Por Alejandro Saravia
Vivir en nuestro país tiene, a veces, cosas buenas, no todo es malo. Como los problemas nunca se resuelven y vivimos como en una calesita -la que a menudo es chocada- siempre esos mismos problemas retornan. O bien, si estamos cerca del eje de esa calesita, se mantienen ahí, a mano, casi en el mismo lugar, de modo que lo que dijimos o pensamos hace mucho tiempo sigue siendo aplicable sin interesar qué cantidad de ese tiempo haya transcurrido.
Hace mucho de ese tiempo, antes de las elecciones presidenciales de 2019 escribimos una columna titulada “LIDERAZGO” en cuyo primer párrafo decía, textualmente, que “…De cara a las elecciones presidenciales de este año la Argentina política afronta dos problemas críticos: Cristina y Macri. Ambos, protagonistas de una grieta por ellos mismos alentada y que entorpece, mucho, el andamiento virtuoso del país…” A casi cuatro años de eso, seguimos igual.
Aún más, allí, agregábamos que “…Nuestro país, cualquier país no puede hacer proyectos a futuro pensando que, como una Penélope colectiva, lo que se teje de día se desteje de noche. Es decir, que lo que hace uno de los extremos de la grieta mañana lo va a deshacer el otro extremo. Con ese panorama, es obvio, a nadie se le puede ocurrir invertir acá o ni siquiera ahorrar en moneda nacional…”
Como ven, todo igual. Empantanados. Recordemos que Penélope era la mujer de Ulises, quien se había ido a la guerra de Troya, narrada en la Ilíada de Homero, y su regreso a Ítaca, su reino, narrado en la Odisea, había llevado algo así como diez años. Mujer paciente. Casi tan paciente como el pueblo argentino respecto de su dirigencia. La cuestión es que la pobre Penélope tejía de día y destejía de noche una manta para distraer a los Milei de esa época que la pretendían, a ella y al reino de Ulises, a quien se creía muerto. Así estamos nosotros también. Tejiendo y destejiendo. Así nos va.
Y uno de los tantos problemas que tenemos es, precisamente, el del liderazgo. Una masa crítica de dirigencia que sepa hacia dónde ir y cómo hacer para llegar a ese lugar al que hay que ir. La cuestión es que el saber a dónde ir y el cómo llegar, debe ser antes de iniciar la marcha, la caminata. Porque si no se sabe, lo más probable es que se camine en círculos y siempre se vuelva al punto de partida. Con el agravante de que estaremos peor porque las caminatas cansan.
A lo del saber hacia dónde ir y cómo, lo digo precisamente por Macri y por Fernández de Kirchner, ambos dedicados a la literatura. El primero con un libro ya producido, titulado PRIMER TIEMPO, mostrándonos el subconciente del narrador en cuanto a que lo que más le interesa es el fútbol, lo demás habrá de darse por añadidura. Y, pronto a aparecer ya, el próximo 18, su segunda producción, titulada PARA QUÉ. Cristina Fernández, en cambio produjo sólo uno, SINCERAMENTE, y su otra obra es más circunstanciada ya que es a través de los 280 caracteres de twiter, instrumento mediante el cual lo hizo presidente al otro Fernández, a Alberto.
A ambos autores les digo: DIME DE LO QUE TE JACTAS Y TE DIRÉ DE LO QUE CARECES. Si se necesitó titular Sinceramente un libro político es porque de eso se careció. Y lo mismo el Para Qué. Como dijimos, el para qué y el cómo debe ser conocido antes de gobernar. Y eL gobierno debe ser sincero, verídico, no un puro relato.
Esa es la explicación de por qué estamos como estamos y el por qué, también, de que el aparato que mejor nos describa sea una calesita.