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Caso Jimena Salas: Un vecino de Vaqueros dijo saber quien la había matado

 

Durante la audiencia del martes brindaron su testimonio familiares de Vargas y de Cajal Gauffín. Estos últimos contaron sobre las conductas de un vecino de Vaqueros quien le aseguró saber quiénes eran los asesinos, aunque su testimonio no fue tenido en cuenta por investigadores porque consideraron que el hombre divagaba. (Andrea Sztychmasjter)

Durante el primer día del juicio al declarar el imputado Nicolás Cajal éste nombró al hombre a quien ya había mencionado durante su testimonio ante la fiscalía – en diciembre del año pasado- después de conocer los elementos de prueba que forman parte de la causa. Se trata de un vecino de Vaqueros citado hoy por el primo de Cajal de nombre Jorge Calo.

El primo de Cajal relató que este hombre se comunicó con él y su esposa para comentarles que él sabía quiénes eran los asesinos de Jimena. Según relató el familiar del imputado, Calo le comentó que un hombre con un perrito se había presentado en su domicilio con el mismo modus operandi retratado por varias vecinas. Calo se había puesto en la tarea de investigar el asesinato y para ello incluso hasta tomó huellas de un hombre, después desechadas por los investigadores. Según dejaron entrever, tanto Cajal como la Fiscalía, los comentarios de este vecino de apellido Calo no podían ser tenidos en cuenta de forma seria pues, tal como lo asentaron fiscales, el hombre había aducido conocer también datos sobre la causa Nisman.

Los familiares de Cajal que hoy declararon definieron a Calo como que no era de Salta sino de Buenos Aires y que su carácter es “particular”, contaron además que en un primer momento exteriorizó que su interés en buscar datos sobre el crimen se debía al cobro de la recompensa: “Nos volvía locos. Eran muchas llamadas”, describió el primo de Cajal y aseguró que Calo además poseía una forma especial de expresarse llegando a emplear terminología policial tales como “¿me copiás?”.

Vargas y las tareas de “contrainteligencia”

Durante la jornada también declaró el comisario Sergio Costello, integrante de la División Homicidios e investigador del CIF. El comisario que retrasó su testimonio por varios días detalló que realizó informes sobre los registros de las tarjetas de SAETA de Sergio Vargas durante algunas horas del día del crimen y especificó de acuerdo a esos registros el derrotero que había tenido Vargas ese día desde que sale de su vivienda en San Benito hasta llegar a Vaqueros. El comisario manifestó que hubo incongruencias entre lo declarado por Vargas y lo analizado en los registros.

Con un cuidado discurso el comisario evidenció claras inferencias personales sobre las conductas de Vargas el día del hecho. Señaló que de acuerdo a su experiencia de 20 años en investigaciones, lo que se encontraba haciendo Vargas en Vaqueros el día de hecho se asimilan a tareas de contrainteligencia policial para sacar información: “Estuvo preguntando por algunos nombres de personas aunque él argumentó que era para ‘romper el hielo’ (…)”, señaló que esa conducta es similar a lo que hace personal policial de calle. Relató como una conducta “común”  de “inteligencia simulada” estar incursionando a cara descubierta en la zona, tal como lo realiza personal policial de civil en determinadas circunstancias, ya que explicó es una forma de exponerse y mostrarse para luego poder decir que estuvo haciendo otra cosa.

Durante la audiencia también declararon familiares de Vargas, una ex concubina quien marcó que el imputado tenía una perimetral, que la había violentado y que le mentía en diversas oportunidades. Señaló que Vargas se desempeñaba como albañil pero que familiares suyos le habían comentado que también vendía medias en la peatonal.

Posteriormente declaró el hijo de la expareja, quien aseguró que nunca tuvo buena relación con Vargas por su vinculación con personas del ambiente delictivo, su actitud “prepotente” y violenta con su madre y su hermano.

Confirmó que no les brindaba lo necesario para su sustento y que con posterioridad al femicidio de Salas, fue invitado a comer a la casa del imputado por su nueva pareja. En la oportunidad le exhibió una importante cantidad de dinero (no pudo especificar cuánto y cuando le preguntó por el origen, le dijo que provenía de un robo. Ratificó además que manipulaba armas blancas.