¿Puede un hombre ser feminista? Para responder algunos interrogantes sobre el rol de los varones en la búsqueda de sociedades más igualitarias hablamos con el médico Enrique Stola, quien se define como feminista. (Andrea Sztychmasjter)

Hace unas semanas el diario El Tribuno difundía el caso de un hombre: “Denuncia a su esposa por violencia de género”. Ante reiterados titulares de medios argentinos de ese tipo, el psiquiatra Enrique Stola quien se define como feminista y psicodramatista, fue muy claro al explicar por qué los hombres no pueden sufrir violencia de género aunque existan hombres que sufran violencia y mujeres violentas.

“Las mujeres pertenecen al género humano por lo que tienen todos los atributos del ser humano. Lo que no tienen las mujeres es un sistema socio-económico-cultural que privilegie la figura femenina por sobre la masculina. Las mujeres están en una posición de subordinación respecto a los varones y, por lo tanto, las violencias machistas simbólica, psicológica, física, económica, contra ellas tiene aval social: eso es violencia de género, eso es violencia machista al servicio de disciplinar a las mujeres y mantenerlas en situación de subordinación. La violencia que ejerce la mujer contra un varón, de acuerdo a su intensidad, está tipificada en el código penal pero no es violencia de género”.

A pesar de abordajes mediáticos como los antes mencionados, en el último tiempo vimos una mayor visibilización de la lucha contra la violencia hacia las mujeres que se ha materializado en leyes y difusión de derechos femeninos, sin embargo los casos de extrema violencia de género no han mermado. Para Stola tanto las leyes de protección de los derechos humanos de las mujeres como la visibilización son necesarias pero no suficientes. Es evidente que miles de hombres no quieren mujeres asesinadas, pero sí esclavizadas.

“Debemos producir un cambio cultural, económico y social para que las mujeres y otros cuerpos feminizados por el poder masculino dejen de estar en una situación de subordinación. Miles de varones no quieren mujeres asesinadas, pero si esclavizadas. No quieren mujeres en las redes de trata, pero sí que continúen en situación de prostitución y al servicio de cualquier hombre en el espacio público o privado. La matanza de mujeres parece ser el terrible precio que las mujeres están pagando por liberarse de la dominación de género en el patriarcado capitalista”.

Enrique Stola señala que para él ser feminista es una posición política. El feminismo, describe, es un movimiento de liberación que no ha producido muertos ni guerras, y al valerse de las palabras de la filósofa feminista Diana Maffía, Stola menciona que con un criterio científico podemos demostrar que las mujeres están peor que los varones en todos los países.

“Esa situación no es justa, es inmoral, por lo tanto algo tenemos que hacer. Y la orientación de qué hacer la dan los feminismos. Las mujeres vienen luchando desde hace siglos y a la vez produciendo teoría filosófica, sociológica, económica y otras que los varones y el colectivo LGTBIIQ es útil que conozcamos. Ellas van señalando los caminos.”, señaló.

Para Stola el hombre feminista no sólo debe registrar el conocimiento que las mujeres han producido a lo largo de la historia sino que además debe revisar cotidianamente su forma de estar y ser en la sociedad capitalista patriarcal: “debe generar espacios igualitarios y democráticos sosteniendo y apoyando la lucha de las mujeres”.

Despatriarcando

Enrique Stola quien fue el terapeuta de “Gabriel”, el joven por cuyo caso fue condenado el sacerdote Julio César Grassi, conoce muy bien “las bestialidades que comete el sistema judicial”.

Para Stola el poder judicial es hegemónicamente machista y patriarcal: “Son un número limitado las y los funcionarios que trabajan bien, que están formados en género, que saben de qué se trata la violencia de género y abuso sexual contra niños y niñas. Uno escucha el padecimiento de las mujeres en la llamada justicia, judicializadas por sobrevivir a la violencia de género extrema o que son madres sobrevivientes del abuso sexual de sus hijas e hijos, y solo puede sentir una profunda pena unida a una gran rabia. ¡Hay tanto macho-juez-jueza poderosos e insensibles!”, resalta el médico y explica los daños emocionales de la violencia de género y abusos sexuales en la infancia en las niñas y mujeres:

“Los abusos sexuales, las violaciones y todo lo que comprende la violencia sexual tienen consecuencias siempre graves para niños, niñas, adolescentes y mujeres. Nuestras sociedades sostienen una cultura de la violación y del maltrato de género sobre el cuerpo femenino y aquellos cuerpos que no se corresponden con la heterosexualidad obligatoria. Es tan poderosa esta cultura que las instituciones que deberían proteger a las víctimas se ocupan de descalificarlas y a la vez de proteger a los progenitores abusadores y a los machos que ejercen violencia de género extrema”.

Para Stola niñas y niños que han sido abusados y no logran justicia (la mayoría está en esta situación) pueden tener serios problemas para desarrollarse socialmente y ejercer satisfactoriamente su sexualidad.  Las mujeres que sufren violencia padecen de estrés postraumático crónico, depresión u otras enfermedades crónicas.

“No basta con declamaciones políticas ni la selfie con el apoyo al #NiUnaMenos para detener la violencia de género extrema. Debemos desactivar los diferentes modos en que la dominación masculina se expresa, fundamentalmente la violencia simbólica y las categorías masculinas de valorización social”, señaló.

Ante la consulta si a través de psicodiagnóstico se puede detectar a un potencial violento, Stola respondió que sí, que existen técnicas que muestran las formas inadecuadas de manejar la agresión y la existencia de lábiles mecanismos inhibitorios. Sin embargo explica estos diagnósticos no son cien por ciento certeros:

“Esto no define a un asesino o a un macho-violento. Pueden dar mal las pruebas y no haber ejercido nunca violencia de género. Quien ejerce la violencia machista no es un enfermo. Dominan, golpean y matan porque lo sienten un derecho pues tienen la creencia que las mujeres le pertenecen”.

Para el caso de los hombres abusadores, Stola recordó que hasta el momento no hay evidencia científica de que los agresores sexuales sometidos a tratamiento no reiteren su conducta, algo importante que la justicia debe tener en cuenta al emitir sus sentencias.

Reconociendo a los sexistas

Recientemente se conoció una encuesta que da cuenta que el acoso de las salteñas empieza desde los 8 años, aunque las voces reaccionarias de hombres no tardaron en llegar para desmentir que esto sea cierto o tratar de minimizar el peso que los acosos de diversos tipos significan para la vida de las mujeres, Stola fue muy concreto al afirmar que: “A los boludos machistas se los reconoce, entre otros síntomas, por las idioteces sexistas que dicen en las calles y que ellos llaman ‘piropos’”.

Para Enrique “el patriarcado enseña tempranamente a las mujeres que el espacio público es masculino y que los hombres, en el ejercicio de su dominación, son los jueces disciplinadores de esos cuerpos”.

 La consecuencia de estos acosos para Stola son preocupantes no sólo para las mujeres sino también cuando nos referimos a la educación de niñas  y niños: “A través de ese ritual que se multiplica diariamente, las niñas sienten la superioridad masculina e incorporan lo que los varones exigen de ellas, y para los niños testigos es un ejercicio temprano a imitar de lo que es ser considerado macho”.

Hombre, haz algo al respecto

Está claro que existen hombres feministas y son aquellos que consideran que tanto hombres y mujeres deben tener los mismos derechos, las mismas oportunidades y posibilidades, y sobre todo son los que hacen o están dispuestos a hacer algo al respecto.

Para Stola los hombres gozan en todas las clases sociales de beneficios que devienen de pertenecer al género dominador y según su visión los hombres sólo han cambiado históricamente y lo hacen actualmente a partir de que las mujeres dicen NO.

“Es la lucha que realiza el grupo dominado lo que modifica el espacio y la conducta del grupo dominador. Así los hombres de buena fe comienzan a rever su modo de ser y estar en las configuraciones vinculares, lo que da lugar a novedosos posicionamientos masculinos. Esperemos que los varones que están en ese proceso de cambio lo profundicen, pues esto abre una brecha en el grupo dominador. Seguramente en algún momento las organizaciones de mujeres se darán estrategias para sumar a su lucha a los varones”, señaló a Cuarto Poder en referencia al aporte que las consideradas “nuevas masculinidades” dan a la lucha en la búsqueda de sociedades más igualitarias.