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A un año del frenesí

Reseña de “Diario de un tiempo mesiánico”, de Paula Puebla y Julia Kornberg, el libro de crónicas sobre el mundial de Qatar 2022, escrito a cuatro manos y editado por 17 Grises.

Por Mario Flores

Durante las tardes calurosas en la 13° Feria del Libro de Santiago del Estero me había puesto una meta: “Tengo que vender este libro”. En el stand de Editorial Nudista, compartimos el espacio para exposición y venta con algunos libros de 17 Grises, editorial independiente de Bahía Blanca cuyo catálogo de no ficción se aproxima a lo portentoso. Las novelas de Farrés y Conde de Boeck no admitían letargos, y del catálogo bahiense los libros de Lo Presti y Canal Feijoo se iban rápido. Pero yo quería vender este libro. De este lado del mostrador, no dejaba de recomendarlo y esperaba que alguien se lo llevara. Una portada imposible de pasar por alto: el fondo celeste y en medio la copa del mundo, el minimalismo hecho frenesí y recordatorio del estallido histórico de la alegría albiceleste. Spoiler alert: no vendí este libro. Cada vez que alguien se abalanzaba sobre el volumen con la copa del mundo en la tapa, apenas veían los nombres junto al logo del sello, retrocedían. “¿Son mujeres?”, preguntaban los que recorrían la feria con camisetas alternativas y remeras de Messi. Yo les explicaba: “Sí, son dos excelentes escritoras, mujeres y contemporáneas, y hablan de fútbol”. Los varones dejaban el libro entre los demás, suavemente pero con cierto tono de desprecio. Las mujeres, en cambio, hojeaban un poco, pero esbozaban muecas de incomprensión. Yo lo había adquirido en la Feria de Editores (agosto de 2023), y después de devorar en el vuelo de regreso las crónicas que Paula Puebla y Julia Kornberg intercambian como mensajes anclados en un nexo de afectos y símbolos, me parecía inaudito que la gente no lo arrebatara del stand.

Tengo muy pocos libros relacionados con el fútbol. Novelas como “Suárez en Kosovo”, de Eric Barenboim, o el relato “Camilo” de Alejandro Zambra, están atravesados por el universo futbolero aunque no sean narraciones futbolísticas. Por eso, leer “Diario de un tiempo mesiánico”, de Paula Puebla y Julia Kornberg, es una experiencia de lectura que ratifica la experiencia de la conmoción. Una en Buenos Aires, la otra en Nueva York: en medio, el mundial, millones de personas que se agarran la cabeza y las calles de un país colapsadas después de cada victoria.

“Casi todo lo escrito sobre fútbol se vuelve aburrido y predecible. Toma una forma costumbrista que, salvo que uno sea profundamente varón (if only) o estudie la disciplina como en una misión antropológica, se vuelve de difícil acceso. Nosotras no entramos necesariamente a esas formas de costumbre y tampoco nos interesa tanto hacerlo”, comienza la introducción del libro. Entre partido y partido, ambas autoras construyen una bitácora de problematizaciones sociales del ser argentino en la lejanía de Las Mil y Una Noches, reflexionan sobre este peso histórico de la pelota en el nacionalismo machista, pero no por eso dejan de festejar: este libro es un monumento a ese mes que concluyó en una marea de energía y convulsión argentina. “¿Cómo entonces, nos preguntamos, escribir sobre fútbol hoy?”, es la pregunta inaugural. Y será necesario también preguntarnos, a un año de aquella victoria que se empecinaba en vaticinar resultados por el vicio de la esperanza y la credulidad elegida, cómo leemos sobre fútbol: qué autopsia literaria puede pensarnos como sujetos espectadores y partícipes de esa épica.

No es de sorprender que en el norte del país, en las comarcas feudales por excelencia, se mantenga tan saludable el prejuicio sobre el rol de las mujeres en el deporte: no veo a ningún varón quejándose de que un grupo de chicas les ocupe el turno en una cancha de fútbol cinco, pero a la hora de construir un libro el enfrentamiento es otro. La disección de la épica se vuelve territorio de la testosterona y no de la racionalización: inspeccionar nuestro pensamiento nacional a través del juego de las patadas no es exactamente un homenaje constante por amor al frenesí, sino recordar para volver a emocionarse -porque está permitido emocionarse y gritar un gol, todo lo que hacen los intelectuales- pero también plantear una reversión, un paralelismo. Este libro está compuesto por 15 crónicas que van desde el acto de apertura en Qatar hasta las visiones de drones de aquella muchedumbre enardecida que revoleaba banderas en el Obelisco. Lo resumen parafraseando a Bakhtin: “Esta Copa del Mundo en Qatar parece alterar el orden mundial y de lo conocido, en un carnaval bíblico en el que hemos aprendido a no dar nuestros prejuicios por sentado”.

A diferencia de otros libros sobre el Mundial de Qatar, que buscan reconstruir lo anecdótico desde la autorreferencialidad (dónde estabas y con quién cuando ganó Argentina, en qué posición de la mesa se sentaron al ver los partidos, qué porquería es la que adorna tu televisor, y demás nimiedades que no hacen a la reflexión sino a la dialéctica del video reacción, ver al veedor) cuando no desde el chauvinismo circunscripto, “Diario de un tiempo mesiánico” es un libro que celebra pero también acerca un ángulo crítico sobre la representación y la representatividad, la figura que oscila entre lo real, lo imaginario y lo simbólico, y cómo se convive entre todo ese maremágnum histérico y pasional, consciente de su grandeza y del hambre que sufre. En la crónica que corresponde al encuentro final (Argentina – Francia, 18 de diciembre de 2022), nos encontramos con este (genial) análisis: “A esta altura de la novela bélica en que se había convertido la final de la Copa del Mundo, muchos hubiesen dejado de leer en un gesto de rechazo al exceso de épica. Pero la historia, la verdadera, parece estar construidas de hazañas y aventuras, y empresas y proezas, que desafían los bordes de la razón y la cordura y todo lo que entendemos por imaginable. José de San Martín nos liberó como patria y después cruzó los Andes, enfermo y a caballo, porque sabía que debía ir por más. La gesta inverosímil es nuestra marca de nacimiento”.

La gesta inverosímil es nuestra marca de nacimiento. Una remera que diga.

“¿Sabes qué pasa? Yo no puedo ver un partido con una mujer y no me interesa saber qué escribe una mujer sobre fútbol”, me dijo un señor con cara de profesor jubilado, y dejó el libro entre los demás. Fallé en mi meta: no vendí este libro, mientras que los de María Moreno y Luis Gusmán recibían la merecida atención. Esa última tarde, en el aeropuerto de Santiago del Estero, Maxi Crespi, editor de 17 Grises, oyó mi descontento con los lectores futboleros del NOA, y di por sentado de que aunque parezca increíble, hay todavía en esta sociedad falocéntrica una idea de representación que no admite la posibilidad de reflexión sobre lo que más se ama, o mejor aún: hay gente que no puede hablar sobre lo que amamos. Por ejemplo, las mujeres. “No alcanza la camiseta, no alcanza con ser genial, ni siquiera sirve ser el mejor. Gana el que mejor le haga frente a la psicología perversa de la ejecución”, dice una de las crónicas escrita a cuatro manos. Algunas están firmadas por P.P. y otras por J.K., pero hay textos en donde confluyen ambas firmas, o se disuelven en un devaneo (no divague) que opera entre sensibilidades y historicidades. Es por eso que se trata de un libro también psicológico, a la hora de gritar el gol y a la hora de vernos en ese espejo que canta al unísono la destrucción y la parafernalia del humo y los murales y los grafitis y los papelitos y la gente llorando en las veredas y el resumen de los penales en YouTube y las veces que lo hemos vuelto a ver.

A un año de esa gesta histórica, esa parábola de la alegría popular (una palabra cuya coyuntura social está en juego en la actualidad política de Argentina), y a medio año de la publicación de este libro (la primera edición es de julio de 2023), otra vez: ¿cómo se escribe sobre fútbol hoy? Al final, en el mismo libro, la respuesta: “La victoria de la scaloneta puso a todos en una frecuencia patria, en un viaje astral y redentor que habilitó cierta forma de nacionalismo. Una forma verdaderamente popular, no fascista, basada en la hermandad y esa sensación de alivio sustentada en haber escapado, al fin, de las redes del fracaso; una forma que trasvasó todo principio especulativo, toda ideología y maniqueísmo, y se fundó en la energía orgásmica colectiva”.