Todo estaba tranquilo y transcurría dentro de la nueva normalidad en ese sector de la policía de la provincia, hasta que sorpresivamente se reincorporaron a trabajar, tres compañeros en cuarentena. Los azules no pudieron disimular la friolera que corrió por sus espaldas frente a la posibilidad de tener que compartir espacios laborales, con las dudas sobre el virus del Covid-19 flotando en el ambiente.

La historia comenzó en la primera semana de julio, cuando frente al hallazgo de un hombre de 58 años sin vida en el interior de su vivienda, en la ciudad de General Güemes. Una amiga del fallecido concurrió a su casa, como lo hacía en forma habitual y al no ser atendida, ingresó con las llaves que él mismo le habría proporcionado y lo encontró sin vida en el suelo, por lo que decidió llamar a la Policía. Se trataba de una persona que trabajaba en el sector de duchas del Estación de Servicios El Jaguel, con estrechos contacto con los vecinos. La noche anterior a su fallecimiento, el hombre presentaba dolor estomacal y le había comentado a su madre, que en horas del mediodía, un camionero le convidó comida, y durante la tarde se empezó a sentir mal y a tener dificultad para respirar.

En el lugar intervino inicialmente personal de Criminalística de la Policía de la Provincia y ante la presencia de indicios de que podría haber sido víctima de un delito, se dio intervención a la Unidad de Graves Atentados contra las Personas. Luego se dio intervención al Cuerpo de Investigaciones Fiscales y el cuerpo del hombre fue trasladado al Servicio de Tanatología Forense del CIF. En el lugar, se trabajó sobre la hipótesis de que el fallecido habría sido víctima de un robo. Nada hacía prever que un hisopado post mortem determinaría la presencia de Covid-19 en el cadáver del infortunado.

Cuando la cabeza piensa y funciona

Pese a que desde el Ministerio de Salud se informó que, si bien los resultados dieron positivos, el paciente murió producto a una enfermedad terminal; desde el Cuerpo de Investigadores Fiscales su titular Luján Sodero aclaró que de acuerdo a los protocolos vigentes por pandemia en el mundo, no se realizó autopsia, ya que al efectuarse hisopado sobre el cadáver, se confirmó que era portador asintomático de coronavirus 2 (SARS-CoV-2). El protocolo mundial establece que la muerte se produce en situación de pandemia, pero no por causa específica de COVID-19.
Ante la evidencia y por expresas disposiciones del Procurador General Abel Cornejo, la directora del CIF actuó en consonancia con el COE, evaluando y entrevistado a cada uno de los investigadores y el personal de seguridad privada, para luego disponer el aislamiento personal y del grupo familiar conviviente de cinco efectivos policiales y un personal privado de servicio de seguridad previos estudios establecidos en el protocolo de actuación.
A la hora de realizar el segundo análisis a las personas aisladas, se determinó que el trabajador del CIF dio positivo, tratándose de un paciente asintomático. Advirtió Sodero, sobre la necesidad de que toda la población extreme los recaudos para evitar contagios, dado que en este caso en particular, el técnico no tuvo contacto con el cuerpo analizado y sí con una muestra obtenida en el domicilio del hombre fallecido en Güemes. “Ello confirma el altísimo riesgo de contagio del virus SARS-CoV-2, que causa la enfermedad por coronavirus COVID-19”, agregó la Directora del CIF. Las seis personas restantes, que oportunamente fueron aisladas, dieron negativo en los estudios realizados por el COE, que autorizó que se reintegren a sus puestos de trabajo.

Cuando la cabeza no funciona
En contraste con las inmediatas disposiciones emanadas desde el Ministerio Público Fiscal a la hora de resguardar a los trabajadores y a la población de un posible contagio, quienes no corrieron la misma suerte, fueron los tres policías (dos hombres y una mujer) pertenecientes al departamento Criminalística de la policía (es conocido en el ambiente, el trato diferencial que tienen los criminalistas que prestan servicio en la justicia, a los que se mantiene en la fuerza).
En este caso, los tres azules fueron convocados a realizar el aislamiento correspondiente, pero sin la práctica del hisopado contemplado en el protocolo. De esta forma, fueron destinados al confinamiento sin recibir ningún tipo de contención frente a los temores normales, de haber contraído la enfermedad.
Fueron inútiles las consultas realizadas por parte de los uniformados, que de sus superiores solo recibieron la reprimenda y una reflexión: “si se contagiaron es porque no se cuidaron”, para no correr con la responsabilidad de que los elementos que se les brinda para tan riesgosa tarea son precarios, y como una simple muestra se pueden apreciar los tapabocas de tela provistos.
Así y todo, pasado el tiempo de aislamiento, los policías fueron convocados a presentarse nuevamente en sus trabajos, sin cumplir el protocolo ya que no hubo nunca un procedimiento de hisopado (ni el primero, ni el segundo que se practica al final de la cuarentena). Parece ser que el argumento de la superioridad habría sido que si querían el hisopado, se lo tendrían que pagar ellos (pese a que como empleados de la administración pública cuentan con la obra social del IPS). En el departamento de salud de la policía consta el alta de salud, pero no figuran los resultados bioquímicos, simplemente, porque nunca se hicieron.
La situación a todas luces, contrasta con las medidas tomadas por Abel Cornejo y Luján Sodero para sus policías, y pone en evidencia una total falta de criterio de la Jefa de Policía Norma Morales que no solo pone en riesgo a su misma planta de personal, sino que también expone a la población, al incorporar a su trabajo a tres personas que estuvieron en contacto con un cadáver con Covid, a quienes no se les practicó los estudios correspondientes y que podrían ser portadores asintomáticos. Una irresponsabilidad alarmante.