Allanaron un taller mecánico y descubrieron un nuevo modus operandi: automóviles hechos casi enteramente de cocaína listos para ser traslados por las rutas argentinas.
No es de sorprender la sagacidad con la que los narcotraficantes se las apañan para realizar sus fechorías. En este caso, un paquete taller mecánico ubicado en la hermosa villa de San Lorenzo, fue intervenido luego de que alguien del ambiente soplara información a los sabuesos de la ley, el orden y la merca.
La llegada de los uniformados alertó la sospecha de quienes atendían el local, pero tan confiados estaban de su ardid que dejaron pasar a los policías de civil que hasta allí se llegaron más camuflados que testículos de Jehová. Lo que no sospecharon los narcos era que momentos después la división canina arribaría también al lugar, luego de que se pidieran refuerzos al no hallar nada que indicara la presencia de cocaína en las inmediaciones del taller citado.
La sorpresa vino luego de que “Papote”, el perro estrella de la fuerza, olisqueara dos vehículos que luego fueron revisados, más nada se encontró. En ese momento probaron con un segundo can, de nombre “Narices”, que también marcó las piezas ya desarmadas de los motorizados referidos con anterioridad por su colega “Papote”, lo que alertó a los policías que ya con la orden del fiscal firmada, procedieron a realizar el narcotest que dio positivo para clorhidrato de cocaína de pureza tipo fórmula 1.
Ambos vehículos -un Ford Mercury blanco y un VW Sedán amarillo-, se sospecha, fueron ensamblados en el lugar, más las partes con las que se armaron, hechas con una mezcla de cocaína y otros elementos plásticos que luego se separan para dar como resultado la merca por un lado y el resto por el otro, no se sabe aún de dónde provienen. Una modalidad que se venía utilizando en el tráfico mexicano, pero al parecer se ha extendido hasta estos otros lugares donde se dice, ya estaría actuando el cartel de Sinaloa, junto al cartel de la Sonora Colorá. (Ampliaremos)