Hay que tener una mezcla de prestancia y flema para andar como si nada, luego de haber perdido una veintena de millones en un episodio sumamente oscuro. O bien algún tipo de resignación como la de haberse abandonado a lo que defina el porvenir, sea esto lo que sea. Si cabe imaginar, diríamos como en el final de “Casta de malditos” (The Killing), aquella inolvidable película de Stanley Kubrick.
Los días de PP Alferi parecen transcurrir por estas mismas coordenadas descriptas en el párrafo anterior. Camisa a cuadros, jean desteñidos y un cierto aire desprolijo al vestir. Horarios parlamentarios extendidos hasta el borde de la etapa vespertina, ya casi llegando a la noche. Merienda con su hija en el bar del Automóvil Club Argentino, en medio del bullicio en las mesas vecinas, con hipótesis, preguntas y previsiones acerca del epílogo del caso y el humor actual de su ex Jefe.
Lo que pasó aquella madrugada del 21 de enero, en una de sus casas ubicada en calle Junín al 1300 continúa siendo una incógnita que intentan resolver la fiscal Ana Inés Salinas Odorisio y la Unidad contra el lavado de activos de la justicia federal. A lo largo de 16 años en los que ocupó la Secretaría administrativa de la Cámara baja, Alferi percibió haberes por lo que hoy podrían ser unos $ 30 millones. Citamos este dato, ya que el otrora hombre de confianza de Manuel Santiago Godoy en sus años al comando del cuerpo esgrimió este dato como el origen de tal fortuna multimillonaria.
A la espera de la resolución del caso por “efracción”, José Alferi aguarda a que se resuelva lo que pasó en aquella noche que intentó irse a los brazos de Morfeo y a medio camino se halló atado, amenazado por tres personas violentas, dentro de una de sus casas. Un misterio a dilucidar, incluso para él mismo, como diría el protagonista de “La Ventana secreta”. Y así está la cuestión, a más de un mes del Alferi Gate.