Al joven Ariel Ríos lo mataron hace un mes y medio en Metán. Muchas dudas hacen pensar que se oculta más de lo que se dice. El pánico de varios uniformados para que no se conozcan más revelaciones de un asesinato en el que las miradas se posan sobre los miembros de la institución policial. (M.A.)
Ningún periodista policial local -que se precie como tal, podría dejar pasar el crimen del playero. Menos aun cuando todas las miradas sobre la muerte de Ariel Ríos apuntan sobre miembros de una institución que, cuando todavía falta mucho para que termine el año, ya fue protagonista de una constelación de hechos sumamente graves como un caso de narco-policías en Oran, un terrible crimen en Metan e innumerables denuncias de torturas. Así, hechos que ocurrieron en un corto plazo, pero que bien podrían haber transcurrido en varios años, precipitaron la aguda crisis de la policía salteña.
En la prensa ya no era sorpresa semejante escalada delictiva, sin embargo el crimen del playero provocó un clima inquietante en El Galpón y nuevamente puso en boca de todos los negocios sucios de la policía. Fue un disparador para colocar sobre la mesa los siguientes elementos:
La muerte de Ríos
El cuerpo sin vida de Ariel Ríos fue encontrado en la estación de servicios, ubicada sobre la ruta 16 de Metan. Estaba cerca de la máquina de combustible, sobre una reposera cubierto con una frazada. En el cuello tenía una bala 9 milímetros efectuado por una Bersa. El disparo, según pericias, había salido desde atrás: el joven había sido apuntado de arriba hacia abajo. La bala viajó desde la cabeza hasta alojarse en el cuello.
Al chico de 28 años, se lo llevaron puesto cuando todavía faltaba para que el cielo se aclare. Esa madrugada invernal del 13 de julio pasado, además de ultimarlo, se robaron $70 mil que había en la caja fuerte de la “refinor”. Efectivos de Criminalísticas, los primeros en llegar al lugar, realizaron su relevamiento habitual, el cual incluyó fotografías y recolección de pruebas tales como prendas de vestir del muchacho y pelos que corresponderían a los supuestos asaltantes.
En el primer tramo de la investigación, la policía aseguró que se trataba de un robo y que los responsables eran delincuentes de la zona, sin embargo trataron con un rígido hermetismo la vinculación con policías de la zona que se murmuraba apenas se hizo público el cruel acontecimiento. Lo extraño y misterioso del crimen contra un joven, reconocido como un “buen pibe” en el pueblo, indignó y produjo varias movilizaciones por la plaza principal empujó a que finalmente se reconociera el pálpito que todos comentaban: entre los involucrados en la muerte, había 2 policías.
La banda del sur y las sospechas
A partir de la muerte de Ríos saltó que una banda conformada por policías y civiles operaba desde hace tiempo en el sur provincial y tenía contactos con delincuentes tucumanos. Al frente estaba el cabo Víctor “ladrillon” Navarro, un “poronga” de la Unidad Regional 5 de Joaquín V. González, quien tenía como ladero al fiel oficial Robinson Ramos. Ambos garantizaban la protección de la institución azul en grandes operaciones delictivas.
En un principio se conoció que los que ejecutaron a Ríos serían de ésta banda. Se llegó a ellos porque realizaron un atraco en Las Lajitas, en el cual se llevaron dos televisores plasmas, joyas y dinero de una casa. Uno de esos televisores sería, luego, secuestrado de la casa de “ladrillón” Navarro, dueño del arma con la que ultimaron al playero, según señalaban los investigadores. Sin embargo, tras pericias efectuadas por el cuestionado CIF se determinó que esa arma no fue con la cual dispararon. Así las cosas, la Fiscalía de Metán remitió al CIF la pistola reglamentaria de Robinson Ramos, para que sea peritada.
La banda mencionada tiene un largo prontuario encima. Entre lo que salió a luz, se encuentra la denuncia de una mujer de Joaquín V González quien da fe de que entraron a su casa y la encañonaron con un arma, la dejaron atada y huyeron al no encontrar dinero para robar. En ese violento hecho se involucra al policía Robinson Ramos.
Es conocida la versión que indica que habría un tercer policía involucrado. Al respecto Alejandro Achtar, abogado defensor de Raúl Nievas, uno de los acusados por el asesinato, realizó declaraciones enigmáticas: “el día viernes había coordinado la brigada de J. V. González con la de Metán para proceder a la detención de un ciudadano en la localidad de El Galpón, un señor de apellido Mendoza, que fue exonerado de la fuerza por algún hecho que lo comprometía, y de manera inexplicable se dio a la fuga de la seccional de policía, pero jamás se habló del tema, supuestamente estaría en el sur del país”.
Navarro pasó de estar muy comprometido, a posiblemente quedar en libertad en lo que respecta al crimen, puesto que la actual versión policial es que los sospechosos serian dos personas que solían andar por la zona de la estación de servicios. A pesar que se anunció que había “serias evidencias” sobre el involucramiento de estos policías en el crimen, se dio un cambio significativo y todavía resta conocer de quien es el arma con la cual se asesinó a Ríos.
El abogado de la familia del joven, Humberto Vázquez en declaraciones a Cuarto Poder dijo que el jueves 27 de agosto se realizó una pericia balística sobre un arma secuestrada en Tartagal a “un tipo vinculado al chapo Guzman”, que se encuentra detenido por otra causa. Esa línea sería otro vuelco, aunque el defensor aclaró que se mantiene en reserva “mucha información” todavía, puesto que “es muy raro como se ejecutó a Ríos”.
Como fuese, ya todas las revelaciones conocidas sobre la policía y su vínculo con el delito son lapidarias. El juez de Garantías, Sebastián Guzmán, tiene un caso explosivo a su cargo. El seguimiento del accionar del CIF y la sección de Criminalística de la Unidad Regional 3, que colaboran con Guzman, es un tema a no descuidar ya que en los próximos días se tendría que brindar información relevante.
La 16 y datos sospechosos
El sur de Salta, tantas veces mencionado porque llueven cargamentos de cocaína del cielo y como vía de la trata de personas, ahora vuelve al centro con lo ocurrido hace un mes y medio pasado. En esta oportunidad la estación de servicios, propiedad de un tal Nougues (y no es casualidad la coincidencia con el ministro de Salud), ubicada en la ruta 16, a unos 3 km de El Galpón, sobre un área rural con poco tránsito, alejado de la zona urbana interrumpió su cotidiana tranquilidad y anonimato para convertirse en una parte del estudio del caso.
Hablamos de una zona donde transitan pesadas bandas que van desde el norte al sur salteño, de ahí a Tucumán y al centro del país y que tienen relaciones con Chile. Por su ubicación más las características del caso (un joven ultimado, dinero que no es robado, entre dichos entre policías y sin registro alguno de cámaras) se puede realizar una lectura mafiosa de la muerte.
Resulta sospechoso que los delincuentes se lleven solo el dinero que había en la caja fuerte y dejen $5 mil que tenía en su bolsillo y 2 lucas que había en la caja registradora. Posteriormente el testimonio del dueño de la estación de servicio incorporaría un dato que abre dudas sobre el móvil que señala que lo mataron para ocultar su fin, el robo: al lado de la caja fuerte también había un maletín con nada menos que $ 300 mil, que increíblemente fue dejado. Los montos mencionados representan una altísima suma, puesto que el negocio no es la gran cosa como para manejar casi $ 400 mil.
También llama la atención que los asesinos no quisieron tapar el cuerpo sino que fue dejado cubierto apenas con una frazada, como sí hubiesen querido dejar un mensaje. En relación a la investigación, los resultados de las pericias que confirmaron que no fue el arma de Navarro fueron increíblemente rápidos y así en dos semanas la causa tomo otro rumbo. Los resultados investigativos fueron dudosamente lentos y se desplazó el enfoque en varias oportunidades: de “los pobladores” a la “banda de Anta” a “pobladores que merodeaban”.
Voces maliciosas al interior de las fuerzas, señalaron a este cronista que estaríamos en presencia de una opereta que se activó por un sector ligado al ex jefe de policía Mario Paz y que de acuerdo a la intensidad de los choques entre facciones policiales antagónicas puede tomar derivaciones que genera pánico en muchos uniformados
El caso aislado
Fiel a su caradurez, el jefe de Policía, señaló que “la policía está integrada por seres humanos y debilidades hay siempre, en todas partes. En este tipo de casos, un homicidio cruel, traicionero, injustificado y desmedido sí que deshonra a la Policía. Por la inconducta de uno o dos se juzga a toda una institución”,
Indudablemente Lami no puede admitir que la policía se encuentra en una situación sin salida y que, si bien nunca fue una fuerza fácil de manejar, actualmente saltaron casos que son brasa caliente: «a mí me pidieron disciplinar la fuerza, es decir ordenar la institución”, fue la declaración fue tan oportuna que dejo claro lo contrario: la incapacidad para revertir el descontrol de sus hombres.
Así las cosas, no le quedó otra al jefe policial que recurrir a la explicación que a menudo se utiliza en la historia policial: explicar que se trata un policía aislado que “deshonra” al conjunto de la institución.
No caben dudas que el caso huele mal.