Se inauguró la muestra homenaje a José Luis Cabezas en el Museo de Arte Contemporáneo. Con entrada gratuita, estará en nuestra ciudad hasta fines de enero. Treinta imágenes que recuerdan al fotógrafo que se metió con el poder. (F.A.)
Lo primero que se percibe en la sala del Museo de Arte Contemporáneo dedicada a José Luis Cabezas es el vacío casi total. Para empezar, el homenajeado no está. No va a estar más. Hace casi veinte años que lo esposaron, le pegaron dos tiros y lo prendieron fuego. Cabezas, como Luciano Jaime, como Rodolfo Walsh, le rompió las pelotas al poder. Y el poder no se la bancó. Murió por hacer su trabajo.
Lo segundo es el vacío de convocatoria. Son las cinco de la tarde y hay, apenas, una mujer que mira las fotos en silencio. Lee la información escueta que brindan los textos adicionales. Es que esta puesta no está hecha para leer, sino para ver a través del lente de Cabezas. Para pensar, también, una época de la Argentina. Para sorprenderse por la vigencia de casi todos los retratados y, especialmente, para recordar el valor de la libertad de expresión en nuestro país.
La muestra fue inaugurada el martes pasado y estará hasta el 25 de enero en nuestra ciudad. Los interesados en conocerla pueden asistir al museo, ubicado en Zuviría 90, de 9 a 19 horas, con entrada gratuita.
“Su homicidio demostró, luego de un proceso judicial extenso, la existencia en el país de un poder mafioso, articulador de oscuros intereses empresarios, políticos, policiales y delictivos”, reza la información oficial difundida por los organizadores. “A 20 años de su muerte, la muestra tiene el sentido de ser un renovado grito por la vigencia de la democracia y la libertad de expresión”, agrega.
Caras más caras
La muestra, organizada por Radio Nacional, está dividida en dos tipos de retratados: los que integran, o integraron el poder; y los famosos, la farándula que con sus vericuetos ayuda a que pasen desapercibidas las trapisondas de los poderosos. Esto siempre fue así, aunque si existiera un índice de frivolidad, los menemistas noventas probablemente serían protagonistas. Y esos años son los que Cabezas capturó para siempre.
Las treinta imágenes que se exhiben en el Museo fueron tomadas entre 1992 y 1997, cuando Cabezas, nacido en 1961, era uno de los fotógrafos estrella de la revista Noticias y de todo el periodismo de alcance nacional. Sus trabajos fueron tapa y recibieron premios.
Aparece Jorge Lanata, flaco, sin barba, con el cigarrillo omnipresente, una máquina de escribir y varios ejemplares de Página 12. Mirtha Legrand rodeada de lujo señorial. Mario Pergolini y Andy Kusnetzoff todavía jóvenes. Mauricio Macri con los bigotes que nunca se sacó y la camiseta de Boca arriba de la camisa de ingeniero. Ernesto Sábato serio y perdido a la vez. María Kodama, como siempre, atada a Borges. Fernán Mirás en pleno furor de Tango Feroz. Les Luthiers. La belleza radiante de Eleonora Cassano y Cecilia Roth. La camaleónica Esther Goris. Mariana Arias antes de ser conductora. Horacio Cabak. Nequi Galotti. Carolina Peleritti en sus años spinetteanos.
Allí están Graciela Fernández Meijide, José Octavio Bordón y Chacho Álvarez, símbolos de la oposición a Carlos Menem que después terminaron en un lugar muy parecido. Eduardo Duhalde, el capo de la provincia de Buenos Aires. Raúl Alfonsín. Luis Moreno Ocampo. Mario Firmenich con una calesita detrás. Herminio Iglesias con un perro y la ropa menos glamorosa del mundo. Una instantánea de la Asamblea Constituyente de 1994, con Menem, Reutemann y otros en primer plano. Domingo Cavallo desde arriba, con la pelada al frente. También aparece Carlos Menem Junior un año antes de su muerte. El capellán José Fernández en una réplica del cementerio de Darwin de Malvinas, una imagen que fue premiada como la mejor fotografía periodística del 95. En una foto bucólica, Gustavo Béliz, Cristina Fernández, Néstor Kirchner y Florencia Kirchner, sonríen relajados, antes de que todo sucediera. También aparece Pedro Klodczyk, el ex jefe de la Maldita Policía Bonaerense, la misma que liberó la zona en Pinamar para que Cabezas fuera secuestrado y asesinado. La foto del líder policial ilustró un artículo de Noticias que después motivó amenazas. No había que meterse con el poder.
Yabrán y después
Pero la foto más importante de la vida de José Luis Cabezas fue la que tomó en el verano de 1996, en una de las playas de Pinamar. Fue quien encontró y retrató al empresario Alfredo Yabrán, un hombre que hasta ese momento se jactaba de no aparecer en los medios. El que decía que nadie le conocía la cara. El que aseguraba que sacarle una foto era como pegarle un tiro en la frente.
La fotografía de Cabezas fue tapa de Noticias. Allí, Yabrán, con un traje de baño ordinario, camina despreocupado al lado de su esposa. El fotógrafo realizó diferentes maniobras para pasar desapercibido. Simuló ser un turista que retrataba a su mujer. Los custodios de Yabrán nunca se dieron cuenta de lo sucedido. Después de la foto, la familia Cabezas recibió amenazas constantemente durante 1996.
La noche del 24 de enero de 1997, Cabezas y el periodista Gabriel Michi, asistieron a la fiesta de cumpleaños del empresario Oscar Andreani, en Pinamar. «Después de las 4, me retiré y José Luis decidió quedarse. En los alrededores había un auto donde estaban los asesinos. A pesar de que una vecina alertó sobre la presencia de ese auto, la policía nunca vino porque había una zona liberada», le dijo Michi a CN23, cuando se cumplieron quince años del crimen.
Casi al amanecer del 25 de enero de 1997, Cabezas abandonó la fiesta de cumpleaños del empresario Oscar Andreani, en Pinamar. Cuando llegó al departamento donde vivía junto a su esposa, enviado especialmente por Noticias para cubrir la temporada veraniega, tres personas lo golpearon y lo obligaron a subir al auto que la revista había dispuesto para que el equipo periodístico se movilizara por la zona.
El reloj de pulsera que el fotógrafo tenía puesto se detuvo a las 5.30 de la mañana. Cabezas apareció asesinado de dos balazos y calcinado dentro de su auto, que estaba en una cava de General Madariaga.
El crimen destapó una mafia que tenía vínculos con la policía y apoyo del gobierno de Carlos Menem. El juicio se realizó en el año 2000. Gregorio Ríos, jefe de la custodia de Yabrán, fue considerado instigador del crimen. El policía Gustavo Prellezo fue acusado como el presunto ejecutor. Sus colegas Sergio Cammaratta y Aníbal Luna fueron cómplices. La banda delictiva conocida como Los Horneros, formada por Horacio Braga, Sergio González, José Luis Auge y Miguel Retana, fueron señalados como contratados por Prellezo para secuestrar a Cabezas. El ex comisario de Pinamar, Alberto Gómez, fue acusado de liberar la zona.
Alfredo Yabrán se suicidó en Entre Ríos, el 20 de mayo de 1998, cuando llevaba cinco días prófugo. Se había ordenado su captura por el crimen de Cabezas. El millonario con vínculos con las más altas esferas se pegó un tiro con una escopeta. Su rostro quedó destrozado, irreconocible.