En una ciudad rusa las fuerzas de la ley no saben qué hacer para sumar efectivos. Ya nadie quiere ser cana y esto preocupa a las autoridades. Extrañamente la ola de delincuencia decae.
Tula es una ciudad con no más de medio millón de habitantes y está ubicada a unos 165 km al sur de Moscú. En ese apacible lugar las fuerzas del orden ven cómo su número reduce año a año.
El decaimiento de la cantidad de policías tuleños, aseguran los vecinos consultados por nuestros enviados especiales, se debe a que “la gente se ha dado cuenta que puede vivir sin necesidad de que los caguen a palos, repriman, amenacen y todas esas cosas que la cana de Tula solía hacer”, comentaron a este pasquín.
Otros más radicalizados opinan que “toda la yuta es puta”, y por ello adhieren a la desaparición de la fuerza en la ciudad que otrora fuera morada del excelso escritor Leon Tolstoi, quien a su vez, dicen los más viejos del pueblo, era reacio a la ley. “Don León se la pasaba tirando la bronca a la yuta, una vez hasta se afanó una gorra de un cana estando en pedo, se puso en bolas y se la colgó de la chota en medio de la plaza”, comentó Mijail Tukulin a El Polichombi.
Mientras, desde la policía ya no saben qué ofertas hacer para que se sumen a la fuerza. “Intentamos con dejar que viajen gratis en el transporte público, no funcionó. También intentamos con asegurarles un sueldo por más que se rasquen en la calle y se la pasen pelotudeando con el celular, no hubo respuesta. También probamos con darles piedra libre para que revienten a toda la negrada mujik, pero ni así se quieren poner el uniforme los vagos”, dijo el oficial Piotr Ratinski, preocupado por el futuro de la policía en el pueblo de Tula.