Así está José Vilariño, precandidato a una banca nacional, que tras las PASO quedará sin lugar expectable en la lista final de octubre. Poca intención de votos, sin poder territorial y con intendentes de su partido que se desligan de su candidatura. El ocho años diputado nacional intuye el final de su carrera parlamentaria. (Daniel Avalos)

Desnudo y a los gritos. Así está José Vilariño a dos semanas de las PASO a causa de una doble orfandad: falta de apoyo palaciego y escaso conocimiento de su persona y candidatura entre los salteños de toda la provincia. Curioso caso para un hombre que lleva ocho años ocupando una banca nacional y que se proclama un kirchnerista de pura cepa, de esos que desde el 2003 sólo ejercitaron agresivas maniobras políticas hacia adelante y que poseen una hormonal inclinación a las decisiones inesperadas y audaces que sorprenden a los poderosos y se granjean el apoyo popular.

Curiosidad que sin embargo puede explicarse con relativa facilidad: lejos de emular en la provincia a ese kirchnerismo nacional que entusiasma a parte importante de la sociedad, el Partido de la Victoria de José Vilariño jamás desplegó esfuerzos para desarrollar identidad política ni lealtad electoral duradera; razón por la cual nunca aglutinó militancia auténtica ni candidatos que le dieran forma concreta a las pasiones políticas de un kirchnerismo inorgánico que en Salta siempre busco por fuera de Urtubey una representación más genuinamente pingüina. José Vilariño, en definitiva, se comportó como otro representante de las dirigencias estrechas que, sofocando las posibilidades de renovación partidaria para sólo defender personales intereses, optó por depender siempre del favor “U” que ahora lo ha abandonado a su suerte y trabaja incluso para que Javier David duplique y hasta triplique en votos al actual diputado nacional del Partido de la Victoria que intuye que su carrera parlamentaria se acaba.

Si los votos entre una y otra lista se triplican, la lista final del oficialismo inscribiría a sus tres primeros precandidatos: Javier David, Pablo Kosiner y Gabriela Martinich. Si los votos sólo se duplican, David y Kosiner seguirán encabezando la lista aunque el tercer lugar quedará para Betina Navarro, la candidata en tercer término del Partido de la Victoria que desplazará al propio Vilariño de la lista definitiva de octubre en razón de los que establece la ley del cupo femenino.

Una combinación de elementos políticos y estadísticos, indican que el objetivo del oficialismo está más cerca de que Javier David triplique que duplique en votos a José Vilariño. Cualquiera de las posibilidades dan por tierra con las pretensiones de éste último. Situación que es hija de la férrea voluntad oficial de aprovechar el acondicionado terreno que dejó el resultado electoral de abril y mayo pasado para hacer uso de su abrumadora superioridad material y política y desplegar una ofensiva relámpago y recuperar una banca sin que el kirchnerismo nacional reclamara clemencia alguna para el popular “gordo”

Estadísticas

Lo estadístico tiene que ver con las encuestas que ya se manejan pero no se publican y su relación con los resultados electorales recientes. Ejercicio éste último indispensable en una coyuntura en donde las encuestas que se comparten por lo bajo, esconden siempre la intencionalidad de ocasionar análisis que favorezcan al bando que suministró la información. Las más prudentes indican que Javier David tiene actualmente un 26% de intención de votos contra un 2,5% de Vilariño. Los más entusiastas, aseguran que proyectando el 30% de indecisos que existen para la categoría de diputado nacional, los números muestran al actual diputado provincial con un 36% de los votos contra un 6% de quién hoy ocupa una banca en el congreso de la nación.

Lo indudable, sin embargo, es que David ya venció a Vilariño en la Capital provincial y que las cifras de aquella contienda otorgan verosimilitud a los números de las encuestas. En las primarias de abril, por ejemplo, los 61.597 votos del primero representaron el 22,74% del padrón capitalino contra el 6,58% del segundo que aquella vez llegó a 17.842 sufragios. En la generales de mayo, David trepó a los 95.887 sufragios que, representando casi el 34% de los votos capitalinos, significaban el 14,44% de los electores provinciales que aquella vez fueron 663.939. Desde entonces, el actual candidato a diputado nacional en primer término por el oficialismo no hizo más que instalar su figura en el interior provincial. Contó para ello con el inestimable apoyo del aparato oficial y con la figura del propio gobernador quién desde el año 2009 logra que casi el 70% de los votos oficialistas provengan de ese escenario. En las generales de mayo de este año la tendencia volvió a repetirse: el gobernador ganó en todos los departamentos y el 67% de sus votos provinieron del interior.

Política

A esos datos estadísticos, deben sumársele los movimientos políticos de un oficialismo provincial que además de horadarle el terreno al Partido de la Victoria, le está arrebatando territorios claves que aunque no le aseguraban a Vilariño un porcentaje de votos que le garantizará un segundo lugar en la lista definitiva para así retener su banca, si dejaba abiertas las expectativas de alcanzar el objetivo.

Tomemos un atajo para explicarlo. Ese atajo es una foto: la del intendente de Salvador Mazza, Rubén Méndez, que siendo jefe comunal desde 2013 tras la destitución del prostibulario Carlos Villalba, fue reelegido en mayo pasado obteniendo 5.543 votos de los 10.080 sufragios efectivos de ese municipio. El detalle no menor es que ese intendente retuvo su cargo presentándose como candidato del Partido de la Victoria, que en teoría debería impulsar la candidatura de Vilariño aunque el jueves pasado anunció que trabaja por la de Javier David. El Partido de la Victoria, en definitiva, sufre lo que el massismo provincial ya padeció con mayor exposición pública: intendentes propios que tras participar de “elocuentes” reuniones con el Ministro de Gobierno, Juan Pablo Rodríguez, salen convencidos de que el futuro no es Sergio Massa sino Daniel Scioli; o de que el futuro no es José Vilariño sino Javier David. Rubén Méndez es uno de ellos.

Eso no es todo. Resignadas y anónimas fuentes del propio Partido de la Victoria aseguran que cuando el oficialismo “no les chupa a alguien”, logra de los otros el “sincero” compromiso de al menos no inmiscuirse en la contienda. En ese marco es un hecho que al día de hoy, de los nueve jefes comunales del Partido de la Victoria actualmente en ejercicio y de los nueve que ganaron las elecciones en mayo pasado; sólo Sergio Leavy de Tartagal, Roberto Vázquez Gareca de San Carlos y Rómula Dina Gómez de Rosario de la Frontera, están enteramente jugados con la candidatura.

La última perdió la jefatura municipal en las elecciones de mayo pasado, declaró que ello obedeció a que el PJ le soltó la mano y es actualmente candidata al Parlasur por la lista del Partido de la Victoria y que con algo de resentimiento y el control del estado municipal hasta diciembre puede tributar algunos votos. Vázquez Gareca sólo podría ofrecer algo por demás improbable e igualmente poco para elecciones como las que se avecinan: los 1.049 votos con los que fue reelegido en mayo. Sergio Leavy mucho más: 14.931 que de todos modos también son pocos.

En definitiva, sin peso propio en la capital provincial; con un departamento San Martín reducido ahora al exclusivo aparato de la cuidad de Tartagal; y con una Orán en donde según los resultados de las últimas elecciones sus listas propias a intendente en los seis municipios del departamento sólo cosecharon 2.904 votos de 67.147 sufragios válidos (4,3%); la suerte de quien fuera dos veces seguidas diputado nacional parece echada. Nadie podrá negar, sin embargo, que a diferencia de muchos otros casos, José Vilariño disputa su última batalla con gestos de grandeza y rebeldía que deberían haber empezado mucho antes. Al menos para evitar el final doloroso que ahora protagoniza y que lo desliza a morir políticamente odiando a quienes hasta hace no mucho, eran aliados.