El padre de Cassandre Bouvier, una de las jóvenes francesas que fue violada, torturada y asesinada en Salta, en julio de 2011, exige la reapertura de la investigación.

Impedido de viajar a la Argentina a causa de las restricciones impuestas por la pandemia, Jean-Michel Bouvier envió una misiva al presidente Alberto Fernández. Se hizo pública el 26 de julio, fecha que la familia considera es la que corresponde a la de la muerte de Cassandre.

La intención del padre era la de rendir homenaje a su hija y a su amiga Houria Moumni, al pie del monumento que recuerda su memoria, obra de un artista expatriado, que fue erigido hace algunos años en la Quebrada de San Lorenzo.

A pesar de los serios problemas de salud que lo aquejan, Bouvier no ha querido que este aniversario transcurra de la misma manera que los anteriores. A través del Embajador argentino en Francia, gestionó un encuentro con el presidente Fernández, la vicepresidenta Kirchner e, incluso, con el Gobernador de Salta, Gustavo Sáenz, en el que no solo planeaba exigir a los mandatarios, en su carácter de jefes de Estado, la reanudación de la frustrada investigación del crimen, sino un compromiso por la pronta puesta en libertad de Santos Clemente Vera, uno de los hombres que cumple con una injusta condena a prisión perpetua, sin ninguna prueba científica que acredite -ni siquiera de manera indiciaria- su participación en la masacre.

Entre los puntos más críticos de la carta, y en un claro mensaje a las autoridades de la Provincia de Salta, aparece nuevamente la denuncia de «maquinaciones policiales contra los acusados», así como «el recurso sistemático» a la tortura, que el padre francés califica sin dudar como «indignos de un Estado de Derecho y contrarios a los derechos humanos».

TEXTO COMPLETO DE LA CARTA DE JEAN-MICHEL BOUVIER

Al señor Alberto FERNÁNDEZ, Presidente de la Nación Argentina

Soy el padre de Cassandre BOUVIER, una de las dos víctimas, junto con Houria MOUMNI, del crimen de las turistas francesas, ocurrido en la Provincia de Salta en julio de 2011.

Más que una hija, he perdido a una cómplice intelectual. Desde aquel sábado 30 de julio de 2011 -la fecha siniestra en la que me enteré de su asesinato- vivo condenado, a perpetuidad, al sufrimiento, a las lágrimas, a la desesperanza, a la depresión…

Solo la gracia de los niños pequeños o el conocimiento de una injusticia reparada en alguna parte del mundo consiguen secar mis lágrimas por un instante.

Cassandre era un alma bella. Mejor que yo -que soy evidentemente parcial- sus amigos(as) han encontrado las palabras adecuadas para describirla. De entre ellas he elegido aquellas que resonarán en usted ya que se encuentran en el corazón de su misión: Ella amaba la tolerancia, la libertad de pensar y de actuar con respeto hacia los demás. Ella detestaba la injusticia y sus consecuencias: la pobreza, la marginación, la exclusión. Amaba buscar aquello que permitiera a las personas desfavorecidas superar su condición. Le gustaba ser solidaria con todos los que sufrían y hacer cosas por ellos. Amaba descubrir la vida de las personas, su cultura y defender esta diversidad…

La muerte de Cassandre y Houria es una injusticia que todavía espera ser reparada. Su memoria exige esta reparación. La Argentina que amaban está en deuda con ellas.

Desde 2011 viajo regularmente a Buenos Aires y a Salta para exhortar a las autoridades nacionales y provinciales argentina a la transparencia de los hechos y a la exhaustividad de las investigaciones. Asistí al juicio oral en 2014. Hasta mi muerte voy a rendir homenaje a los tres jueces que emitieron un veredicto justo fundado exclusivamente en la presencia o ausencia de evidencias científicas incontestables. Ellos también han sacado a la luz las maquinaciones policiales contra los acusados y el recurso sistemático a métodos de interrogatorio (torturas físicas y psicológicas) indignos de un Estado de Derecho y contrarios a los derechos humanos. A pesar de mi edad, del progresivo deterioro de mi salud y de los obstáculos a los desplazamientos que ha erigido la pandemia de la Covid-19, no renunciaré jamás a pedir a las autoridades argentinas que investiguen seriamente los hechos para que la verdad de lo que realmente ocurrió sea por fin conocida y que todos los responsables de los crímenes y sus cómplices (cualquiera sea su rango social) sean juzgados conforme lo prescriben las leyes.

Francia ha hecho justicia a la Argentina al extraditar a Mario SANDOVAL. Argentina debe ahora hacer justicia a Francia dilucidando las condiciones reales de las ejecuciones de Cassandre y Houria. Argentina también debe corregir la injusta suerte de dos de sus propios ciudadanos. Daniel VILTE, total y justamente absuelto de los crímenes de Cassandre y Houria, debe ser indemnizado por el daño sufrido por una pena de prisión de casi 3 años por nada. Clemente VERA, absuelto en primera instancia y puesto en libertad, fue reencarcelado a pesar de que no se han presentado pruebas científicas incontestables en su contra. Los ADN no identificados que fueron descubiertos por los peritos franceses, y que no fueron unidos a su investigación por un juez de instrucción parcial, deben servir para la confección de retratos robot. Ellos permitirán reorientar la investigación. Las muestras de ADN no estudiadas, que fueron perdidas por el Poder Judicial de Salta y luego encontradas recientemente en una de sus cajas fuertes, deben ser sometidas sin demora a un doble peritaje (argentino y francés).

Aceptar sin reservas las sentencias del Poder Judicial de Salta pronunciadas en perjuicio de Clemente VERA sería una afrenta contra el derecho fundamental a un juicio justo. Negarse a reanudar las investigaciones para conocer toda la verdad sería: por un lado, insultar la memoria de las dos víctimas y despreciar a sus familias; por otro lado, supondría ofender a la Justicia internacional.

Espero con impaciencia la decisión de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Este tribunal no puede convalidar las deficiencias y debilidades de los procedimientos policiales y judiciales de la Provincia de Salta. Legitimarlos constituiría una denegación de justicia. Sería como destilar el veneno del resentimiento en el corazón de las mujeres de todo el mundo y principalmente de las mujeres argentinas. Privar de libertad a un hombre sobre el que no pesa ningún cargo fundamentado es un dolor adicional para mí. La duda siempre debe beneficiar al acusado. En nombre de este principio, Cassandre hubiera querido que Clemente VERA fuese liberado.

Muy respetuosamente,

Jean-Michel BOUVIER

En París, el miércoles 2 de junio de 2021.