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Caso Cristian Gallardo | La tortura como derecho policial

Un testigo clave fue detenido irregularmente un día antes de declarar. Un video que delata golpes y pedido desesperado de auxilio del joven. Caños de pbc como elemento para golpear. Primera semana del juicio contra cinco policías y un civil por la muerte de Cristian Exequiel Gallardo.

Por: Andrea Sztychmasjter

Minutos antes de su muerte Cristian pensó en su mamá, la invocó; quizás se sintió cuando niño al vernos indefensos pensamos en mamá, la única que puede defendernos, la que nos brinda cobijo y protección frente a cualquiera que quiera hacernos daño.

Cristian de 23 años, padre de dos hijos de 7 y 2 años minutos antes de su muerte, minutos antes de ser detenido, golpeado y arrojado a la cúpula del móvil donde perdería su vida, gritó con las pocas fuerzas que le quedaban “Mamá, mamá, ayuda”.

El relato fue testificado durante la segunda audiencia de debate por dos vecinas que habitan la casa de Finca Independencia donde la madrugada del 25 de agosto de 2019 Cristian Gallardo fuera detenido y visto por última vez con vida.

Ricardo José Antonio Llaves, Ricardo Ezequiel López, Lucas Maximiliano Ozuna y Jorge Antonio Olea, son los policías imputados por el delito de homicidio culposo en concurso ideal con vejaciones calificadas en perjuicio de Cristian Exequiel Gallardo. También están siendo juzgados Elio Maximiliano Moya, por falsedad ideológica en concurso ideal con encubrimiento agravado, y Ángel Ismael Lozano, por falso testimonio en concurso ideal con encubrimiento.

 

Hacía dos días que Cristian había regresado de Embarcación. Empujado por el desempleo y las ganas de querer buscar un mejor futuro para él y su familia había estado trabajando durante seis meses como peón rural en el interior provincial. Durante esos meses mandaba dinero para sus hijos y se encontraba alejado de su grupo de amigos, de las fiestas, el alcohol y las drogas. Durante esos dos días estuvo con su familia, su madre, sus hermanas, la madre de sus hijos -una joven con la que había compartido unos 9 años de noviazgo- , sus amigos del barrio y sus compañeros; como una premonición de su despedida. 

Estrategia policial

Fue el suboficial principal Carlos Enriquez, testigo presentado por la defensa de los policías imputados quien convalidó la principal estrategia defensiva de los efectivos acusados. Cristian como muchos chicos de las barriadas periféricas y populares de la ciudad solía juntarse con un grupo de amigos en la vereda de alguna casa con cervezas de por medio. Para Enriquez la banda de amigos era una “pandilla o patota”, “consumidores de sustancias y diariamente cometían hurtos a los vecinos”. Para Enriquez la casa en donde esa madrugada Cristian junto a otros dos jóvenes entraron escapando de la policía era un “aguantadero”.

La principal estrategia defensiva de los policías apunta a instalar que el joven padre era consumidor de sustancias ilícitas y ladrón, junto a su grupo de amigos a quienes y según declaró frente al Tribunal de juicio, en diferentes oportunidades habían detenido. También según ratificó en su testimonio el suboficial, en otras oportunidades los propios vecinos habían evitado que algunos jóvenes de la barriada sean detenidos. Como si se tratara de una guerra entre dos sectores; la “familia policial” por un lado, los pibes del barrio por otro.

El policía aseguró que durante sus 15 años trabajando en la zona conoció bien a Cristian Gallardo a pesar que realizaban numerosas e incontables detenciones de jóvenes. Dijo conocer también a todos los policías imputados pues trabajaban en la misma dependencia en diferentes horarios. El día del hecho él se encontraba esperando que el móvil en el que se manejaban los policías implicados en la detención de Cristian regresara a base para realizar el recambio. Según declaró el móvil con los policías del grupo de apoyo policial GAB no regresó porque le informaron “había tenido un inconveniente”.

El fiscal Leandro Ramos fue muy preciso al realizarle consultas al suboficial Enriquez, le consultó sobre los protocolos vigentes que realizan las fuerzas policiales ante las detenciones, sobre quien es el encargado de autorizar las detenciones y sobre las armas autorizadas y las armas que se encontraban en el móvil policial.

El policía respondió que de acuerdo al contexto, es el policía de mayor jerarquía quien decide o en su defecto el de mayor experiencia, que existen tres tipos de armas no letales autorizadas además del arma reglamentaria; se trata de marcadores tipo paintball, RCH de aire comprimido, y escopetas calibre 12, también dijo que los miembros policiales utilizan tonfas. Al ser consultado sobre el uso de caños de PBV como elemento, el testigo policial declaró: “He visto en los móviles ese tipo de elementos”.

La audiencia de debate se desarrolla con tribunal colegiado integrado por los jueces Roberto Faustino Lezcano (presidente), Maximiliano Troyano y Norma Beatriz Vera (vocales). Por el Ministerio Público interviene el fiscal Leandro Flores. La defensa de los acusados está en manos de Marcelo Arancibia (Llaves y Moya) y Ariel Vázquez (Olea, López, Ozuna).

Un testigo clave detenido

Durante la jornada estaba previsto la declaración de un testigo habitante de la casa donde fue detenido Cristian. El joven era amigo del barrio y testigo ocular del hecho junto a dos hermanas que si declararon.

A consulta de la jueza vocal Norma Vera mientras una de las hermanas declaraba, se informó que el testigo se encontraba detenido. Según refirió a la prensa una de las hermanas presentes, se anotició que la noche anterior había sido detenido de su domicilio de manera irregular.

Testigos de la detención

Durante la segunda audiencia de juicio también declararon dos hermanas que habitan la casa de Finca Independencia donde Gallardo fue detenido. La primera testigo dijo conocer de vista a dos de los policías imputados y señaló que conocía a Gallardo porque vivía a la vuelta de su casa.

La testigo relató lo que pudo observar el 26 de agosto de 2019, alrededor de las seis de la mañana, cuando la víctima junto a otros dos jóvenes entraron a su casa intempestivamente escapándose de la policía. Detrás de ellos irrumpieron cuatro policías. Cuando ella se levantó vio que dos de los chicos huían saltando una tapia. Gallardo se quedó oculto adentro y los dos policías que reconoció en la sala lo sujetaron para sacarlo. Dijo que el joven se agarró de la puerta de la heladera, resistiéndose, y entonces uno de los uniformados lo tomó del cuello con el brazo, mientras el otro lo levantaba de los pies. Afuera, Gallardo logró zafarse y uno de los policías cayó al piso. El joven se sujetó de una reja para impedir que lo subieran al móvil. Finalmente lograron reducirlo y lo pusieron en la caja, boca abajo.

La mujer relató que cuando quiso consultarle  a los policías por qué habían ingresado a su domicilio de esa manera uno de ellos le gritó: “Puta apañadora de chorros”. Mientras que a uno de sus hermanos un policía le dijo que ya iban a regresar por él.

Durante la jornada también declaró un bioquímico que tuvo a su cargo el análisis de muestras de sangre extraídas al cuerpo de la víctima. Indicó que el estudio arrojó un resultado positivo para alcohol (1,99 gramos por litro) y para drogas de abuso o psicofármacos (cocaína). Con relación a la sustancia química detectada, el testigo aclaró que los resultados obtenidos no permitieron precisar la vía de ingesta ni se pudo cuantificar la cocaína presente en el cuerpo. Sostuvo que la sustancia encontrada podría estar relacionada con el consumo de pasta base, cloridrato o con el hábito del coqueo.

También declaró una vecina del barrio quien pudo filmar por unos segundos los gritos de auxilio desesperado que Cristian Gallardo efectuara arriba de la furgoneta policial. La testigo relató que esa madrugada se levantó por los gritos que el joven realizaba y por su ventana vio que se encontraba agarrado de las rejas para que los policías no lo detengan, mientras uno de los efectivos se trepaba por el techo. Declaró que los policías le lanzaban golpes al costado de la panza y en la cara y entre dos lograron que Cristian se soltara de las rejas y lo empujaron para subirlo al móvil policial. El joven cayó en el suelo de la camioneta boca abajo, y casi sin poder respirar por los brutales golpes.

En el video viralizado y transmitido en la sala de juicio se ve la silueta de la camioneta y se escuchan gritos de dolor junto a fuertes golpes.