Nadie desmiente el rumor sobre la candidatura a diputada nacional de Pamela Calletti. Sin militancia política destacable, tiene una breve pero importante trayectoria en el gobierno. Las posibilidades de la ministra de Justicia se apoyan en sus fuertes vínculos políticos y personales. (Gonzalo Teruel)

Todo periodista sabe que una buena forma de confirmar un rumor, cuando no se tiene otra forma material de hacerlo, es esperar que este sea desmentido. Eduardo Galeano lo sintetizó con maestría cuando escribió “No habrá devaluación, dice, en vísperas de la devaluación, el ministro de Economía. Los militares respetan la Constitución, dice, en vísperas del golpe de Estado, el ministro de Defensa”.

Para confirmarlo entonces, muchos periodistas salteños esperan todavía que se desmienta el rumor sobre la candidatura a diputada nacional de la ministra de Justicia, Pamela Calletti. Pero la desmentida no llega y el desconcierto se traslada ya de las redacciones a despachos políticos donde nadie desmiente ni confirma la versión. Como sea, y ante la ausencia de opciones más solidas, su postulación parece consolidarse y ocuparía el segundo lugar en la lista del frente oficialista en medio de Pablo Kosiner y José Vilariño que buscarán la reelección y conservar sus oficinas en el Congreso de la Nación.

Sin militancia política destacable, Calletti tiene una breve pero importante trayectoria en el gobierno: ocupó un cargo en la Fiscalía de Estado bajo las órdenes de Ramiro Simón Padrós y desde diciembre de 2013 está al frente de la cartera de Justicia. En ese momento, Cuarto Poder describió sus antecedentes y los de quienes renovaron entonces el gabinete de Juan Manuel Urtubey como el ministro de Cultura, Mariano Ovejero. “Los jóvenes tienen una larga lista de coincidencias con Simón Padrós: son abogados, egresaron de la Universidad Católica de Salta, accedieron a becas de especialización en el extranjero a través de importantes y elitistas fundaciones, se especializaron en Derecho Administrativo en la Universidad Austral entre los años 2006 y 2007 y trabajaron junto a Simón Padrós mientras este ocupaba cargos importantes del estado provincial”, detalló un artículo que enojó mucho a los ocupantes del Grand Bourg. Y puntualizó que “Pamela Caletti, fue la Coordinadora de la Fiscalía cuando Simón Padrós la ocupaba y siguieron juntos cuando este asumió en la Secretaría de la Gobernación y Caletti mantuvo el cargo de Consultora Jurídica de la misma”.

Ya en el ministerio, sus esfuerzos estuvieron -y todavía están- dirigidos a concretar la reforma judicial impulsada por los Urtubey, Juan Manuel y Rodolfo, y el procurador Pablo López Viñals. Y, sobre todo, a la aplicación de la normativa de combate al microtráfico de estupefacientes que la provincia presenta como principal estrategia de seguridad. A partir de la comunicación de las estadísticas en la materia es, justamente, que Calletti cobró notoriedad en los medios de difusión. “Desde el 2014 hubo 1.800 causas y 134 sentencias, y los juicios en trámite suman 386” informó el Poder Judicial en marzo mientras que los responsables de la publicidad de campaña pusieron en boca de Urtubey, un par de semanas después, una cifra mayor de “500 detenidos y 180 condenados”.

Hace pocos días la ministra destacó como un gran éxito esa tarea pero confió que la cantidad de condenados por la venta de drogas al menudeo está provocando la saturación de las cárceles provinciales. “A partir de la desfederalización del microtráfico de drogas, el número de detenidos se incrementó por lo que se está trabajando para mejorar las condiciones carcelarias” dijo pero insistió en que es “conveniente que la gente que ponía drogas en manos de niños y jóvenes ahora se encuentre detenida o condenada”.

Ese argumento es compartido por Urtubey en su presentación al gran público -y electorado- nacional en la que siempre cuenta que la provincia adhirió a la Ley Nacional 23.737 haciéndose cargo de los delitos menores vinculados a la tenencia y comercialización de estupefacientes. En los medios nacionales el gobernador explica palabras más, palabras menos, que su gobierno “se hizo cargo” de la cuestión ante la ausencia de verdaderas políticas nacionales y como respuesta autónoma y de corte federal.

Ese acuerdo político e ideológico con Urtubey es lo que da respaldo al nombre de Calletti a la hora de postularla para una diputación. Respaldo que va más allá del propio gobernador. “Hoy los tres ocupan el gabinete, aunque varios aseguran que el padrino de todos es Rodolfo Urtubey padre quien siendo Juez de la Corte, hizo de Simón Padrós y Pablo López Viñals dos fieles discípulos: el primero, en Derecho Administrativo y el segundo, en Derecho Penal”, contó en aquel provocativo escrito Cuarto Poder en referencia a Padrós, Ovejero y Calletti y sus vínculos políticos, judiciales y también religiosos a través de la cúpula eclesiástica.

Sin ser confirmada o descartada oficialmente, una candidatura nacional de la ministra es una posibilidad cierta. La ayuda, además, la ausencia de mujeres de mayor peso específico dentro de los partidos que integran el frente oficialista que debió recurrir a Cristina Fiore, Evita Isa y Susana Canela en los últimos procesos electorales.

Calletti cuenta con fuertes aliados y débiles rivales. Sólo cuestionan su gestión y su falta de compromiso con los reales problemas para acceder a la justicia desde la Comisión de Familiares contra la Impunidad que marcha desde hace largos 3 años en Plaza 9 de Julio y que rompió dialogo con el gobierno provincial hace un par de semanas y organizaciones de género que reclaman mayor énfasis en las políticas contra la violencia hacia las mujeres.

En la interna política, algún sector del propio oficialismo quiere a Sonia Escudero como candidata pero, por ahora, es improbable que puedan convencerla de unirse al urtubeycismo y los renovadores están tan escasos como los peronistas de dirigentes mujeres para ocupar un lugar en la lista. Sólo la figura de Liliana Mazzone que se alineó al proyecto de Urtubey hace pocas semanas y ya lanzó su precandidatura en los medios amenaza su postulación.