Adeline Virginia Stephen fue una autodidacta con gran pasión, debido a la imposibilidad de poder ingresar a la universidad.

Un espacio y tiempo destinado a la reflexión. Un cuarto propio para poder escribir, es una de las condiciones materiales básicas que decreta Virginia para que una mujer sea capaz de desarrollar una labor de enriquecimiento personal e intelectual. La escritora inglesa y autora de innumerables novelas y ensayos más importante del siglo XX nació un 25 de enero pero hace 140 años.

A lo largo de la historia, su nombre versátil evoca a diversos escenarios: a aquella mujer de largas extremidades caminando por las calles de Bloomsbury, en Londres, durante la década de los 30 con un gran sombrero en la cabeza. O en la voz de la hermana de Shakespeare en el relato de La señora Dalloway. También en Las Olas a través de Bernard, Susan, Rhoda, Neville, Jinny y Louis.

Adeline Virginia Stephen, su verdadero nombre, fue una autodidacta con gran pasión, debido a la imposibilidad de poder ingresar a la universidad (no así sus hermanos que pudieron ingresar a la Universidad de Cambridge), aunque consciente de sus privilegios de clase acomodada. En sus diarios y cartas va marcando sus pensamiento literario y por qué no, político.

Una precursora del feminismo, aunque se suicidó en 1941 con un abrigo colmado de piedras en un río cercano, su nombre fue recuperado en la ola feminista de los años 70. En sus libros, Virginia Woolf se interesó por la vida interior de las mujeres y los límites del género.

En Orlando: Una biografía, el personaje principal percibe su identidad de distintas maneras por medio de tres siglos y por cambios de género que hacen un cuestionamiento a qué es lo que define a un hombre y una mujer, quizás un pensamiento adelantado para la época. Además, está inspirada en la amante de Woolf, la aristocrática poetisa Vita Sackville-West.