La candidata del Partido Conservador Popular, Susana Del Frari se filmó bajando carteles políticos de postes de luz, una acción peligrosa y demagógica que contradice su rol de periodista en un medio que, paradójicamente, factura por publicitar a otros candidatos.
En una peligrosa mezcla de populismo y oportunismo, Susana Graciela Del Frari, candidata a concejal por la lista 19 del Partido Conservador Popular, decidió que su forma de hacer campaña sería retirando carteles políticos con sus propias manos. Escalera en mano, y con una cámara capturando cada segundo para redes sociales, Del Frari protagonizó una escena que roza el absurdo: poniendo en riesgo su seguridad y la de cualquier vecino que la imite, todo para mostrarse como la justiciera del espacio público.
Amparada en la Ordenanza 13.777, que prohíbe cartelería en postes y bienes públicos sin autorización, la candidata denunció la falta de controles municipales. Pero fue más allá: ofreció una moto Zanella 110 como premio a quien más afiches retire, incentivando una competencia que puede terminar en accidente. ¿Puede una aspirante a concejal realmente promover este tipo de prácticas, sin asumir la responsabilidad por las consecuencias?
Más grave aún es el conflicto ético que rodea a Del Frari. Además de candidata, es periodista en un medio digital opositor que factura publicidad de los mismos candidatos cuyos carteles ahora manda a quitar. ¿Cómo se concilia esa doble vara? ¿Cómo puede hablar de limpieza y legalidad quien cobra por pautas mientras sabotea a la competencia desde su propia campaña? Si Susana Del Frari quiere hablar de transparencia, debería comenzar renunciando a la publicidad política en su medio.
Esta forma de hacer campaña no solo llamó la atención por su singularidad, sino también por los riesgos concretos que implica. Subir a postes de luz sin protección adecuada, incitar a terceros a hacer lo mismo por un premio y promover la remoción de carteles en plena vía pública, son acciones que pueden derivar en accidentes o conflictos legales. A esto se suma el hecho de que Del Frari continúa ejerciendo funciones periodísticas en un medio digital que recibe ingresos por publicidad política, lo que instala un serio conflicto de interés. Su rol como comunicadora, candidata y promotora de esta iniciativa genera interrogantes sobre los límites entre lo que se denuncia y lo que se practica en su propia estrategia electoral.