Durante la quinta audiencia de juicio declaró un hijo de la mujer y dos motorizados que persiguieron la camioneta manejada por el menor sin poder alcanzarla luego que ultimaran a la docente.
Por Andrea Sztychmasjter
Están sentados todos juntos, uno al lado del otro, los cuatro jóvenes esperan que comience la audiencia y también conocer qué sucederá con sus adolescentes destinos. Eran amigos, conocidos de barrios de la zona sur, del colegio Miguel Araoz, otros pertenecían a un grupo llamado La Banda. Ahora comparten las celdas del penal de Villa Las rosas donde se encuentran alojados hace al menos dos años.
En la sala de audiencias detrás de los jóvenes se encuentran sus madres y una de las novias de uno de ellos que está desde el primer día.
Sentados en la sala de audiencia, solo observan, realizan algún que otro gesto, como cuando Caxal sonríe a Carrizo, cruza unas palabras y le guiña un ojo. Desde atrás se los divisa con el mismo corte de pelo, bien cortito atrás un poco más largo adelante. Dos guardia cárceles a los costados, dos atrás los escoltan todo el tiempo. Éstos trabajadores del servicio penitenciario también se encuentran sentados y tienen casi los mismos cortes de pelo.
La presidenta del Tribunal da un cuarto intermedio a pedido de un defensor, salen casi todos y todas de la sala. Las madres se quedan, los defensores y la querella hablan fuerte justo en la puerta de la sala, se ríen, conversan de otras cosas no referidas al caso donde se encuentran “enfrentados”. Tienen que «despejarse» y además son colegas.
Afuera los familiares de Palomo también conversan pero no tienen la misma cara que lxs abogadxs.
Falso testimonio
Al inicio de la audiencia el defensor de Ian Caro, -el único de los jóvenes que es padre- realizó la petición que el día que se efectué la reconstrucción de los hechos vuelva a declarar el menor «para alcanzar un criterio de lo sucedido». Además agregó que sea objeto de tratamiento de imputación de falso testimonio.
Una persecución de película
Durante la reanudación de la audiencia por el femicidio de Sandra Palomo declararon los dos oficiales de la Policía vial quienes el día del hecho dieron persecución a la camioneta de la señora. Según se desprende de los testimonios y de algunas imágenes aportadas por cámaras de seguridad de la calle, así como de la propia declaración del menor sobreseído, minutos posteriores a ultimar a la señora Palomo, la subieron a la camioneta y la trasladaron, mientras el menor manejaba la camioneta evadieron un control vial apostado en calle Las Bumbunas.
Hector Caliva, Sargento ayudante de la policía, quien en 2019 trabajaba en la división del ejido municipal de la Dirección vial. Declaró que el día del hecho cumplían un turno de 12 horas y al estar ubicado en el punto de Yrigoyen y Bombunas, el cabo Barrionuevo, oficial mayor Guaymas y cabo Impa, estaban abocados a realizar control de alcoholemia. “Cuando llegamos al control vimos al cabo Impa que le hizo la seña para que se detenga, hace la maniobra, la camioneta hizo de estacionar pero salió”.
“Él le dio la señal para frenar, pero sale en velocidad, veníamos a dos cuadras atrás en moto, y de ahí le damos seguimiento. La camioneta pasa por sobre la rotonda, nos saca más distancia. En Pontussi la perdemos de vista, hacia ruta 26, la pierdo de vista”, declaró el oficial que se mostró reticente a brindar más detalles.
El motorizado mencionó que después terminaron haciendo detener a una camioneta equivocada, como la misma era manejada por un hombre mayor, supusieron que no era la camioneta que perseguían. Según describió en su interior el hombre llevaba una torta y estaba intacta. Mientras que por la gran velocidad y las maniobras peligrosas que realizaba el otro vehículo hubiese sido imposible que así se mantenga.
“Dimos aviso por equipo tetra al CCO. Para ver si había más recurso, ahí se cerró (el control trunco). Habrá sido como a las 15,30 hs”, sostuvo el policía y agregó que en su vasta experiencia “Nunca participó de persecuciones de vehículos” de esas características. El oficial aseguró que la persecución fue realizada con balizas y las sirenas prendidas.
Tres bultos
También declaró Barrionuevo sargento policía y otro de los que ese día realizó la persecución de la camioneta.
“A las 15,30 hs aproximadamente en motovehículo nos desplazamos al punto designado en el diagrama. Se encontraba el oficial mayor Guaymas y cabo Impa, al llegar al lugar a 20 metros se observa camioneta que evade el control policial”, describió.
Conjunto con Caliva, salió en procura de la persecución a una distancia de 200 metros. “Tenía vidrios oscuros”, según mencionó.
Ante las reiteradas preguntas si divisó algo adentro de la camioneta, el testigo declaró: “Llego a observar cuando pasa la primer rotonda, se eleva pierde el equilibrio y por la posición del sol se divisa en el interior, tres bultos”. Según manifestó que percibió “podría ser, chofer, acompañante y alguien más atrás”.
Declaró que la camioneta “pasó dos rotondas, la de Yrigoyen iniciando puente de Arenales y la segunda posterior. Quedamos obstaculizados en el semáforo”.
Ante la consulta del abogado defensor de Caxal sobre si el control vial se realizaba siempre en ese lugar, la jueza le consultó cuál era la pertinencia de la consulta: “Me llama la atención el recorrido de la camioneta, quiero saber si el recorrido y el control es habitual”, sostuvo el abogado, a lo que la presidenta del Tribunal le ordenó retirar la pregunta. “No puedo preguntar nada”, sostuvo el abogado José Alejandro Ortín Fernández.
Un hijo que duda de la versión policial
El primero en declarar al reanudarse la audiencia fue Gunther Rauber uno de los hijos de la señora Palomo quien aseguró que su madre tenía pagado un viaje a España que iba a realizar a un mes de su asesinato-: «Lo que sé es que no sé lo que pasó, tampoco tengo claro que fue lo que pasó. Quiero conocer la verdad», sostuvo. El joven indicó que fue la familia quien le terminó aportando datos a la policía sobre la ubicación del celular de su madre. Lo detallado por el hijo da cuenta una vez más de las ineficiencias en la búsqueda de personas desaparecidas.
Sobre la versión dada por el oficial Tolaba de la División de Homicidios– y después tomada por la Fiscalía– acerca de que el menor declarado inimputable y sobreseído de la causa, tenía fascinación por los autos y había manifestado querer manejar uno de gran porte y que el móvil del crimen habría sido ese junto a la asimilación que habría hecho con un suceso de su padre tiempo atrás, el hijo de Palomo sostuvo:
“Cuando viajamos (a Formosa) con policía Tolaba, salió la charla sobre qué es lo que le podría haber sucedido a mi madre y él lo que mencionó es que suponía que había sido el menor y argumentaba que los jueguitos (de videojuegos) son violentos y las películas de zombis. Nos pareció poco serio. Y también nos dijo que le gustaban los autos. Era su argumento y lo que pensaba en base a suposiciones. Lo decía en una forma relajada, entre risas, convencido el mismo que había sido eso”, sostuvo el joven.
El hijo contó todo lo que sucedió el día de la desaparición de su madre. Según declaró esa mañana la mujer le pidió «que lo vea a mi papá mientras ella no esté. Se iba de compras». Eran cerca de las 11.30 hs. A eso de las 2, 3 de la tarde preguntó a su madre a qué hora venía. Ya no le respondía. Llamó a sus familiares; nadie sabía nada.
“Tenía la computadora de mi madre, abierto el mail, tiempo atrás había visto que se podía rastrear el movimiento del celular a través de maps, me fijé y me figuraba un punto que era Cielos del sur. En la medianoche encontré la ruta que había hecho el dispositivo móvil”, sostuvo.
El hijo manifestó que fueron a la comisaría entre las 5 y 6 de la tarde a hacer la denuncia, posterior a eso se dirigieron con su hermano y su papá hacia el último punto que marcaba el dispositivo celular de la madre. Gunter aseguró que la Policía demoró en tomarles la denuncia.
“Iba y venía la policía, iba pasando la noche a las 12 de la noche me comunicó con la policía le digo que había encontrado la ruta a los minutos mi hermano se topó con la camioneta”.
Aseguró que percibió que la camioneta estaba sucia, “como mal lavada” había cosas adentro. Al abrir la compuerta había un detergente en la caja de la camioneta. “Justo cuando llega mi hermano llega un móvil de la policía. Le facilitaron una copia de la llave a la policía. Después llegó el CIF, la policía nos habían pedido prestado prendas de mi mamá, para el rastrillaje, al otro día en Cielos del sur”.
“Junto con la policía nos pusimos a buscar y dos amigos mío. Hasta las 12 del mediodía, después nos volvimos siguiendo la ruta que había hecho el celular para ver si había cámaras y me llama mi tío y me da la noticia”, describió el joven.
Al ser consultado por el entorno familiar. El joven relató que no tenían conflictos relevantes, sólo discusiones propias de cualquier familia. Sobre su padre manifestó que, por su enfermedad, tiene momentos de lucidez pero “él no toma decisiones por sí solo”.