Hay figuritas comodines, que pueden responder a cualquier sector. Hay otros más fieles a sus patrones que a sus creencias.  Se vienen varios recambios en la Corte de Justicia de la provincia y los intereses sobran. Por un sueldo mensual que supera los $659.000 por mes hay varios que se anotan.

Lucas Sorrentino

Los ingenuos estudiantes del secundario, que cursan la materia Educación Cívica, deben decir (y quizá también creer) que existe eso denominado divisón de poderes y que los jueces son nombrados solo por sus cualidades y que toman sus decisiones de manera independiente.

Eso pasa en los manuales teóricos. Y nada más.

En la realidad, sobre todo en la Argentina y más aún en la salteña, los nombramientos de un juez de corte es clave para el sector político. Es un lugar fundamental para tener un aliado. Un amigo que garantice la impunidad o que pueda ponerle palos en la rueda al adversario de turno.

Si el nombramiento de un juez pone tenso a todo el arco político, es difícil de imaginar el nivel de strés que habrá si, como todo indica, la mitad de los integrantes de la Corte se jubila o tira la toalla. Un recambio del 50% del equipo.

Todo indica que Guillermo Catalano, Sandra Bonari, Horacio Aguilar y Ernesto Sámson cualgan los botines. O la toga. O la billetera. O lo que sea que caracterice a un juez de corte.

Cuatro puestos: y todos quieren tener a un jugador ahí.

Quienes tienen más chances son las figuras comodines: las que responden tanto a Gustavo Sáenz como para el romerismo. Incluso al urtubeycismo, si es que algo queda de eso. Por supuesto que el cargo más importante es el de la presidencia. La partida del hombre del apellido con rima complicada, Catalano, preocupa a Juan Romero y a Bettina. Siempre fue Romerofriendly y un político necesita eso.

La figura más comodín que podrían encajar a la perfección en el lugar de Guillermo Catalano es Teresa Ovejero Cornejo. Llegó a la Corte en abril de 2018 luego de cumplir la función de Secretaria Electoral desde 1994 hasta su pase al alto tribunal. Su mayor logro fue respaldar el muy cuestionable voto electrónico. Tiene otra virtud: parece ser Romerofan, Urtufan y, definitivamente, no se lleva mal con el saencismo. Además tiene un lazo conyugal interesante: su esposo posee vínculos con la curia. Más comodín no se podía esperar.

Quien tiene reparos a esta postulación es el golfista frutrado,  Fabián Vittar. Está en la Corte desde 2008, casi invisible e inocuo (en la Corte esos no son insultos, sino virtudes). Logró la vicepresidencia segunda y tres renovaciones en el cargo. El otrora político del PRS se permite soñar con ese lugar. Para Vittar sería como hacer un hoyo en uno (algo que nunca hizo)  quedarse con la presidencia de la Corte.

Además de los que ya están en la corte, hay varios outsiders que pisan fuerte.

Un rumor menciona a Pamela Calletti, la recién electa diputada nacional. Pese a que fue la encargada de defender a Salta en el juicio contra Casinos Austria, que la provincia perdió por goleada, es la chica de confianza de Urtubey y no se lleva mal con el saencismo. Algunos hasta creen que sería un alivio para el Frente de Todos que esta chica conservadora se vaya a la Corte de Justicia, donde ganará el doble, casi el triple de lo que percibirá como legisladora nacional.

Ramiro Simón Padrós es otro candidato. El ex fiscal de Estado y candidato a juez de la Cámara Federal de Apelaciones de Salta podría entrar tranquilamente.

Como verán los lectores, esto esta lejos de ser un dream team. Más bien se dirá «es lo que hay».

¿Por qué todos quieren ser juez?

Además del poder, al que muchos aspiran, la otra respuesta es el sueldo. Un juez de corte cobra $659.501 por mes. Un juez gana lo mismo que ganan juntos 27 jubilados que perciben el haber mínimo.

Un secretario de juzgado no se queda atrás: $545.150 por mes.

Alguien se preguntará por qué, entonces, hay renuncias de jueces en Salta. En el caso de Aguilar es fácil pensar que el exabogado de Urtubey debe hacer más plata con sus negocios inmobiliarios que como juez.