Romero, Urtubey y Godoy, son algunos de los apellidos tradicionales de la política salteña que se desplomaron en la elección del pasado 14 de mayo. El desgaste ineludible del paso del tiempo y el peso que recae sobre una generación de dirigentes que evoca inevitablemente el pasado.

Nicolás Bignante

 

El proceso electoral que ratificó a Gustavo Sáenz como gobernador de la provincia hasta 2027 consolidó también el declive de los apellidos tradicionales en la política salteña. Las derrotas de Bettina Romero, Marcos Urtubey y Lucas Godoy, entre otros, ponen en duda el peso real de los aparatos; a la vez que confirman que, para ganar, no basta sólo con los lazos sanguíneos.

El recambio generacional exigido por buena parte del electorado tampoco es suficiente cuando la nueva dirigencia está atada a reminiscencias del pasado. A continuación, un repaso por los tres casos de “hijos de” que quedaron a mitad de camino.

El libertario de los 2,24%

Marcos Urtubey Saravia Toledo participó por primera vez en una contienda electoral dentro del frente “Salta Avanza con Vos”, cosechando apenas 6334 votos (2,24%). El magro resultado le alcanzo apenas para arañar el séptimo puesto en la categoría intendente, por debajo del trabajador mantero Carlos Zarzuri (PO-MST), que obtuvo el 2,64%. Al igual que su padre, el joven Marcos ya puede exhibir en su currículum una derrota electoral con la izquierda.

El empresario de 29 años elogiaba a Javier Milei allá por el 2021, pero desde La Libertad Avanza salieron a aclarar que no formaba parte de ese espacio. Su admiración por el economista paleo-libertario lo llevó a presentarse como el armador político del liberalismo doméstico, aunque en el centro del país jamás le concedieron ese rol.

Decir que el descendiente del exgobernador no logró captar el voto mileísta sería caer en el pecado de la obviedad, pero en rigor de verdad, tampoco lo lograron los candidatos del olmedismo. El sojero de la campera amarilla había jurado semanas atrás que su espacio -que integró el Frente Avancemos- contaba con el apoyo del diputado de La Libertad Avanza, pero la gorrita amarilla no alcanzó siquiera para meter un concejal. Esta tal vez sea una muestra más de que el fenómeno Mile tiene mucho menos de libertario que de “anticasta”, una definición que claramente no alcanza a Olmedo, ni mucho menos a alguien que porta el apellido Urtubey.

El desempeño del joven piloto de carreras bien podría compararse con el del candidato riojano Martín Menem, hijo del exsenador nacional Eduardo Menem y sobrino del expresidente nacido en Anillaco. El joven aliado de Milei contó con el apoyo explícito del economista, pero en la localidad que vio nacer al menemismo alcanzó apenas el 6,01%. La derrota fue leída a nivel nacional como una muestra de que un fenómeno mediático sin estructura territorial, puede no necesariamente ser un fenómeno electoral y desinflarse muy rápidamente.

Como sea, la campaña de Salta Avanza con Vos estuvo lejos de lo que podría considerarse una tradicional campaña liberal, posiblemente a tono con lo que expresaba la propia composición del frente. La alianza se erigió sobre los avales del partido Unión Victoria Popular, de tradición peronista, y llevó como candidato a gobernador a un exfuncionario “U”, Lucio Paz Posse.

A lo largo de casi toda la campaña los dardos de Paz Posse apuntaron al candidato de Avancemos, Emiliano Estrada, en lo que fue leído como una maniobra de colaboracionismo indisimulable con la candidatura de Gustavo Sáenz. En ese contexto, fueron escasas las propuestas de Urtubey jr. que cobraron visibilidad, tales como la creación de un vivero municipal de marihuana. Los intentos del oficialismo por polarizar la elección entre sus dos candidatos y el peso del pasado terminaron por sepultar las chances del joven libertario.

El derrumbe del mito bettinista

A pesar de la abultada diferencia, el resultado en la categoría a intendente por la Capital sólo sorprendió a parte del entorno bettinista y a los mandos medios del CCM. A finales del año pasado, la mayoría de las encuestas ya vaticinaban una diferencia de entre 15 y 20 puntos con el candidato de Vamos Salta, Emiliano Durand. Adicionalmente, los sondeos de imagen daban cuenta de una evaluación negativa que rondaba el 70%. El desgate de la figura de la intendenta Bettina Romero, de hecho, era considerablemente mayor al del gobierno municipal.

A pesar de ello, la campaña de Unidos por Salta en la Capital salteña puso a la alcaldesa en el centro de la escena. La sobreexposición de la intendenta en medio de un fuerte debate en torno a las prioridades del municipio alimentó los cuestionamientos sobre el gasto desmedido en campaña y vehiculizó las críticas hacia su persona.

El malestar desencadenado por los sucesivos impuestazos, la recategorización de inmuebles, el doble cobro de tributos, las obras mal hechas y el deterioro de las calles, no pudo ser contenido siquiera con la brillante idea de repavimentar la mitad del centro a dos semanas de la elección. 17 puntos de diferencia con el ganador, sólo tres bancas en la legislatura y ninguna en el concejo deliberante fueron los resultados de la elección del pasado domingo.

El dramatismo en torno a la realización del debate de candidatos a intendente fue el corolario de una inentendible estrategia: intentar polarizar con Emiliano Durand. La millonaria apuesta publicitaria que tuvo como protagonista al candidato “bla bla”, sólo reforzó la idea de que el único contendiente capaz de derrotar al aparato romerista era el senador provincial.

La campaña culminó con la patética denuncia de censura contra el empresario mediático Javier Matus, a quien el romerismo responsabilizó por la no realización de un debate televisivo. El último golpe no pudo haber sido más errático. Además de dar pie a extensos descargos por parte del dueño de Multivisión, su adversario político logró eludir el intercambio sin consecuencia alguna.

La derrota, finalmente, significó el derrumbe de una serie de mitos que sobrevuelan la figura del omnipresente Juan Carlos Romero. La idea de que el exgobernador agitaría la varita y cambiaría mágicamente el escenario electoral en algún momento de la campaña fue ampliamente difundida en el entorno municipal. La sobrevaloración de la llamada “estructura romerista” también fue una constante a lo largo de la campaña, a pesar de la experiencia de 2021, cuando alcanzó apenas para que ingrese un legislador: Su hermano, Juan Esteban.

Son muchos los que anticipan que la actual intendenta irrumpirá en el armado de Juntos por el Cambio para disputar un escaño en el congreso de la Nación, aunque también son muchos los que advirtieron que, en la Capital, cierto cafayateño radical sacó más votos que la jefa comunal.

Lucas Godoy: “Entre Todos” no llegaron al 5%

Otro que se quedó en las puertas de la legislatura es el actual diputado nacional del Frente de Todos, Lucas Godoy, hijo del eterno presidente de la cámara, Manuel Santiago “indio” Godoy. Los 12.495 votos que cosechó en el departamento capital no le permitieron superar el 4,21% y deberá revalidar su banca en octubre, si es que logra imponerse en la interna del oficialismo.

En su favor, hay que mencionar que el espacio que integró junto a Walter Wayar sacó ventaja a los otros tres frentes que disputaron el voto peronista/kirchnerista y llegará mejor posicionado a las PASO de agosto. Sin embargo, no deja de sorprender el bajo rendimiento electoral de la familia en el plano local. Su candidatura nacional se impuso en 2019 tras el fracaso del PJ en la elección que perdió su padre. Con el debut electoral del Frente de Todos y el reacomodamiento natural de las piezas en el tablero político, el hijo del “indio” logró encabezar la lista de diputados nacionales que acompañó la fórmula Fernández-Fernández. Junto a él, ingresó también la dirigente del PTP, Verónica Lía Caliva.

Montado sobre el discurso del litio, el legislador propuso que la legislatura “deje de ser una escribanía del gobierno”. Ni más ni menos que lo que fue a lo largo de los largos años en los que su padre presidió las sesiones.