Lo presentado como una “exitosa experiencia” para combatir la desnutrición infantil fue denunciado por más de 80 organizaciones en lo que consideraron una operación del agronegocio tratando de encubrir sus prácticas nocivas. Quienes son los ideólogos detrás de este laboratorio de pobreza y hambre. Andrea Sztychmasjter

“Magdalena esponjosa, de sabor a vainilla, limón y dulce de leche, que logró la aceptación entre los niños wichis que se estaba buscando” fue la descripción que brindó la subsecretaria de Medicina Social de Salta, Gabriela Dorigato y agregó: “Primero eran unas galletitas que resultaban muy duras, así que tuvimos una entrevista con la empresa pidiendo que fueran más  esponjosas, con menor líquido para que tuviera más durabilidad”.

Lo que omitió decir la funcionaria es que la magdalena (muffin) llamado Bloque Nutricional para combatir la desnutrición infantil es un panificado a base de soja. También olvidó decir que las magdalenas son fabricadas por la empresa Monte Lirio, ubicada en Lobos, Provincia de Buenos Aires industria perteneciente al ingeniero de alimentos Federico Petraglia, uno de los ideólogos de este “alimento”.

Otro de los propulsores de este experimento es el médico Antonio de los Ríos integrante de la Mesa Interministerial de Emergencia Sanitaria del norte provincial, ex secretario de servicios de Salud de Salta y hermano de Martín de Los Ríos, actual ministro de Producción y Desarrollo Sustentable, presidente de Propuesta Republicana (PRO) y dueño de una de las empresas de fumigaciones más grandes de la provincia. 

La firma EL REJUNTE SRL tiene como socios a los hermanos Martín, Luis y Guillermo De los Rios y se dedica a actividades múltiples como: Servicios de pulverización y desinfección, servicio de labranza, cosecha, siembra, maquinaria agrícola y cultivo de maíz y soja.

El investigador Sergio Ferrari junto al ministro de Salud de la provincia de Buenos Aires, Nicolás Kreplak, completan este combo de responsables del “ensayo” suministrando este producto a 30 niños wichis categorizados como
desnutridos, del poblado de Alto La Sierra en Santa Victoria Este, donde las necesidades básicas insatisfechas, el hambre y la pobreza sumados a la falta de agua potable hacen de la zona uno de los lugares con mayor índice de muertes por desnutrición infantil.

El agronegocio fabricando un alimento con soja

La tecnología aplicada a los alimentos se configura no por nada como una de las carreras del futuro. La Ingeniería en  alimentos ha surgido como rama especializada para articular la producción de alimentos en todas sus fases: obtención de materias primas y bienes intermedios; transformación física, química o biológica de aquellos mediante procesos industriales; y el envasado y distribución de los productos de cada etapa. También utilizando diferentes tecnologías se producen alimentos para las intervenciones nutricionales que pueden reducir la malnutrición a corto y mediano plazo y la tecnología es empleada ya por organizaciones internacionales como Médicos sin fronteras con amplia experiencia en recuperación de desnutridos utilizando alimentos en base a maní.

En una carta pública que presentaron 85 organizaciones médicas y sociales piden que se deje de usar este producto tecnologizado a base de soja y que se presenta como forma de muffin o magdalena ya que según explican, la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) no recomienda el consumo de soja en niños de 2 a 5 años debido a que se “generan alteraciones hormonales”.

“No se necesita que el agronegocio argentino invente ahora un superalimento basado en soja”, afirman en el comunicado.

Además, exponen que “nuestra soja transgénica está cargada de residuos de agrotóxicos, las últimas mediciones conocidas daban 96 miligramos de glifosato por cada kilo de poroto de soja, glifosato que daña el desarrollo cerebral e induce cáncer”

Según denunciaron las organizaciones, el gobierno bonaerense experimentó con niñes de Salta pero busca incluir este producto en escuelas rurales marginadas de la zona.

Además, recordaron que en 2002 –bajo la presidencia de Eduardo Duhalde- se intentó utilizar “soja solidaria” para paliar el hambre. Además, la soja transgénica que utilizan para este producto tiene una carga de residuos de agrotóxicos que no fue testeada y que convertirá el consumo del suplemento nutricional en un micro envenenamiento continuo”.

“En tal sentido, el bloque nutricional propuesto y que se rechaza va a contramano de ese acceso que debe asegurarse por el Estado”, aseguraron.

Diferentes investigaciones y especialistas indican que la soja no puede solucionar la desnutrición infantil y no reemplaza a los alimentos básicos. En Argentina, el 95 % de la soja es transgénica, forrajera y su principal destino es alimentar ganado vacuno, porcino y avícola, y la producción de aceites industriales.

De laboratorio

El investigador Ferrari al defender la magdalena señaló que el producto “es un panificado muy especial” y “garantiza la nutrición para que los chicos puedan ser todo lo que puedan ser (…)”. Según explicó, la provincia de Salta se encuentra muy castigada con el arsénico en agua, microorganismos y metales pesados y el muffin al ser un producto directo que no necesita de agua ni tampoco ser calentado es de fácil consumo. Lo que el investigador dijo sin decir es que lxs niñxs utilizadxs para este experimento no tienen acceso a agua potable ni a cocinas ni a alimentos de verdad para que su dieta y salud no se vean perjudicadas.

Rodolfo Franco, médico que trabaja en Salta junto a las comunidades wichí describió: “Los pueblos indígenas necesitan su monte para alimentarse. Ya se lo han quemado. Las políticas públicas para combatir la desnutrición no debieran ser estos bloques de soja sino tratar de recrear grandes lugares donde puedan tener sus plantas antiguas, que tengan parcelas grandes de territorios para tener una réplica del hábitat antiguo anterior a la sojización”.

Un informe revela que, durante 2019, se perdieron 80.938 hectáreas de bosques en las cuatro provincias con más desmontes del país: Chaco, Santiago del Estero, Formosa y Salta.
Durante 2019, Santiago del Estero perdió 25.513 hectáreas (ha) de bosques; Formosa, 23.521 ha; Chaco, 17.240 ha y Salta; 14.664 ha.