En la tierra de la connivencia con el narcotráfico y el delito organizado, la policía considera que puede transmitir “valores perdidos” a niños y niñas de entre 6 y 13 años. Durante la visita de Javier Milei a Salta, algunos miembros de la policía infantil fueron fotografiados portando boletas de La Libertad Avanza. ¿En qué se sustentan los llamados Cuerpos de Policía Infantil?

 

La deducción más primigenia que se impone en el ideario general toda vez que se debate sobre seguridad indica que, lo opuesto a ser ladrón, es devenir policía. Aun cuando la evidencia y los antecedentes de estos últimos no los alejen mucho de los primeros.

La provincia de Salta sostiene desde hace más de 30 años espacios institucionales orientados a sustentar esta idea. Les llaman Cuerpos de Policía infantil y funcionan como enderezadores de la niñez, la cual presuponen despojada de valores como el respeto y la disciplina. El mensaje del Estado es que, a falta de estructuras reales de contención, el destino de muchos niños, niñas y adolescentes podría ser la delincuencia; y que, por tanto, el adoctrinamiento policial es el único resorte para evitarlo. ¿Hace falta aclarar a qué clase social está destinado este sistema educativo paralelo basado en la proliferación de minicomisarías?

En la provincia de Salta el primer cuerpo infantil de estas características fue creado en 1990 por el Comisario Principal Roberto Manuel Miranda. Para el año 2010, el número de divisiones ya ascendía a 75 y, en la actualidad, existen 294 brigadas en las que están involucrados 5.600 niños y niñas uniformados.

El objetivo de los escuadrones de infantes quedó muy bien plasmado en la Resolución Nº 546/90 que dio vida a la Policía Infantil en Salta: “Su misión es incorporar a la niñez como participante activa en la acción preventiva policial, persuadiéndola al rechazo y apartamiento de conductas antisociales y delictivas, creando un ambiente adecuado a fin de que el niño a medida que avance en edad y conocimiento vaya descubriendo los auténticos valores de la vida y comprendiendo la importancia de la función policial en el mantenimiento de la paz social”. Resulta extraño que nadie haya llamado la atención sobre los alcances del concepto de “acción preventiva policial”, como así también que no se hayan contemplado varios aspectos de la Ley 26.061 de Protección Integral de NNyA. Sin embargo, la evidente falta de contención que alcanza a una buena parte de la infancia salteña, hace que no sea difícil inferir por qué un número considerable de padres encomienda su hijos a la tutela policial.

Niño, policía y ¿libertario?

Tan extendida e institucionalizada está en Salta la existencia de los niños y niñas policías, que hasta tienen un día propio: el 13 de octubre se celebra el Día de los Cuerpos de Policía Infantil. Este año, los festejos coincidieron con la visita del candidato presidencial de La Libertad Avanza, Javier Milei, quien encabezó una caravana desde el aeropuerto al centro de la ciudad y, posteriormente, un acto en el monumento a Güemes. Previo a eso, el candidato ultraderechista pasó por el Hotel Alejandro I, distante a unos pocos metros de la central de Policía. Allí se realizaba el agasajo por el día de las infancias azules y, por momentos, los minipolicías se entremezclaron con adherentes a Milei.

El periodista Alexis Miranda captó una postal que levantó controversias de todo tipo: Entre la multitud, un grupo de niños que pertenecen a la comisaría N° 40 de Salvador Mazza repartió boletas del candidato de La Libertad Avanza. Desde el destacamento aún no dieron explicaciones sobre el hecho, aunque se supo que estaban en la Capital para participar del desfile por los 33 años de la Policía Infantil.

Cuestionamientos

Los Cuerpos de Policía infantil, así como los de Gendarmería infantil que existen en varias provincias, acumulan serios cuestionamientos por parte de organizaciones civiles, de DDHH y de protección de la niñez. Desde el Comité argentino de seguimiento y aplicación de la Convención internacional de los derechos del niño (Casacidn) consideran las policías infantiles “una aberración”. “Los niños deben aprender valores en la escuela, en la familia, entre ellos, en espacios de educación no formal, pero no por la Policía, que está muy cuestionada en Argentina”, sostiene la directora ejecutiva de Casacidn, Nora Schulman.

“Creemos que este tipo de actividades, en coincidencia con las familias, vulneran los derechos del niño al ser expuestos a situaciones nada acordes con su edad y a este adoctrinamiento encubierto por parte de las autoridades”, agrega.

Las policías infantiles estaban extendidas en el norte del país, pero fueron erradicas por decreto junto con la gendarmería infantil en 2011, durante la gestión kirchnerista. La única provincia que decidió seguir adelante fue Salta, a quienes muchos consideran una “pionera”.

Para Norberto Alayón, profesor de Ciencias Sociales de la UBA, “indudablemente se tiende a fortalecer y reproducir en la sociedad -desde la propia infancia- un estilo de comportamiento cultural que privilegia una férrea disciplina militarizada, basada en el orden, las órdenes y la rigurosa obediencia”.

Y añade: “Para ello se cuenta con la aceptación activa de algunos pocos y también con la aceptación pasiva de la mayoría de la población, que por diversas razones no llega a advertir los riesgos que estas prácticas contienen y dejan de levantar una voz siquiera de alerta y rechazo ante este avance, crecientemente extendido, que pretende imponer una concepción militarista de la vida y la familiarización con las armas, aunque no las porten ellos, desde la más temprana edad”.

Efectividad cero

La amplia tolerancia social a estas prácticas contrasta fuertemente con su falta de efectividad. Si se mide el beneficio social de los mini-escuadrones en función de sus supuestos objetivos -prevenir el delito y las malas conductas-, la experiencia es un completo fracaso.

En las últimas tres décadas el delito no sólo aumentó en los barrios salteños, sino que además, la falta de prevención resultó ser una de las grandes falencias en materia de Seguridad. Salta está entre las primeras provincias con mayor índice de delitos contra la integridad sexual por cantidad de habitantes. Además, ocupa el sexto lugar en el puesto nacional por delitos de trata. Antes de dejar su cargo, el exministro de Seguridad, Abel Cornejo, aseguró que en Salta “la frontera se corrió 300 kilómetros”. Por su parte, el Procurador General, Pedro García Castiella, advirtió que en el norte “el crimen organizado hoy en día está prácticamente convertido en un polirrubro”. Ni hablar de las escandalosas cifras de femicidios y denuncias por violencia intrafamiliar o de género que ingresan diariamente a la OVIF.

Tal vez sea hora de que el Estado tome las riendas de la prevención en serio en lugar de descargar, con un evidente sesgo de clase, esa responsabilidad en los niños, niñas y adolescentes salteños.