaló que el Senado propuso que en la base de datos del registro también se involucren a personas que pudieran desaparecer durante una internación hospitalaria o de cualquier otro tipo.

Sobre el protocolo de acción, Martinelli declaró que la búsqueda de las personas debe comenzar en forma inmediata y la denuncia debe ser tomada por la institución correspondiente, en caso de no ser así, las autoridades son plausibles de ser acusados de incumplimiento de sus deberes.

La referente del Partido Obrero señaló que en un primer momento se rechazó su proyecto de ley porque aducían que ya existía un protocolo de actuación por los casos de personas desaparecidas y que estaba contemplado en la ley nacional. De esta manera, lxs legisladores provinciales siguieron dilatando un proyecto realizado a medida de la realidad salteña, donde las personas desaparecen “sin dejar rastros”.

“No hicieron nada, es una causa dormida. 10 años después ni siquiera va a prescribir, porque nunca imputaron a nadie. Seguramente en algún momento lo pasarán a archivo. En Salta hay gente que se la traga la tierra”, señaló Gabriela Cerrano ante la desaparición de Cristian y apuntó contra el empresario al que nunca se investigó.

No hicieron nada, es una causa dormida. 10 años después ni siquiera va a prescribir, porque nunca imputaron a nadie. Seguramente en algún momento lo pasarán a archivo.

Empresario no investigado

Desde la desaparición de Cristhian y ante la reconstrucción realizada por la familia de los últimos días que lo vieron, siempre sobrevoló que un “empresario amigo de Juan Carlos Romero” podría saber algo más. La hipótesis que manejó en un primer momento la familia era que este empresario era pareja de la mujer que supuestamente había mantenido una relación con Cristhian cuando desapareció.

El nombre del empresario nunca se dio a conocer en estos 10 años por expreso pedido del abogado de la familia, Juan Pablo Ochoa, quien durante todo este tiempo mantuvo el mismo discurso sobre la investigación del caso. “No se avanzó casi nada, se perdió más el tiempo en cambiar de jueces, no hay imputados, sigue con informativo de ubicación de paradero”.

Tanto el empresario como la mujer que la familia señala como novia de Cristhian declararon pero según el letrado ambos mintieron en sede judicial sobre los vínculos con el joven desaparecido. La chica afirmó que sólo tenía una relación laboral, y el empresario dijo no conocerlo, a pesar de que existía un vínculo laboral. Ochoa recordó que “se advirtieron contradicciones” en estos testimonios, pero “nunca se investigó, nunca se insistió” sobre los motivos. “Se determinó que no estaban siendo absolutamente honestos y sinceros, sobre todo la entonces novia de Cristhian y nunca se le preguntó por qué mintió, qué estaba ocultando y por qué estaba ocultando, pese a la insistencia de nuestra parte”. “En tantos años, ni siquiera se le llegó a prestar atención a los archivos informáticos que Cristhian tenía”, lamentó el abogado, para quien “nunca se lo tomó con seriedad al caso”.

Llamadas anónimas

Las llamadas anónimas al teléfono fijo de la casa de Luna, donde su padre posee una panadería, fueron recurrentes y numerosas. La madre relató sin embargo que nunca se las investigó. En los primeros años en los que desapareció, al sonar el teléfono lo único que se escuchaba del otro lado era una voz que decía “Cristhian”, manifestó Miriam. “Este año volvimos a recibir entre 3 a 4 nuevas llamadas al teléfono de la casa, pero tampoco han sido investigadas”, describió la madre y agregó que actualmente la causa se encuentra a cargo de la jueza  Mónica Mudski. “La misma que tiene el caso de la chica Peñalva”, señaló. El caso estuvo primero a cargo del juez Esteban Dubois, hasta que se jubiló.

Según la madre, cuando su hijo desapareció se enteraron por la mujer a quien consideraban novia de Crishtian que éste había dejado una carta de despedida. Frente a algunos indicios en la misma, la familia sospechó siempre que la carta fuera de él. “Sí era su letra, pero la forma en la que estaba escrita y las expresiones de esa nota no son de mi hijo, hay palabras que Cristhian no hubiera usado nunca, como ‘papá y mamá’. Su costumbres era llamarnos por el nombre: Miriam y Lito”, recordó su madre.

“Crio”, el amigo

“Te conocí hace tantos años que la memoria me obliga a hacer un esfuerzo. Fue en el patio de un kiosco, en calle Urquiza, tenías solo 15 años, pero ya manejabas tu propia plata, producto de tu trabajo desvelado en el horno de tu familia que hacía el pan. Hoy tu recuerdo me quema y por eso voy a contar tu historia”, fueron las palabras que compartió el músico y amigo de Cristhian, Marcelo Farfán.

Recordó que “Crio”, como lo llamaban sus amigos, se volvió un autodidacta de la electrónica con el que modificaba pedales de efectos. Músico metalero, no tan solo tocó el bajo en varias bandas salteñas, también realizaba música con la incipiente programación en computadoras.

“Tatuador por descaradez y talento, no solo llenaste tus brazos de diseños, sino que volviste realidad los deseos de cualquiera que te lo pedía cuando el tattoo aún era un tabú de unión entre las tribus under y no una simple movida estética. Hermano siempre preocupado por tu familia, transpirabas la camiseta durante toda la noche horneando pan, y me diste junto a tu padre uno de mis primeros trabajos”, le agradeció su amigo, quien al igual que su familia se sigue preguntando “¿Dónde está Cristhian Luna?”.