El arte alternativo en Salta acecha cada vez con mayor fuerza al canon tradicional, que además de abundar en ponchos, cerros y metáforas bucólicas, realza la figura de la masculinidad hegemónica y de la mujer subordinada. Mujeres artistas, autogestionadas y feministas subvierten esa lógica.  Andrea Mansilla

El escenario artístico alternativo en Salta viene creciendo exponencialmente. Sin la ayuda de políticas públicas que fomenten las expresiones emergentes, artistas de distintas disciplinas organizan ferias y muestras colectivas. El poncho, la vasija de cerámica y todo lo relacionado a “lo tradicional” no tiene ya lugar en estos nuevos espacios que proponen una visión antagónica a la pretendida salteñidad que parece ser sólo un producto para el turismo. Sin fines parricidas, una nueva generación de artistas ofrece una mirada feminista no sólo en la materialidad de sus obras sino en el acto mismo de la organización autogestiva entre mujeres.

Mujeres brujas

En esta nueva oleada de artistas está Macarena Escudero, una dibujante de casi 29 años que, además, tiene un local de ropa que le permite vivir, en el sentido más materialista del término: “En Salta no es fácil vivir del arte; con los tiempos que corren, es difícil que alguien que no sea un coleccionista de arte te compre un cuadro”, afirma Maca mientras termina un dibujo en su local. Además de la ropa, Astro hace las veces de galería de arte y las paredes están pobladas de dibujos de todos los tamaños.

Empezó a dibujar desde muy chica y asistió al taller azul, de Silvia Katz. Como un juego, Maca cuenta que no podía estar sin un papel y un lápiz en la mano. Decidió mostrar a otrxs sus obras cuando tenía 18 años, se formó como autodidacta y tuvo la posibilidad de montar al menos cuatro muestras individuales. Al mismo tiempo, a Macarena le interesa compartir sus dibujos en muestras colectivas cada vez que se le da la oportunidad. “En el circuito alternativo es difícil que alguien te compre una obra pero creo que a todo el mundo le gusta el arte. A la gente le gusta ir a los eventos de artes combinadas (poesía, música, diseño textil) y en esas ferias hay propuestas accesibles como stickers y remeras que ayudan muchísimo a la difusión del arte en Salta”, comenta. Se refiere a la proliferación de eventos artísticos como Empoderarte, Sustancia o la Riot Grrrl en los que participa siempre que puede.

La mayoría de sus dibujos trazan los cuerpos de las mujeres y seres andróginos que están conectados con la naturaleza, el deseo y la sexualidad. También encuentra en sus dibujos una perspectiva ocultista que tiene sus bases en la historia de las mujeres perseguidas durante siglos por “brujas”. En suma, su obra tiene que ver con la mujer y su relación con los elementos, la alquimia del cuerpo, su historia.

Decididamente feminista, la obra de Maca dialoga con su posicionamiento político y es difícil apartar la vista de sus dibujos cargados de detalles que resignifican los cuerpos.

La obra Exhalaciones es su preferida, porque al contrario de otros procesos creativos, el de esta obra fue más rápido y simple: “Lo maravilloso de esta obra para mi es que nunca me peleé con ella, no la critiqué demasiado y además fue el disparador de una serie más grande que tiene mucho que ver con mi historia”. Recreando algunos espacios de la Quebrada de San Lorenzo, municipio en el que se crió, esta obra fundacional es la que mejor la representa.

Transformar el terror

La mirada de Sacra, para quienes no la conocen íntimamente, es difícil de sostener. No tanto porque transmita incomodidad sino porque es tan profunda que unx se siente desnudx frente a esos ojos verdes muy grandes para una cara pequeña que disimula sus 28 años.

Más tímida de lo que parece, relata en voz bajita que cuando cursaba el segundo año del profesorado de arte en el Tomás Cabrera decidió dejar la carrera y pintar por su propia cuenta: “Sentía que no me alcanzaba y como acababa de dejar otra carrera, me deprimí mucho con esa decisión. Hoy siento que fue la mejor que tomé en mi vida”, cuenta. Se formó de manera autodidacta y asistió a los talleres de Laura Ázaro y Fernando Soria, en los que descubrió que era la pintura lo que la movía a crear.

Sacra encontró en la pintura una forma de canalizar el terror que le producían los ataques de pánico y las pesadillas que tenía durante ese doloroso proceso. Sin embargo, sus cuadros no representan escenas macabras, sólo sombras y tristezas, sino una multiplicidad de lugares resignificados.

En la muestra recientemente montada en el salón de la Cámara de Diputados de la ciudad de Salta, Sacra expuso una serie de pinturas en colores flúor que representan para ella esa transformación del terror: “En Neón (como se llama la muestra) intenté mostrar que esa energía negativa podía resignificarse; durante el proceso creativo pinté sobre las cosas que me hacían bien, las cosas que necesitaba en ese momento y también las que quería dejar atrás”. Con una numerosa convocatoria, Neón tuvo como protagonistas obras de mujeres amamantando, otras con el pañuelo verde de la Campaña Nacional por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito y niños en espacios rodeados de fractales. Fue la primera muestra individual de una artista que viene participando de muestras colectivas y eventos de artes combinadas.

Para Sacra, las mujeres de su familia (su madre, su abuela, su hermana) marcaron a fuego su cosmovisión de la vida, y en ese sentido su obra representa personajes femeninos relacionados con todas las facetas que ella considera valiosas: la maternidad, la decisión de no ser madre, la lucha, la luz y la oscuridad.

A diferencia de otrxs artistas, Zacur vive de sus pinturas y los trabajos que hace con ellas y eso supone también un trabajo sistemático para cubrir los cuadros por encargo, las camperas pintadas a mano que luego vende en una tienda de indumentaria masculina, las clases que brinda en el taller que tiene en su casa y, por supuesto, las pinturas que quiere mostrarle al mundo.

Arte en todos lados

En estos múltiples espacios autogestionados, distintas mujeres proponen una mirada feminista del arte salteño, un lugar que hasta ahora parecía eminentemente masculino y tradicionalista. Lo resignifican nombrando lo que nunca antes había sido nombrado: la disidencia, la mujer como sujeto político, las mil caras de la maternidad y la desacralización de los cerros.

En ese contexto, otra artista se posiciona fuerte: Luisina Moiraghi, nació en Tucumán pero está radicada en Salta y a través de sus dibujos se apropia de las paredes de esta ciudad. Su arte impacta y descoloca, descarna lo visceral y reconfigura los espacios en los que se monta. Luisina, como corresponde, no pide permiso y atropella la visión con sus dibujos. “Dedicarme al arte no fue una decisión sino una transición. En mi familia hay mujeres artistas y eso permitió que tuviera un contacto muy temprano con el arte”, cuenta Lu.

La necesidad de crear espacios alternativos está muy presente en cada palabra que expresa Luisina: “creo que es muy importante llevar el arte a la calle porque no todas las personas pueden acceder a un museo y el diálogo con la obra es primordial”, enfatiza. En consonancia, Lu buscó formatos accesibles y que puedan montarse en cualquier lado, como una pegatina gigante en una pared, que obligue a la gente a vivir con el arte.

Además de generar un currículum, algo muy importante para poder vivir en algún momento del arte, esta artista apuesta a la autogestión porque cree firmemente en que los espacios alternativos son los más propicios para el arte genuino, lejos de las lógicas del mercado comercial que muchas veces atenta contra lo espontáneo en pos de lo socialmente aceptable.

Sus dibujos son una mezcla de todo lo que consume y no están trazados por una isotopía sino que son propuestas abiertas a la interpretación. Hace hincapié en la simbología de lo onírico, el oscurantismo y efectos psicotrópicos pero asegura que sus dibujos no tienen de base un mensaje político o ideológico. Por el contrario, sus acciones con el arte sí persiguen un fin político en tanto buscan la accesibilidad y el efecto inmediato en quienes transitamos la urbe salteña. De hecho, la pegatina es lo que más le gusta hacer porque le permite un diálogo más inmediato con la gente que pasa por la calle. Eso sin contar que es más barato, más cómodo y más fácil para irrumpir los espacios de los que Lu sabe apropiarse muy bien.

Su trabajo de diseñadora gráfica  la ayudó a fusionar su arte con mensajes explícitos o fanzines que acompaña con ilustraciones propias. Es precursora del mercadito gráfico editorial, un espacio para publicaciones gráficas independientes con formatos accesibles para el público que este sábado estará abierto en la Casona del Sur desde las 16 con entrada gratuita.

Para vivir del arte, dice Lu, la clave es no quedarse quietx. La autogestión es la alternativa que ella ha encontrado para poder vivir de la ilustración en un ambiente monopolizado por los hombres. La nueva oleada de artistas mujeres e identidades disidentes no se queda quieta y arremete con todo logrando por fin que los cerros no las encierren.