A propósito de la denuncia de la escritora Leticia Martin en su columna semanal en Perfil hablamos con la docente universitaria Betina Campuzano.
Andrea Sztychmasjter
El viernes 16 la escritora Leticia Martin denunció en su columna semanal en Perfil (titulada, en este caso «Nadie lee nada») que la empresa de Jorge Fontevecchia le adeuda seis meses de pago por sus colaboraciones, por las que encima sólo cobra 50 mil pesos mensuales. Tras 12 horas de estar publicada, las autoridades del medio censuraron la nota.
Más allá de los aspectos partidarios que derivaron de esa nota: en su pelea con Fontevecchia el propio presidente Javier Milei retuitió la nota burlándose del medio del periodista empresario. Más allá de esos aspectos, nos interesa indagar sobre el profundo mensaje que Martin nos dejó.
El profesor de Filosofía Luis García reflexionó sobre esta columna y señaló que pese a las condiciones culturales de la crisis de la lectura y del ocaso de la atención; las condiciones materiales de precarización extrema de los trabajadores de la palabra (docentes incluidos): “Esta nota aparece como un pequeño agujero en la gruesa malla de sinsentido que aqueja nuestro vínculo con la palabra. Es una nota triste, pero que regala alegría: algo puede la palabra aún. Sacudir, llamar la atención, viralizarse para denunciar la viralización, desear salud en un medio enfermo, expresar algo valioso en medio del desprecio y de la pérdida de todo valor. A pesar de que cualquier cosa puede ser dicha, algo puede, sin embargo, ser dicho”.
Pulsión
Por su parte la Profesora en Letras (UNSa) y Doctora en Humanidades (UNT) Betina Campuzano al ser consultada por Cuarto Poder, consideró que el eje de la columna de Martin está en el vínculo entre escribir y esa pulsión por escribir. “Aunque es profundamente pesimista la nota, en realidad también tiene algo de que te repara, que es esperanzador, porque la escritora, la periodista, va a seguir escribiendo, es más fuerte que ella, es una pulsión de vida que hay en la escritura, lo que muestra que en realidad la palabra sigue siendo eficaz a pesar de”.
Lectura-escritura-lectores
Campuzano señaló que se evidenció el vínculo entre lectura, escritura, lectores pero también de la paga por eso, del trabajar de eso.
“No es solo un tema de la palabra, de la lectura, sino que me parece que tiene que ver con lo que significa la presencia, por supuesto, de los lectores, pero también del vínculo que hay en la escritura y el pago de la escritura. Esa relación de quién escribe, de quién lee y, por supuesto, del pago, del reconocimiento”.
La lectura en la Universidad
La docente referenció que al analizar la lectura en los jóvenes y en los ámbitos universitarios emergen muchos factores sociales actuales:
“En el caso de la carrera de Letras, en realidad tenemos menos ingresos. Eso puede estar dado por muchísimas cuestiones que tienen que ver, por supuesto, con el deterioro económico, con el desfinanciamiento, pero también con que la gente no puede estudiar o bancar una carrera, más una carrera en el caso de Letras que empieza a alargarse justamente porque la lectura requiere mucho tiempo. Creo que hay otra temporalidad que está vinculada justamente a la necesidad de salir y trabajar rápido, y creo que ese tipo de cuestiones se notan mucho en un ingreso, por ejemplo, en una carrera como Letras, que precisa un tiempo considerable para poder sentarte a leer”.