El Gobierno dejó que el Kiosco de Libros de Salta se extinguiera. Después de que la empresa que tenía la concesión se retirara, el Ministerio de Cultura no designó a nadie para mantener activo el puesto que ofrecía obras de autores salteños. Dicen que se volverá a abrir, pero no dicen cuándo. (Federico Anzardi)
Silenciosamente, en el mes de mayo, el Kiosco de Libros de Salta dejó de funcionar hasta nuevo aviso. Tras una agonía que nadie percibió, el pequeño puesto cultural sigue firme en la esquina de Belgrano y Sarmiento pero tiene sus ventanas cerradas y ya no ofrece publicaciones de autores de nuestra provincia.
El Kiosco había comenzado a funcionar el 29 de octubre de 2015 y era uno de los pocos sitios de la ciudad donde se podía acceder fácilmente al trabajo de escritores salteños. Se mantuvo activo y en buen funcionamiento hasta que Mundo Gráfico, la empresa editorial que tenía la concesión para llevarlo adelante, se retiró en el verano pasado y se llevó al único empleado que lo atendía. Desde entonces y hasta mayo, la Biblioteca Provincial tomó las riendas, pero no pudo mantenerlo por falta de personal. El Gobierno, a través del Ministerio de Cultura y Turismo que dirige Mariano Ovejero, no designó a nadie para trabajar en el Kiosco y el cierre fue el desenlace inevitable.
Cuarto Poder se comunicó con Paula Bertini, directora de la Biblioteca Provincial. La funcionaria explicó las causas de la baja del Kiosco y aseguró que se trata de una pausa momentánea, ya que el puesto pronto volverá renovado y reubicado.
Bertini dijo a este semanario que el Kiosco se encuentra en una transición. Anticipó que será reubicado frente al Teatro Provincial cuando estén dadas las condiciones de traslado e instalación, pero no pudo confirmar cuándo. Aún no hay una fecha cierta de reactivación.
La funcionaria explicó que desde que Mundo Gráfico se retiró y dejó de explotar la concesión del Kiosco, se hizo muy difícil mantenerlo. Contó que trabajadores y trabajadoras de la Biblioteca fueron turnándose en horarios reducidos para atender el puesto, pero que esa modalidad cayó por su propio peso. Era muy débil. Imposible de sostener debido a que la Biblioteca tiene otras actividades que no pueden ser descuidadas.
El futuro incierto
Durante el tiempo que estuvo en actividad, el Kiosco mantuvo un promedio de ventas de tres libros por día. El horario de atención era de 10 a 13 horas y de 17 a 20.30. Durante la intervención de la Biblioteca el horario se redujo a dos horas por la mañana y dos por la tarde, lo que redujo aún más la cantidad de ejemplares vendidos.
Para Bertini, la baja en las ventas también obedeció a la ubicación del Kiosco. Por eso, anticipó, el plan es trasladarlo al microcentro, donde la siesta queda abolida gracias a los turistas que recorren la Plaza 9 de Julio sin parar. La Belgrano y Sarmiento duerme al ritmo de los locales.
“Teníamos la mitad del kiosco abierto por falta de espacio. Ahora podremos abrirlo completamente”, resaltó la funcionaria al anticipar cómo será el nuevo Kiosco una vez que esté reubicado. Agregó que el puesto se convertirá en un espacio cultural que ya no tendrá solamente libros, sino que también tendrá discos, fotografías, pinturas y producciones audiovisuales salteñas. Se le pondrán más luces y se intentará lograr una vidriera cultural y comercial.
Sin embargo, Bertini consideró que es “difícil calcular” cuándo se podrá relanzar el Kiosco. Explicó que traerlo hasta la esquina de la Biblioteca fue “toda una logística”, debido al peso que tiene el puesto, construido con hierro fundido. Mientras tanto, el stock de libros está en la Biblioteca Provincial. La gente que esté interesada en adquirirlos puede acercarse y comprarlos allí.
Cuarto Poder se comunicó también con la empresa Mundo Gráfico SA, donde nadie quiso informar al respecto sobre la experiencia de la editorial al frente del Kiosco. Sólo se pidió, a través de secretarios y secretarias, que las consultas fueran dirigidas a Bertini.
Una buena idea que no se mantuvo
El que hoy es el Kiosco de Libros de Salta funcionó durante décadas como un kiosco convencional en la plaza 9 de Julio. Fue donado al Estado y desde 2015 ofreció publicaciones de autores locales a precios medianamente accesibles. Se trataba de una noble iniciativa que siempre funcionó a medias.
En su mayoría, los clientes fueron salteños que circulaban por la zona de la Belgrano y Sarmiento, un sector de la ciudad poco frecuentado por el turismo. Las recientes Obras Completas de Manuel Castilla fueron los libros más vendidos. Durante el primer trimestre que funcionó el Kiosco, el promedio de ventas fue de seis o siete libros por día. Luego, cayó a dos o tres. A veces menos.
En noviembre del año pasado, con motivo del primer aniversario del Kiosco, Bertini ya barajaba la posibilidad de un traslado: “El kiosco salió de la plaza 9 de Julio por una razón, pero creo que ahora la zona se transformó. Creo, y esta es una idea que no está ni conversada, que así como los productores literarios tenían la necesidad de tener un canal de venta y de comercialización de su producción, así la tienen otros colectivos artísticos: músicos, fotógrafos, diseñadores. Hay mucho que por ahí no tiene canales de ventas. A mí me encantaría que el kiosco se convierta en un kiosco cultural y que pueda tener todo eso a la venta. Tendría que ser más grande. Obviamente que tenés que sentarte a hablar con la Municipalidad, Me parece que sería ideal”, le decía en ese momento a Cuarto Poder.
En aquel momento, la funcionaria ya mostraba un panorama sombrío respecto al Kiosco. Hoy, la realidad superó hasta las expectativas más negativas que tenía. Habrá que remar desde atrás con la iniciativa.
Una de las falencias que se percibía de manera subterránea mientras el Kiosco estaba activo era la falta de autores salteños contemporáneos y emergentes. Los escritores independientes que aún no tienen un reconocimiento oficial y que ofrecen sus obras desde los márgenes de la cultura salteña.
“En el momento en que abrimos el kiosco, yo recién empezaba a hacer las primeras relaciones con todo el mundo independiente. Me di con una producción increíble, con un grupo de gente muy orgánico, interprovincial, porque los chicos hacen sus redes entre provincias. Toda una exploración de la edición, de la ilustración. La verdad que me quedé boquiabierta y los invité a la Expo 2015 y a la de este año. Me pareció increíble su laburo y obviamente que el Kiosco está abierto para que ellos puedan exponer y vender. No hay trabas legales”, explicaba Bertini en 2016.
De alguna manera, el Ministerio de Cultura igualó las condiciones entre los escritores consagrados como Manuel Castilla, Juan Carlos Dávalos o Santiago Sylvester y los emergentes como Rodrigo España, Fernanda Salas y Daniel Medina. Al dejar de prestarle atención al Kiosco de Libros de Salta, invisibilizó a todos.