Maximiliano Mamaní, artista, creador de Bartolina Xixa, convocada para la Bienal de Berlín describe: “Nuestro arte no es placentero porque nuestras vidas no han sido placenteras”. (Andrea Sztychmasjter)
Maximiliano Mamaní de 25 años, nació en Tilccara, Jujuy, es profesor de danzas folclóricas y estudiante de Antropología en la Universidad Nacional de Salta, se identifica como “marica de la Puna”. A través de la música, el baile y sus raíces del lugar que lo vio nacer, este artista que realza los valores indígenas logró crear algo que le hizo trascender fronteras. Bartolina Xixa una cholita paceña que mueve sus polleras a la par del viento. Bartolina además intenta incomodar y provocar. El sentido: denunciar desde la periferia hacia el centro “los achaques y males” que vienen padeciendo.
Su madre, Marisa Jurado, contó que lo vio por primera vez vestido de Bartolina en Salta y se puso muy contenta al verlo representar a una mujer valiente y luchadora. Hace unas semanas curadores de la Bienal de Berlín ubicaron su video de una coreografía en los basurales de Hornillos, y lo convocaron para la edición de este año, postergada por la pandemia: “Mientras hacíamos los últimos choris para el día del padre jujeño, me llega la noticia que estoy seleccionado para ser parte de la BIENNALE de Berlín Alemania 2020. Lavo la última tripa y me busco entre los nombres de la lista y allí estoy.
La radio canta una cancioncita de esas movilonas y bailo feliz y sucio estás alegrías. Faltaba terminar limpiar pero no puedo esperar y le digo a mi padre que me retrate en ese mismo momento donde la realidad es tan contrastante.
En fin está a 340 el Kg de chorizo para el que quiera comprarnos!
Una MARICA CARNICERA EN la Biennale de Berlín!, contó Maximiliano en sus redes sociales.
El arte de la incomodidad
Al responder amablemente algunas preguntas, Maximiliano refuerza eso que también refleja en una de ellas, su paso por la universidad pública le ha permitido por sobre todo poder contar y exteriorizar las cosas que siente, piensa y vive. Aunque esto no necesariamente sea un acto racional; esa racionalidad empareja al academicismo, puesto que según comenta deja espacio para el dejar transcurrir, dejar ser, dejar fluir; el estar haciendo.
“La universidad influyó mucho en la forma de poder decir las cosas que siento, que voy viviendo y pensando. Eso es algo que debemos celebrar, tener una universidad pública y gratuita. No es fácil acceder a la universidad y si bien es pública y gratuita debemos pensar qué otras cosas también influyen en la construcción de esos espacios”, describió que es la primera generación de su familia en poder ir a la universidad y tampoco le ha sido fácil la cursada.
El artista asegura que Bartolina surge a partir de ello: “Sale a partir de un set medio hibrido, medio monstruoso, que toma elementos del conocimiento académico, pero lo quiere transitar por otros espacios, lo quiero transitar por el cuerpo, por los decires, por los barrios, por mi casa, por la mesa de mi casa, que se pueda sociabilizar y salir de ese hermetismo que tiene la academia. Siento que la universidad me ha influenciado en mi forma de pensar y construir pero es también necesario pensar una universidad que pueda tener otras aptitudes y entender otros conocimientos que también están presentes.”.
En ese sentido describe una forma de arte que le es cercana: “El arte de la periferia o de los periféricos vendría a ser la posibilidad de poder construir nuestras formas, nuestros haceres, nuestras artesanías, nuestras formas de expresión siempre vinculados desde donde nos ha tocado construir. El arte de la periferia desde esa precariedad, desde esa falta de un montón de cosas, necesidades y hambres, surge y brota desde la orilla, desde los bordes. Viene a hablar de eso y de que podemos empezar a pensarnos y encontrarnos desde esas orillas y desde allí preguntarnos qué queremos hacer desde acá. Nos permite poder encontrar las denuncias y los achaques que tenemos a las desigualdades que vivimos para que este arte tenga un sentido, el sentido de denunciar los males que venimos padeciendo”.
Aunque la concepción de que el arte debe incomodar no es nuevo y lo repiten artistas de diversas disciplinas, Maximiliano le imprime su impronta al mezclar sus experiencias situadas en donde emergen la clase, la raza, el género y la sexualidad. Pese a ser presentado en diferentes medios de comunicación como la “drag folk”, “la drag queen indígena” o la “transformista anticolonial”, asegura que hoy en día se identifica más con el concepto de “marica”.
“El arte que se construye desde la periferia y que se llega como noticias hacia los centros siempre debe tener la posibilidad de pensarse desde la incomodidad. Nuestra arte no es placentero porque nuestras vidas no han sido placenteras. Nuestro arte tiene hambre, falta de cariños, caricias y abrazos. Nuestra arte debe buscar no solamente adornar de cosas bonitas para que el centro pueda vernos pintorescos”, manifiesta.
Identidades fluidas
Maximiliano asegura que hay muchas cosas que no pasan solamente por la racionalización de las explicaciones que se puedan dar. Que las personas tendemos siempre a definir a lxs demás y como dice una frase de Simone de Beauvoir “definir es limitar”. Aunque en un primer momento se nombró como drag, menciona que “la gente puede definirme desde los parámetros y su forma de concebir; se lo permita. Eso no significa que yo sea lo que ellos quieren que yo sea, sino que ellos pueden decir lo que quieran de lo que yo puedo ser y yo puedo ser más corrosible y más fluido en cuanto a mi encontrarme y construirme”.
“A mi en un primer momento la gaycidad me sirvió para entenderme pero después empecé a entender que la gaycidad que se construye en estos presentes tiene cortes occidentales y bastante coloniales. En ese sentido uno se vuelve más artesano de su identidad. Yo me defino desde marica porque me permite ser un poco más corrosivo, más fluido como agua que transita, a veces va a veces viene, a veces reposa, a veces salpica. La mariconería y el encontrarse del ser marica me permite esas posibilidades. La gaycidad siento que ha sido muy comida por las lógicas capitalistas, netamente comerciales y occidentales (…)
Al ser consultado sobre el trabajo de Dyhzy, hije del hoy presidente Argentino, el artista considera que es una “pregunta rara” pues describe hay otras drag en el medio, aunque señala que no ha podido ver su construcción más allá de lo que presentan los medios: “pienso que su drag no está hablando de ser el hijo del presidente sino que está hablando de ser el mismo. Y esta bueno que podamos hablar de él, desde el y con él sobre todo (…)
Sobre su propia construcción identitaria, Maximiliano menciona: “Yo podría dar un argumento de porqué elegí drag queen pero en el fondo eso nace tallado por sentires, sensaciones, charlas, no nace precisamente por construcciones de corte de argumentos. Ahora no me defino como drag queen y lo suelo decir, es un arte totalmente distinto a lo que yo hago y tiene otros tópicos que quiere tocar. En un primer momento me pensé desde lo drag como una posibilidad de nombrarme, pero somos muchos más corrosivos en lo que hacemos, no somos algo definido (…)”.
¿Qué rastros siguen vigentes aun hoy de la colonialidad? El artista mencionó que “Más que pensar en rastros como si fueran simples rasguños que quedaran, como si fueran algunos pedazos que estuvieran presentes en la realidad, lo pensaría más en términos estructurales, porque lo que queda de la colonia sobre todo son estructuras que siguen definiendo, organizando y sociabilizando las formas que vamos entendiendo de este presente”.
Fotos: Las imágenes son de MAFIA